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Uno por Uno: Resumen del Debate Anatel 2017

Por: Diego Lolic Wainstein | Publicado: 10.11.2017
Uno por Uno: Resumen del Debate Anatel 2017 | / Agencia Uno
Artés se dio el gusto de corregir a Piñera (finalmente, es un profesor) e instantáneamente se catapultó como figura pop: «líder supremo», Eduardo «Mao» Artés y otros títulos de Jaidefinichon que sin embargo no le dieron mayores réditos ni credibilidad política.

Nada más putifrunci que cuando Goic habla de «ideologismos de café», sin atender que la ideología en política es la máquina creadora de técnicas e instrumentos sociales. Lamentablemente, le da la razón a ese sector chileno desencantado, miedoso, cómodo y de derecha, quienes bajo la sombra de un jefe mayor sienten absoluto resguardo. La ideología ha quedado semánticamente vinculada a un mal ejercicio técnico, de lo cual los gobiernos de Bachelet, Piñera y Lagos son tremendos responsables.

Un caso aparte merece ME-O, que parece con algún tipo de daño cortical, totalmente frontalizado y haciendo clara defensa del semblante en la estructura borderline. Qué manera de hablar hueás y de estar sensible de cutis; respondiendo lo que quiere, irrespetuoso y telúrico. Un enfant terrible que se niega a madurar ni a tener autocrítica, un Peter Pan narciso sin vergüenza ni telón de fondo.

Kast es un personaje perverso que está ahí para mover las masas (de Vitacura). Cumple el rol que le tocó a Trump o a Le Pen, representando al núcleo facistoide y anciano anquilosado en viejas glorias militares y patriotas. Ayer, casi al terminar el debate, pasó a increpar a Guiller buscando activar a su barra de evangélicos y presos de Punta Peuco que mueven apenas sus banderas cuando dice alguna barbaridad. Es un verdadero fantasma; estandarte muerto de los alcances nocivos de la política y derecha en el mundo.

Artés se dio el gusto de corregir a Piñera (finalmente, es un profesor) e instantáneamente se catapultó como figura pop: «líder supremo», Eduardo «Mao» Artés y otros títulos de Jaidefinichon que sin embargo no le dieron mayores réditos ni credibilidad política. Al igual que «Roxana, la Presidenta» cumple un rol valioso de denuncia pero inexistente a nivel práctico en la política actual.

Navarro estuvo más republicano, movedizo y leal a sus principios pero con escasa proyección en la carrera presidencial. Al igual que Artés, representa candidaturas anti-establishment sin mayores posibilidades de consolidar algo real.

Me sorprendió una mayor vehemencia en Guillier (pocaza todavía), claro en sus exposiciones, manejando las cifras que tanto aman los chilenos y con un plan de gobierno definido. Es una carta que, a mi entender, se ha fortalecido de cara al último tramo electoral.

Sánchez articula una candidatura con mayor representación y peso político que Navarro y Artés, sin embargo, es una novata en política y eso se nota. Considero que tiene menor peso específico que Guillier (siendo ambos de escuelas similares) y es una candidata de proyección interesante como diputada o senadora. El Frente Amplio se tiene que fortalecer no sólo en la calle, si no en su estructura interna, institucional y en el manejo de políticas públicas que todavía se ven débiles. Es un proyecto joven y valioso pero con mucha inexperticia y futilidad.

Piñera prueba sin cesar que es una verdadera sabandija: responde lo que quiere, no se responsabiliza por negociaciones fraudulentas en el pasado (salió airoso de la confrontación suavecita con Del Río respecto a su alianza con Cueto que, paradójicamente, sí hizo una autocrítica), se equivoca en las citas (como el peor de los obsesivos erráticos) y tergiversa cifras (lo del gráfico, aparte del efecto visual, fue deplorable). Prueba una vez más la estructura solitaria, dependiente y permisiva de los chilenos, que en gran mayoría le perdonan todo ya que «el jefecito sabe lo que hay que hacer para enmendar el rumbo» (sic). Es una candidatura simbólica y un mapa sociológico que nos eterniza en la estructura del latifundio, determina las elecciones y así nuestras vidas.

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