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Violencia y discriminación de género en la comisaría: Activistas relatan su experiencia tras detención en protestas contra el Papa

Por: Christopher Jerez Pinto | Publicado: 20.01.2018
Violencia y discriminación de género en la comisaría: Activistas relatan su experiencia tras detención en protestas contra el Papa collage activistas |
Situaciones que delatan transfobia, homofobia, acoso y violencia injustificada por parte de Carabineros forman parte de la narración de las activistas Sofía Devenir, Millaray Hermosilla y Amanda F.

Conocida es la efervescencia que causó el Papa Francisco el pasado martes 16 de enero en el marco de la misa realizada en Parque O’Higgins y que congregó a miles de fieles que incluso acamparon para verlo. Pero esta emoción no fue compartida por algunas activistas de la disidencia sexual y feministas que resultaron detenidas mientras se encontraban en las cercanías del parque y portaban elementos de protesta para matizar el ambiente religioso que invadía el lugar. 

Sofía Devenir, Millaray Hermosilla, Amanda F. fueron subidas cerca de las once de la mañana al retén móvil de Carabineros, después de un control de identidad. Ellas dicen que la motivación fue su apariencia física. Fueron abordadas mientras caminaban por Avenida Matta de forma pacífica.

Posterior a la detención, fueron trasladadas junto a otros y otras manifestantes a la 33° comisaria de Ñuñoa, donde permanecieron reclusas por más de 12 horas y vivieron explícitas situaciones de discriminación y violencia psicológica. Esto dejó en evidencia según las activistas, la transfobia, homofobia y misoginia con que actúa la institución.  

En El Desconcierto hablamos con ellas y recogimos sus relatos en profundidad:

Sofía Devenir, cantora de micros e historiadora travesti

«Cuando me llevaron a hacer el biométrico, el carabinero se rió todo el camino de mí y de lo que gritaban mis compañeras. Estaba cagado de la risa de este ‘maricón pintado’ que se llamaba ‘Roberto’ y que tenía que llevarlo para todos lados. El tipo fue súper irrespetuoso.

En la celda de al lado, había un tipo que no fue detenido con nosotras, y que me hacía callar y me ofrecía combos. Poco antes de la revuelta de afuera de la comisaría, me tiran a la celda de al lado con este hombre. Yo alegaba mis derechos y cuando los pacos escucharon las amenazas de este tipo, me abrieron la puerta y me tiraron con este loco. Finalmente no me pasó nada, porque comenzó a entrar todo el mundo. Intentaron hacer que este tipo me pegara, para no tener que hacerlo ellos. Además no respetaron mi identidad de género al meterme a esa celda. Tuvo que llegar la abogada del INDH, Macarena Albornoz, para que me tiraran a la celda de las mujeres.

Me trataban de ‘don Roberto’ o me decían ‘yapo flaco’, vulneran el hecho de que tu exijas el respeto a tu identidad, por el solo hecho de que esté en tu carnet. Ellos abusaron de eso, porque ponían un tono burlesco.

Los pacos incumplieron un montón de normas, no fueron capaces de darnos una explicación decente de nada. Nosotras nunca supimos por qué estábamos detenidas. Fue un control de identidad que se transformó en doce horas de reclusión, y para mi en realidad fue prisión política, porque tenernos tanto tiempo detenidas significaba no salir en ningún momento a protestar contra el Papa. Ese proceso tiene el fin de dejarte cansada y traumada».

Material que portaban las activistas al momento de la detención.

Millaray Hermosilla, integrante de la Editorial Gata Kuir

«Nos tuvieron mucho tiempo sin agua y sin poder pasar al baño. Los carabineros nos provocaron en todo momento, porque nosotros les pedíamos agua y ellos botaban agua en el piso frente a nosotras.

A una chica menor de edad la toquetearon mientras forcejeaban. El cabo Villagra estaba grabando a cuerpo completo a todas las chicas que estaban ahí hasta que le tuvieron que decir que parara. Les grababa las piernas y después mostraba los vídeos a sus compañeros haciendo mofa de lo que había hecho.

La cabo Mendoza insistía en llamar a Sofía por su nombre legal, y yo traté de explicarle que existían ciertas normativas respecto a la identidad de las personas y debían ser respetadas. Ante eso empezó a insultarme, me decía ‘erís una bigotuda’, yo le respondí, ‘sí, también tengo barba y cuál es el problema’.

Los carabineros dijeron que se sentían en confianza de que venía un gobierno de derecha y que nos preocupáramos porque desde el 11 de marzo esto iba a ser peor. La cabo Mendoza nos dijo que ella ‘odiaba a todos los comunistas de mierda’. Esto es culpa de las distintas atribuciones que los gobiernos les han dado a las policías, como el control de identidad por sospecha, que en nuestro caso fue solamente por nuestra apariencia».

Familiares y cercanos esperando a detenidos fuera de la 33° Comisaria de Ñuñoa. Foto: Arturo Poblete

Amanda F., activista del colectivo feminista La Alzada

«El teniente Ibarra me quitó mi celular de un manotazo, dejándome rasguñones el brazo, apelando a que no podía grabar en recintos privados. Pero después otro carabinero, sin identificación, estaba con su celular apuntando hacia mi poto y también al sector del pecho. Enfocaba su celular a esas zonas de nuestro cuerpo y se mordía el labio. Nos miraba con cara de depravado.

En un momento traté de recuperar mi celular y llegó un carabinero que me golpeó con el pecho y me empuja hacia atrás. Se notaba que estaba completamente fuera de si, seguramente drogado, y me gritaba mucho.

Cuando estaba mostrando mis cosas a un carabinero, me decía ‘guachita’ todo el rato y yo le dije que por favor me tratara por mi nombre y ahí me quitó el banano muy agresivamente y me dice ‘te tratan bien y te ponís tonta’ y ahí siguió todo le día tratándome así para molestarme.

Yo sufrí acoso por parte de carabineros hombres, quienes insistían en observar mi físico de manera lasciva, en tomarme fotos o cuando me fui un carabinero me acompañó y me decía que me miraba o que me había visto antes (…) Yo sufrí una discriminación distinta a la de mis compañeras, claramente los carabineros tienen una escala de gente a la que tratan bien o a la que tratan mal, pero en realidad a los únicos que tratan bien es a la gente con plata».

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