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De los arrepentidos es el reino de los cielos

Por: Pipo Peña | Publicado: 18.01.2018
De los arrepentidos es el reino de los cielos barros | Foto: Agencia Uno
No es justo pedir perdón para establecerlo en los medios y mucho menos está el apoyo cuando no te quieres juntar con los abusados. Francisco, mientras existan hombres como Juan Barros en la iglesia, deberás seguir construyendo titulares que comiencen en perdón.

El Papa está en Chile. Su apellido no es Barros. De apodo Francisco y de obrar vergonzoso. El Papa está en Chile, ha pedido perdón y declarado vergüenza frente a los abusos cometidos en la Iglesia Católica.

¿Perdón? ¿Vergüenza? ¿De qué?

El Papa tenía temor a su llegada a Chile. El país laico menos fiel de la región cuando de catolicismo se trata. Tenía temor del país laico donde desde los abusos se declara la búsqueda de la condena pero que de condena poco existe. Temor frente a una sociedad abusada persistentemente, reaccionaría, pero poco concreta. El Papa no tenía ánimo de bajar del avión para pisar suelo chileno y entregar explicaciones.

Sabía que tenía que pedir perdón, como siempre.

La iglesia ha gritado perdón en tantas ocasiones. Ya en 1960 con Juan XXIII, quién a través del perdón buscó suprimir textos que rezaban “aleja la perfidia judaica”, hasta hoy con el Papa de las ovejas y de hobbie pastor.

Esos políticos cristianos que al parecer aún no aprenden.

El perdón no condiciona al arrepentimiento. Es tan absurdo como establecer que el perdón es el camino al cielo y que Dios es tal personaje malévolo que toma la decisión si sufres eternamente o vives entre borracheras de alegrías.

El Dios del amor no puede ser el de condena.

Y es desde ahí donde me pregunto; ¿De qué pide perdón el Papa? ¿De qué realmente siente vergüenza?

No dudo que como líder representa un sector avergonzado ciertamente -como no- y donde el perdón es sustantivo cuando se trata de acontecimientos como los que todos bien sabemos. El problema central no se argumenta desde ahí, sino que se sostiene desde un perdón vacío, poco relevante y una vergüenza que más bien parece palabra de verso poético que de una declaración principal.

Es que quien debe pedir perdón aparece en televisión disfrutando de la fama y jactándose de su inocencia. Barros cumpliendo su sueño de niño y amparado por un perdón sin más repercusión que la que los medios le han entregado.

Si finalmente la vergüenza la sentimos todos.

Barros como ser humano consciente no repara en que está sobreponiendo su sueño de niñez por sobre un rol institucional. Llega a tal nivel la culpa de Barros que aunque todo Chile se lo grite en la cara, sigue apareciendo sonriente en medios y disfrutando de una visita que naturalmente esperaba con ansias.

El ser sacerdote realmente es un ejercicio que entendemos se trabaja desde el alero de la humildad. Humildad que claramente desconoce Barros con total libertad. Humildad que ilustró bien sabemos Cristo y que al parecer el arzobispo nunca se enteró.

Barros tal niño mal criado como otros de los que hemos compartido a través de este medio, prioriza con total desfachatez sus deseos por sobre el resto. Por sobre los abusados, los ciudadanos, los creyentes, la iglesia. Por sobre el Papa.

¿De qué pide perdón el Papa? ¿De qué se avergüenza?

¿Pedirá perdón por un arzobispo que no cree en la humildad y le avergonzará representar seres humanos como él?

Barros es una vergüenza nacional, primero como persona y luego como arzobispo. Eres un abusador y lo has demostrado, al menos lo has sido mediáticamente y de eso nos hemos dado cuenta todos.

Si Juan es capaz de pasar por alto las necesidades sociales y la humildad natural que debería retratar; ¿Será capaz entonces de abusar sin temor alguno a otro ser humano?

«Es justo pedir perdón y apoyar con todas las fuerzas a las víctimas, al mismo tiempo que hemos de empeñarnos para que no se vuelva a repetir», dijo el Papa. Dice incluso conocer el dolor de las víctimas y seguir con atención los casos de abuso.

No es justo pedir perdón para establecerlo en los medios y mucho menos está el apoyo cuando no te quieres juntar con los abusados. Francisco, mientras existan hombres como Juan Barros en la iglesia, deberás seguir construyendo titulares que comiencen en perdón.

Pero cuidado, que tal como decía mi madre; “no sacas nada con pedir perdón, si los hechos dicen otra cosa”.

Pipo Peña