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La obra de teatro «B» al Royal Court: Una conversación con Guillermo Calderón en Londres

Por: Francisca Quiroga | Publicado: 22.10.2017
La obra de teatro «B» al Royal Court: Una conversación con Guillermo Calderón en Londres calderon |
Un guerrillero, una vecina y dos jóvenes anarquistas planean una explosión y discuten los méritos de la violencia política en B, la obra del dramaturgo chileno Guillermo Calderón que debuta en el teatro del Royal Court en Londres. Nos sentamos con él para escuchar qué tiene que decir sobre el significado de la obra en el clima político actual.

La palabra ‘B’. No la puedes decir en los aeropuertos o aparece el hombre del arma. Estábamos en el aeropuerto de Oakland cuando un viajero desprevenido pasó por la puerta incorrecta. Las autoridades gritaron ¨ ¡Que nadie se mueva! ¨ y se apresuraron a derribar al transgresor. Nosotros nos quedamos congelados cerca del detector de metales. Si es un tiroteo nos podemos salvar, pensamos, pero si es una bomba vamos a volar en pedazos.

No hubo amenazas terroristas durante nuestros viajes por Estados Unidos, Chile y ahora Europa, pero definitivamente hubo hombres con armas: El hombre con arma que escoltó a Fer a la sala de atrás en el aeropuerto de Houston para investigarla más, los militares en las calles de París con metralletas colgando del cuello. La certeza de que si das un paso fuera de lugar vas a ver al hombre del arma.

Ahora estamos en Londres. Un guerrillero, una vecina y dos jóvenes anarquistas planean una explosión y discuten los méritos de la violencia política en B, la obra del dramaturgo chileno Guillermo Calderón que debuta en el teatro del Royal Court en Londres. Nos sentamos con él para escuchar qué tiene que decir sobre el significado de la obra en el clima político actual.

Austin: Los dos vimos Mateluna en Santiago en enero. En Santiago la audiencia está muy familiarizada con el contexto y los movimientos que inspiran tu trabajo. Teniendo en cuenta que un artista no necesariamente calcula la reacción del espectador cuando crea una obra ¿Anticipaste una reacción similar en Londres sobre temas como el anarquismo, el terrorismo y la resistencia?

Guillermo: Sí. Uno porque este país y este teatro tienen una historia con las políticas radicales y el teatro político. Entonces la gente espera algo así. Segundo porque la gente ve teatro internacional para entender distintos países. Y también porque el contexto político es apropiado para la obra. Cuando estábamos ensayando tuvimos la última bomba en el metro no muy lejos de aquí. Y justo antes de empezar los ensayos tuvimos lo de Manchester. Entonces la idea de la violencia está muy presente en la mente de los londinenses y de este teatro. Entonces sí esperaba una relación cercana con la obra.

Foto: www.fundacionteatromil.cl

Fernanda: Cuando terminó la obra sentí una necesidad de entrevistar a un londinense para preguntarle que les hacía sentido en la obra y que no. Mi primera impresión cuando ví los personajes fue como ¨Yo conozco a estas niñas, que bacán que haya casas okupa en Londres también¨. Entonces fui y pregunté entre gente del público y había opiniones encontradas, algunos decían si, obvio que hay squats y otros decían si existe eso yo nunca lo he visto, jamás he visto un joven de una casa okupa en el metro.

 Austin: En la obra sentimos una clara diferencia entre las motivaciones del guerrillero viejo y las niñas de la casa okupa ¿Qué nos puedes decir de la brecha generacional dentro de la izquierda y como cambió en 1988?

Guillermo: En 1988 muchos radicales en la izquierda no aceptaron los términos de la transición a la democracia y siguieron luchando. De hecho, mucha gente combatió la dictadura con armas. Déjame recordarte que Pinochet seguía a la cabeza de las Fuerzas Armadas. La mayoría siguió matando después del regreso a la democracia. Entonces esa generación de la izquierda estaba muy frustrada.

