Avisos Legales
Opinión

Cuando la entretención equivale a desinformación y negación

Por: Jaime Coloma | Publicado: 10.02.2018
Cuando la entretención equivale a desinformación y negación cretton |
Entiendo que el tema del abuso sexual infantil es indignante y saca de quicio a cualquiera, resulta imposible no tener empatía con un tema de estas características, lo que no entiendo es que se pierda la posibilidad de ver que una víctima de abuso, sea un niño o un adolescente, se establece en estructuras de poder, de seducción y de perversión, donde se muestra lo prohibido como algo atractivo que nos pone en un lugar diferenciador y, hasta en algunos casos, de privilegio.

Hace unos días leí acá mismo, en El Desconcierto, cómo se hablaba de que el conductor Jean Philippe Creton en el matinal de Chilevisión decía indignado que una niña de 11 años no puede enamorarse de un adulto y menos propiciar un secuestro.

Imagino que esto lo planteaba en torno al rapto de Emmelyn, niña de esa edad que fue sacada del lado de su familia, al parecer violentamente, por un cercano. Obviamente no sé la realidad del caso, obviamente manejó los relatos establecidos por la prensa, las que muchas veces más que informarme y enseñarme buscan impactarme y alterarme frente a sucesos de estas características. Por eso es que cuestiono el comentario del animador, ya que más que educar y hacer entender a la población que un abusador, no un violador, ejerce su poder desde la seducción, la erotización y el engaño, plantea la idea de que el niño o niña no es consciente de lo que sucede, cuando lo grave de todo esto es que probablemente si lo sea y ahí radica la red en que se va vinculando y de la que no puede salir por temor a lo que pueda pasar, por lo mismo es altamente probable que un infante se sienta atraído y se crea enamorado de alguien que lo seduce. Un perverso no es un monstruo, es alguien que engaña y daña desde dinámicas que le dan placer y que evidentemente yo no logro entender.

Entiendo que el tema del abuso sexual infantil es indignante y saca de quicio a cualquiera, resulta imposible no tener empatía con un tema de estas características, lo que no entiendo es que se pierda la posibilidad de ver que una víctima de abuso, sea un niño o un adolescente, se establece en estructuras de poder, de seducción y de perversión, donde se muestra lo prohibido como algo atractivo que nos pone en un lugar diferenciador y, hasta en algunos casos, de privilegio.

Tuve la oportunidad de trabajar con una de las primeras ONG relacionadas a éste tema, y como papá y persona que trata de ser consciente frente a la sociedad en que vive, entiendo que la primera reacción es de ceguera y rabia descontrolada, el problema es que cuando son esas las reacciones sólo nos limitamos a vivir por y para el impacto estético que, dada nuestra cultura, así como viene se va.

Afortunadamente, el tema ha seguido y ha propiciado la discusión y la profundización de éste en distintos espacios televisivos. El matinal de TVN contaba con Óscar Contardo, periodista e investigador de los abusos perpetrados por los jesuitas en el colegio San Ignacio y con Ximena Prado historiadora, la discusión giraba en torno justamente a la entrevista hecha al sacerdote Jesuita Fernando Montes el fin de semana en el programa “Estado Nacional” conducido por Andrea Aristegui, donde se le cuestionaba claramente respecto a los hechos acontecidos en el colegio San Ignacio durante su rectoría. Hechos que salieron a la luz pública, entre otras cosas, gracias al relato de José Miguel Viñuela en otro matinal, el  “Mucho Gusto”.

Quiero destacar en la historia contada por el otrora animador juvenil, donde inteligentemente hacía ver como una situación que hoy en día es vista como anormal, en ese entonces era vista como habitual y hasta -según sus propias palabras- “chora”. El cura Guzmán al parecer lograba un grado de intimidad y “juego” tal con sus discípulos que estos veían como parte de un acto de confianza el que él los manoseara o les sacara fotos desnudos. Si logramos ver y entender cómo los paradigmas culturales cambian, lo que era normal, afortunadamente, ya no lo es. No nos olvidemos que la idea de infancia y adolescencia es un concepto que se ha establecido desde finales del siglo XIX y parte la primera mitad del siglo XX y que, por lo tanto, entender las formas de lidiar con ella y respetarla, todavía para muchos es algo que no se comprende.

Viñuela contextualizó el tema, que hoy visto con sus ojos de adulto y de papá le llama profundamente la atención y lo condena. Esa para mi gusto es la actitud correcta. Entender que el abuso es mucho más que la vulneración, es fregarte la cabeza, es hacerte no entender nada, es des-socializarte, sacarte de tu entorno y pervertirte. En definitiva, es grave y por lo mismo debemos hablarlo con altura de miras, con tranquilidad y entendimiento, sino lo hacemos así sólo quedamos en la pataleta hasta que llegue otro caso que nos conmueva momentáneamente más.

Jaime Coloma