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Opinión

Si cada persona que lee esto convence a otro para que vaya a votar, todo puede cambiar

Por: Richard Sandoval | Publicado: 15.11.2017
Si cada persona que lee esto convence a otro para que vaya a votar, todo puede cambiar urna | Foto: Agencia Uno
Si un tío te dice que el domingo no vayas a votar porque da lo mismo, porque salga quien salga “mañana igual hay que trabajar”, respóndele que con el voto, en conjunto con intensas luchas sociales, él hoy tiene derecho a una silla en su trabajo, tiene vacaciones, pre y posnatal, y que porque otros votaron antes que él hoy cuenta con un contrato de trabajo que lo protege del abuso más letal.

Si un amigo te dice que no vayas a votar el domingo porque no sirve de nada, respóndele que por otros que ya votaron hoy él puede elegir si va o no a votar, respóndele que fueron miles los que murieron por conquistar un derecho que no regaló nadie, un derecho que las mujeres recién tienen desde hace 65 años, un derecho que la generación de sus padres vio arrebatado con tortura y metralleta, padres obligados a callar sus molestias y guardarlas fuera de cualquier urna durante 17 años. Si un tío te dice que el domingo no vayas a votar porque da lo mismo, porque salga quien salga “mañana igual hay que trabajar”, respóndele que con el voto, en conjunto con intensas luchas sociales, él hoy tiene derecho a una silla en su trabajo, tiene vacaciones, pre y posnatal, y que porque otros votaron antes que él hoy cuenta con un contrato de trabajo que lo protege del abuso más letal. Si tu tío te dice que no va a votar porque no tiene contrato, porque pese a la legislación de todas formas es abusado en su lugar de trabajo, respóndele que hay candidatas, candidatos que están comprometidos a cambiar esa situación precaria, y si ese mismo tío te dice que de todas maneras no va a votar, porque “son los mismos de siempre” y “aunque vote van a  salir esos mismos”, respóndele que es mentira, que tu candidata se presenta por primera vez, que no vive de cargos públicos, y que hay un nuevo sistema electoral que ahora sí hará justicia con las candidatas y candidatos independientes y marginales a los grandes bloques. Respóndele a ese tío, también, que sí, que mañana igual hay que trabajar, pero con la diferencia de que en el Congreso habrá nuevos diputados, diputadas y senadores que él no eligió, y que pueden quitarle derechos laborales para que todos sigamos trabajando, igual que ayer, pero en peores condiciones mañana. Dile a tu tío que todos los derechos hasta hoy conquistados, insuficientes por supuesto, mañana pueden ser arrebatados, como ya ha pasado en el pasado, por el ascenso de fuerzas políticas elegidas por los que sí van a votar.

Cuando una vecina te diga que “si votar cambiara algo estaría prohibido”, cuéntale que conoces a un amigo que está estudiando con gratuidad, que ni siquiera tuvo que pagar matrícula este año, que está estudiando en la primera universidad estatal de su región, y que si hubiera votado por la candidata de la derecha hace cuatro años, y si miles de otros votos se hubieran ido a la candidata de la derecha hace cuatro años, esa gratuidad -imperfecta, incompleta- hoy no existiría. Cuéntale que tampoco existiría el aborto en tres causales, y que todavía procesarían a médicos por salvar la vida de madres que deciden por el aborto en episodios traumáticos. Cuéntale que el voto ha conquistado el aborto libre en otros lugares del mundo, y que el voto ha ayudado a combatir el narcotráfico en países que democráticamente han legalizado diversidad de drogas.

Y si esa amiga cree que en la historia los derechos han sido simples concesiones de los dueños del poder, cuéntale que con lucha en las calles y luego con votos se logró elegir a presidentes que pensaran que “gobernar es educar”, se logró que se sextuplicara el número de alumnos matriculados en las escuelas públicas en tres años, se logró que se crearan miles de empleos dignos con la industrialización de la Corfo en los cuarenta. Cuéntale que con votos y sin regalos se logró que todos los niños y niñas de Chile tuvieran su medio litro de leche todos los días, con voto que eligió a uno y no a otro se nacionalizó el cobre, el sueldo de Chile, que hoy sigue siendo el pilar de nuestra economía dominada -también por votos que han ratificado un modelo- por propietarios mineros privados e internacionales. Por votos a unos proyectos y no a otros es que miles de familias tienen casas, es que miles de familias tienen tierras para producir luego de la reforma agraria resistida por los que al final sacaron menos votos.

Y cuando tu papá te diga que no va a votar el domingo porque “son todos corruptos”, porque “todos roban”, respóndele que está profundamente equivocado, respóndele que sí, que sí hay corruptos, que casi todos esos corruptos son “los mismos de siempre”, pero que esos corruptos, los hoy procesados que hicieron la Ley de Pesca -por ejemplo- hicieron sus fechorías gracias a miles como él que no se levantaron a votar por una opción diferente, una opción nueva, limpia, opciones que siempre han existido. Respóndele que si cree que sólo existen los candidatos corruptos es porque no se ha informado, porque no ha mirado con detención las ideas de los unos y las ideas de los otros, y dile también que si se deja llevar por esa impresión que se reproduce en los medios que le sirven a los corruptos, va a dejar otra vez que ganen los que no quieren cambiar la Ley de Pesca, los que no quieren cambiar las leyes de royalty minero. En cambio, dile a tu papá, a tu mamá, que si se da la tarea de caminar al colegio de votación, de tomar el Metro -que el domingo será gratuito- puede votar por un candidato o candidata que esté por obligar a las mineras a tributar en la región que contaminan, y no en Vitacura o Las Condes. Dile que si va a votar puede elegir opciones que le pueden cambiar la calidad de vida de forma casi inmediata, votando por opciones que están por terminar con el actual sistema de AFP, aumentando considerablemente las pensiones en sólo unos meses. Dile que puede votar también por la condonación de la deuda del CAE, esa deuda usurera que a ti te tiene hasta el cogote sin poder siquiera sacar un crédito hipotecario. Cuéntale que puede votar por alguien que quiera cambiar la Constitución, garantizando el derecho a la vivienda, terminando con la especulación del negocio inmobiliario que tiene a sus hermanos allegados en la pieza del fondo. Cuéntale que no todos son corruptos, pero que si no vota, otra vez puede salir un diputado que reciba correos de los dueños de las isapres para que legisle en su favor y siga ayudando a que esos empresarios hagan negocio con sus clínicas para cobrarle a sus afiliados más caro que si se atendieran en una consulta solitaria (integración vertical, se llama). Dile a tu papá que con un voto puede ayudar a cambiar el destino a su cuñado pescador artesanal del sur, ese que no puede pescar en la zona que es de una de las siete familias, y cuéntale que hay opciones que lo pueden representar, opciones que no son “los corruptos”.

Si cada uno habla con su papá, su tío, su mamá, hermana, amigo o vecino, si cada persona que lee este texto convence a por lo menos una persona para que vaya a votar, para que cambie la realidad que indica que en Vitacura los jóvenes votan cinco veces más que en La Pintana, los pronósticos que damos por hechos también pueden cambiar, como pueden cambiar las injusticias que afligen al pobre y los privilegios de los que gozan los ricos, esos que siempre han votado, que el domingo también van a  votar, y que nunca -con la finalidad de cuidar sus intereses- van a dejar de votar, para que festejen los corruptos, los mismos de siempre, mientras nosotros mañana tengamos que otra vez salir a trabajar.

Richard Sandoval