También estaban frustrados porque la transición a la democracia fue muy decepcionante. El sistema neoliberal y legal basado en la constitución prevaleció y también los principios que organizaban el país. Entonces en los 90 Chile estaba en un momento de profunda decepción. Y esa generación básicamente salió del panorama, desaparecieron. Y desaparecieron en su frustración. Muchos de ellos que tenían ideas radicales del Marxismo tradicional devinieron en ideas antisistémicas más similares al anarquismo. Esta gente estaba en sus treintas o cuarentas, pero había una generación en sus veinte que se estaba organizando como anarquista. Gente que no estaba resistiendo este sistema específico de la dictadura sino el sistema como un todo. Y por alguna razón había una conexión entre ambas generaciones. Una conexión, pero también un conflicto. Porque tenían diferentes medios y diferentes maneras de pensar. Entonces muchos de la generación más vieja no respetan el trabajo de los chicos y al revés también.

Por ejemplo cuando pasó el Caso Bomba, que fue un caso en donde muchos jóvenes de casas okupa fueron tomados presos, acusados de plantar bombas y por supuesto encontrados inocentes. Entre ellos detuvieron gente que estaba en sus cuarentas que había vivido la dictadura. Se podía ver que en ese movimiento joven había residuos. Había gente que había regresado para pelear con los más jóvenes. Entonces me interesó explorar esa comunión, pero también su conflicto.

Austin : Me chocó mucho una de las frases que dice el armador de bombas, dice ¨Al Qaeda nos los quitó¨ refiriéndose a el uso político de la violencia.

La violencia política ha sido por mucho tiempo una manera de hacer política. En Chile por supuesto y en muchos otros países. Puedes verlo en Estados Unidos ahora. Plantar bombas era una forma muy efectiva de hacer política. En los setentas y ochentas los grupos radicales plantaban bombas en las torres eléctricas y la población lo apoyaba. Cada vez que se cortaba la luz, la gente decía ¨Buena, alguien está haciendo algo contra la dictadura¨. Entonces de algún modo, dependiendo del contexto, la violencia ejercida por las bombas era bastante validado. Nelson Mandela, él plantó este tipo de bombas. Era parte de una organización violenta que hoy llamaríamos organización terrorista. Pero el contexto era la lucha contra el apartheid. Y cuando el apartheid se terminó le dieron el Premio Nobel de la Paz. Entonces la violencia es un asunto de contexto y como la historia cuenta la violencia.

Fernanda: ¿Cómo definirías anarquismo?

Guillermo: Anarquismo es la no autoridad que no merece tener autoridad y un sistema que ocurre después del fin del capitalismo y obviamente es gente organizándose sin jerarquías. Que es algo que no necesita ocurrir en el futuro en donde tengamos una revolución y entonces alcancemos la anarquía. Anarquismo es acción directa. Podemos comportarnos y vivir como anarquistas ahora mismo. No es una utopía que sucederá en el futuro, es algo que pasa aquí y ahora. Puedes vivir en una comunidad y actuar en la vida como si fuera una lucha constante contra la autoridad. Y así es como el anarquismo se vive ahora.

Fernanda: He seguido muy de cerca tu trabajo. Por eso me gustaría hacer el punto sobre el cinismo de la obra. Desde Neva hasta ahora siento que hay más cinismo en tu perspectiva del revolucionario. Si miras Neva, el discurso final de Masha es épico, algo admirable a lo que aspirar y claramente Olga y Aleko representan la burguesía. Hay un sentimiento más de blanco y negro. En B y trabajos más recientes hay momentos en los que uno piensa ¨Estos niños están engrupiendo, están siendo individualistas o solo actuando para ellos mismos¨.

