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Amigo, si tanto sufren: ¿Por qué no se organizan?

Por: María Francisca Valenzuela | Publicado: 03.03.2018
Amigo, si tanto sufren: ¿Por qué no se organizan? hombre feminista |
Las feministas no hablamos de los problemas de los hombres porque, tal como lo dice nuestra ideología, exponemos la situación de desigualdad que como mujeres vivimos en esta sociedad y esperamos revertir. Es una desigualdad histórica que nuestras compañeras llevan generaciones combatiendo. Hablamos desde nuestra vereda como lo hacen los grupos históricos de oprimidos. ¿O acaso la población afrodescendiente también tiene que luchar por los blancos que quizás son discriminados?

Los hombres también son abusados, golpeados y asesinados. Nos dicen que incluso las cifras de homicidio superan las de femicidio y que existen muchos espacios en los que la vulneración de derechos los afecta. El “posmachismo” y “la teoría del empate” son todos los argumentos en los que se presenta al hombre como víctima para invalidar la lucha feminista.

Creo que ninguna feminista en el mundo puede negar que existe violencia hacia los hombres. Sin embargo, la forma en que este problema se presenta está muy alejada de ser una estrategia para erradicar estas prácticas, sino más bien se trata de hablar de un problema para negar la existencia de otro. Específicamente, se dice que existe violencia en los hombres para que dejemos de hablar de la violencia contra las mujeres.

Si acaso la situación es tan grave y preocupante, ¿por qué no vemos un movimiento masivo de hombres todos los días luchando contra la violencia que sufren y elaborando propuestas de prevención? Específicamente pregunto: ¿por qué lo que más vemos son varios hombres e incluso algunas mujeres diciendo que los hombres son víctimas para afirmar que el feminismo es innecesario?

La respuesta a esta situación es que actualmente muchas personas no logran identificar que todos y todas peleamos contra el mismo enemigo. Las demandas feministas son contra una cultura y sociedad machista que nos educa en base a estereotipos y relaciones sociales que generan desigualdades y violencia. Nosotras exigimos una cultura diferente, un sentido común que no nos violente y que la tradición no sea sinónimo de continuar validando desigualdades. Las quejas de varios hombres y también algunas mujeres deberían apuntar en la misma dirección, sin embargo eso no sucede. ¿Por qué?

La “teoría del empate” argumenta que las demandas feministas también son problemas que sufren los hombres, incluso menciona “privilegios” que tenemos las mujeres y que supuestamente las feministas no cuestionamos. Es importante recalcar que esta “teoría del empate” no se esfuerza en solucionar los problemas de los hombres, sino simplemente los menciona para decir que los problemas de las mujeres no son graves o sencillamente no existen. Si analizamos de cerca algunos de los argumentos del posmachismo, obtenemos lo siguiente:

“Los hombres también sufren violencia sexual”

Las feministas, al decir que las mujeres somos las mayores víctimas de violencia sexual en esta sociedad, no estamos negando el hecho de que también esta realidad la vivan algunos hombres (aunque sabemos, en mucho menor medida). Sin embargo, el posmachismo siempre olvida mencionar que este tipo de violencia es casi siempre ejercida por hombres. Es decir, que nos encontramos en un escenario en el que hombres y mujeres son casi en su totalidad violentados por hombres. La verdadera pregunta que debiese existir es: ¿qué estamos haciendo mal como sociedad para que los agresores sean casi todos hombres? ¿Qué educación estamos entregando?

“Los hombres en cantidad mueren mucho más en el mundo que las mujeres, la cantidad de homicidios es mayor a la de femicidios”

Acá hay dos puntos importantes, lo primero es aclarar nuevamente que hombres mueren mayoritariamente a manos de otros hombres. Lo segundo, es entender que la figura del femicidio corresponde a un crimen de odio hacia las mujeres y que nuevamente, casi la totalidad de femicidas corresponden a hombres. Una vez más pregunto: ¿qué estamos haciendo mal como sociedad para que la violencia esté tan asociada a lo masculino? ¿Por qué atacan a las feministas diciendo que ustedes son los que más mueren en el mundo en vez de preguntarse por qué se matan tanto entre ustedes?