 Guillermo: Me da pena que digas eso porque yo quiero ser optimista. Y creo que hay razones para ser optimista. Hay una línea en esta obra en la que uno de los personajes dice: Mira, esto no va durar para siempre. El capitalismo se está muriendo. De un modo el capitalismo se está volviendo más fuerte, pero también está mostrando más y más sus contradicciones internas. Entonces no quiero caer en la trampa de decir ‘esto está mal, no hay futuro’.

Para mí, idealmente, el teatro debería ser una llamada a la acción, debería ser un impulso energético positivo. Entonces no me gusta si la gente dice ¨El fracaso es completo, no hay nada que hacer¨. Me gustaría que la gente dijera: Ok, esta obra puede ser un poco desesperanzadora, pero hay gente que lo está haciendo e interesada en lo que tiene que decir. Entonces eso significa que detrás de esa desesperanza hay motivación, hay voluntad, hay un motor. Y eso es optimista. Entonces quizás la obra puede ser un poco pesimista, pero todo el impulso detrás de la obra y el hecho de que está sucediendo, es lo contrario.

Fernanda: Lo que quise decir es que es más complejo en esta obra. Hay momentos en los que uno se cuestiona si les cree o no a las niñas de la casa okupa y momentos en los que estás completamente de acuerdo con ellas. O cuando legitimas a la generación del guerrillero viejo con su historia y entonces uno dice ¨Este tipo de verdad sufrió, de verdad le mataron a todo el mundo¨. Entonces ¿Eso lo vuelve más de izquierda que las niñas? Yo creo que no y ese es el gran conflicto de la izquierda. Creo que esta obra es más ambigua y al mostrar tantas caras distintas de la situación, me pregunto si de alguna manera protege la postura del autor. Uno ve la obra y se pregunta si Calderón piensa que está todo perdido o si piensa que el pueblo se debería unir y alzar.

Guillermo: Amo la contradicción. Me gusta contradecirme a mí mismo. Porque soy contradicción. Y como escritor me gusta contradecirme. La idea es que cada vez que tienes una contradicción, la escribes. No hay para que ocultar la contradicción.

Fernanda: Hay un texto al final de la obra que dice: ¨Quizás nunca voy a escapar. Porque soy parte de esta historia. Las balas. Soy solo la hija de la hija de la sangre roja corriendo por las calles. No puedo evitarlo, viene incluido con lo que es ser de este país. Por eso tengo que luchar¨.

Guillermo: En Chile, incluso si rechazas la violencia, la violencia te llama de vuelta. Puedes tratar de ignorarlo pero va a volver de distintas formas. Y es parte del mundo. Entonces la gente creyó que la dictadura se terminó, pero ahí tienes todos estos bombardeos, ahí está el crimen, ahí están los Mapuche en el sur. Entonces parece una guerra nueva. Entonces parte de ser chileno es pertenecer a esa cultura, a la violencia, es algo que vuelve una y otra vez. Entonces eso es lo que quería decir. Quería ser un pacifista pero…

Fernanda: Es gracioso porque hemos leído varias de tus obras, Austin es estadounidense y yo soy chilena, somos pareja. Yo soy de izquierda, mis papás son de izquierda y tratar de transmitir esta historia sin ser un amargado de mierda es muy difícil. Cada vez que nos sentamos a leer tus obras, conmigo traduciendo, caemos en unas peleas terribles. Esta es la primera vez que él entiende una obra tuya entera. Y cuando leemos me dice cosas como: ¨Fer, por qué te afecta tanto si el pasado ya pasó¨ y yo le salto a la yugular, no me puedo explicar, me supera. Austin intenta entender y me pregunta ¨Por quién estás llorando Fer, nadie de tu familia fue asesinado, entonces ¿Qué es esto?¨ Y yo me pregunto…

Guillermo: Es súper raro porque es contagioso. Tu no necesitas que una persona haya muerto en tu familia para sentirlo. Es parte de, está en el aire. No necesitas tenerlo directamente, es algo que te pasa. Si eres empático lo sientes. Y pasa a través de generaciones. Si tus papás te cuentan una historia, en la que ellos sufren, se siente como si lo hubieras vivido.

Fernanda: Definitivamente.

Austin: Y cuando voy al Estadio Nacional y veo ¨Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro¨, lo veo como un extraño. Pero en Estados Unidos también hay divisiones profundas, especialmente en Baltimore, mi hogar, en donde tuvimos los riots por Freddy Gray y la brutalidad policial que es profunda también. Pero creo que lo que intento transmitirle a Fer en estas conversaciones es que hay un pasado pero hay un presente también. Y es muy difícil determinar cuánto nos podemos enfocar en la historia y la violencia del pasado cuando hay un presente, cosas que están pasando. Esto también viene un poco de una perspectiva comparativa… En Chile a diferencia de en Argentina, la dictadura no terminó precisamente, los responsables no fueron a juicio, entonces no hay un momento de cierre y sin un momento de cierre, ¿Qué posibilidad hay de que la gente continúe en el presente?

Guillermo: Es complicado porque cuando le sacas la historia empiezas a pensar ¨Oh era solo brutalidad policial¨. Y no era. Porque había una historia. Cuando ves la matanza, cobra sentido cuando miras hacia atrás. Hace sentido porque sigue pasando por las mismas razones una y otra vez. Y entonces dices: Obvio, esto es algo que viene desde hace muchos cientos de años.

Pero el riesgo es que, si lo ves históricamente, lo entiendes ¿Y entonces qué? Es difícil. Pero de verdad estoy expectante porque la gente entienda la historia por primera vez. Hubo un momento cuando Obama fue electo en que la gente pensó que el racismo se había acabado. Ya no es un problema. Y la gente se lo creyó. Y ahora es como ‘Oh no, no era así’ y obvio que es terrible pero nuevamente se vuelve visible y evidente. Ahora por lo menos puedes hablar de ello y entenderlo. Pero ir hacia adelante es muy complicado. Yo no sé, es un problema muy difícil.

Fernanda: Ví una obra en Santiago el año pasado que se llamaba Hijos del Sol, en el festival Lápiz de Mina. Era sobre la Unidad Popular, la esperanza y el sueño de la UP desde la perspectiva de una comunidad pequeña. Y me llegó mucho, después de verla estaba muy triste, pero entendí algunas cosas. Porque siempre estamos viendo la caída, la tortura, la violencia, el fracaso y nunca el sueño. Todo me hizo más sentido. Y después de la obra hubo un conversatorio con el público, súper duro y un hombre viejo que levantó la mano y dijo: ¨Yo vivía ahí, en una comunidad como esa, en Villa Francia, y nunca voy a poder aceptar que esta es mi realidad ahora, porque ví el sueño, porque toqué el sueño¨. Y uno se da cuenta que uno no lo tocó pero lo siente adentro palpitante. Entonces ¿Por qué estamos llorando? Porque no es solo acerca del fracaso y la tortura, es la cagada que nos dejó.

Guillermo: Sí, pero eso es hereditario, es pasado de generación en generación. Es muy extraño.

Fernanda: ¿Qué piensas del escenario político de Chile en este momento?

 Guillermo: Pienso que es emocionante, porque por primera vez se ve un atisbo de alternativa de izquierda.

Fernanda: ¿De verdad crees eso? Yo fui a la universidad con algunos de esos y…

Guillermo: Lo creo, a pesar de que tienen problemas profundos. No me interesa Revolución Democrática. Me importan los otros. Conozco algunos en los partidos más pequeños. Creo que los RD están ahí porque son políticos tradicionales y quieren salir electos. Pero hay muchos otros que quieren levantar un movimiento diferente. Entonces estoy optimista.

Fernanda: Después de todo esto ¿Sabes cómo armar una bomba?

Guillermo: Sí, porque investigué, no solo para esta obra sino para muchas de estas obras. Pero no lo busqué en internet. Le pregunté a un amigo y me tocó una canción revolucionaria de Nicaragua, de ahí aprendí.

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