“Las mujeres tienen mejores derechos en temas de custodia de niños y niñas, los padres son olvidados”

Por supuesto que tenemos una posición favorita para las leyes cuando se trata de cuidar y criar. Sin embargo, las leyes reflejan la sociedad que hemos construido y la educación que recibimos. A las mujeres nos enseñan a criar desde que tenemos uso de razón, desde que nos regalaron el primer bebé de juguete a los dos años y nos explicaron que ser madre era lo más importante del mundo. Los estereotipos hacen daño y han definido a la paternidad como algo que está lejos de ser una prioridad para los hombres. Las feministas estamos contra esos estereotipos y creemos la crianza debe ser un ejercicio colectivo y no ser relegado sólo a las mujeres. ¿Por qué no te enojas con esas leyes machistas en vez de atacar a las feministas? ¿No te das cuenta que nuestra visión incluso ayuda a tu crítica?

“Ahora con las falsas denuncias nos pueden arruinar la vida”

El principal problema de este argumento es que no plantea la regulación de falsas denuncias (cosa que es totalmente razonable de proponer), sino que, muy por el contrario, cuestiona, critica e incluso pone como innecesarias legislaciones que protegen la integridad física y el derecho a vivir una vida libre de violencia de las mujeres. Un ejemplo de esto es cuando se menciona que las leyes contra el acoso callejero son malas porque pueden existir “falsas denuncias”. El posmachismo argumenta para negar derechos, no para garantizarlos y proponer mejoras ante posibles problemas.

“Si yo le pego a ella me voy preso, si ella me pega a mí está libre”

Una sociedad que educa afirmando que los hombres son fuertes, que no pueden mostrarse como vulnerables o víctimas, genera resultados en los que la violencia asociada a ellos parece “legítima”, cuando no debería serlo (violencia contra ellos mismos, contra otros hombres y contra las mujeres). Absolutamente nadie debe vivir violencia, sin embargo los estereotipos machistas han mermado nuestra forma de experimentar violencia. Gran parte de los hombres no denuncia hechos de violencia, no porque no existan leyes, sino porque sienten que no puede parecer débiles y que es ridículo victimizarse. Las feministas castigamos la violencia en todas sus expresiones y aunque sabemos existen casos en los que el hombre es víctima, estadísticamente que la mujer sea la agresora, es una estadística muy, muy baja. Si quieres castigar a alguien, castiga a la sociedad que porque te cree fuerte, se ríe si crees necesario denunciar. ¿Qué culpa tenemos las feministas cuando es claro que el machismo es quién te castiga?

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El argumento para todo lo anterior es simple: la forma en que nos han educado, ha construido una forma sobre “cómo debe ser un hombre” y “cómo debe ser una mujer”. Esta educación es parte de un sistema, sociedad y cultura machista patriarcal (además de binaria y heteronormada, ya que sólo reconoce dos sexos, dos géneros y una forma de amar). Por lo tanto, este modo es lo que ha construido una masculinidad violenta, con una paternidad poco activa, presionando a que sean proveedores económicos, competitivos, entre muchas otras características que si bien entregan privilegios, también construyen cadenas.

El posmachismo recibe ese nombre porque se esconde bajo la bandera de la igualdad para atacar la única ideología que hoy busca revertir la desigualdad entre hombres y mujeres. La “teoría del empate” ataca el feminismo argumentando que los problemas de los hombres son igualmente graves, olvidando que el origen de éstos también es el machismo.

Actualmente no vivimos en una sociedad feminista, así que absolutamente todas las presiones y consecuencias que puedan vivir hoy los hombres también son parte del resultado de un machismo encarnado en nuestra sociedad desde hace miles de años. Afortunadamente existen grupos de varones antipatriarcales que motivan estas reflexiones, aún son pocos, pero esperamos sigan creciendo con los años.

Las feministas no hablamos de los problemas de los hombres porque, tal como lo dice nuestra ideología, exponemos la situación de desigualdad que como mujeres vivimos en esta sociedad y esperamos revertir. Es una desigualdad histórica que nuestras compañeras llevan generaciones combatiendo. Hablamos desde nuestra vereda como lo hacen los grupos históricos de oprimidos. ¿O acaso la población afrodescendiente también tiene que luchar por los blancos que quizás son discriminados?

Si sólo nos atacas y aún no te has organizado, quizás es porque el machismo tan incómodo no te queda.

María Francisca Valenzuela