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«Patriarcal, capitalista y normativo»: Escritora peruana hace pebre a Vargas Llosa por sus críticas al feminismo

Por: El Desconcierto | Publicado: 20.03.2018
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Hace pocos días, el autor de «La ciudad y los perros» señaló estar preocupado porque cree que la literatura «pudiera desaparecer», y como culpable apunta al movimiento feminista, al que comparó con la religión que en el pasado levantaba «hogueras».

Como «una opinión dominante, que ataca lo que considera un peligro para su orden» catalogó la escritora y literata peruana Patricia de Souza la polémica columna que publicó el pasado domingo su coterráneo y también escritor Mario Vargas Llosa.

En el texto publicado en El País, el autor de «La tía Julia y el escribidor» relató la desesperanza que lo embarga por estos días y su preocupación por que la literatura pueda desaparecer. El culpable de sus angustias es el feminismo, «el más resulto enemigo de la literatura” y que, en sus palabras, “pretende descontaminarla de machismo, prejuicios múltiples e inmoralidades”.

El autor compara al movimiento que lucha por la igualdad de derechos con la religión, que en el pasado establecía «censuras gravísimas» y levantaba «hogueras», y critica a las «feministas radicales» que «se empeñan en que la literatura se vuelva inofensiva».

Así, en una nueva columna en La Mula, De Souza afirma que las palabras de Vargas Llosa representan «el ideario de la sociedad patriarcal, capitalista y sexualmente normativa: no reconoce (porque ignora), que la mujer no ha tenido derecho a la réplica en la representación de su cuerpo».

La peruana indaga en por qué se considera que el feminismo es un peligro, y la respuesta para ella es que «implica un cambio de valores, de modelo de sociedad, y una revolución cultural, no solo a nivel social y político, sino en el orden de los significados, en el del lenguaje. No es anti literario ni meta-cultural sino todo lo contrario».

«Para toda persona que escribe no debería ser un misterio que la literatura maneja ‘categorías de lenguaje’ que instalan un discurso y una representación del mundo. Desde la prehistoria, la narración universal ha ignorado a la mujer, viéndola solo como un receptáculo o un medio de preservación de la vida. Desde las primeras representaciones, la mujer ha estado ausente del relato universal (pinturas rupestres, por ejemplo) relegada a un segundo plano, el doméstico, aunque haya sido recolectora o cazadora», recalca.

La escritora agrega que los relatos literarios «han construido nuestra imaginación simbólica, cómo nos hemos alimentado de ficciones e historias para construir nuestras propias narraciones, de las cuales las mujeres hemos estado ausentes en su elaboración». Por lo mismo, dice que las afirmaciones de Vargas Llosa son las de un «escritor omnisciente» y que ve que «la literatura gira sobre sí misma, por eso reclama que no se vincule la obra con el autor, y mantiene esa separación que coloca las obras de autore.as fuera de su contexto, o sea, exactamente como el estructuralismo, la obra es inmanente, y está separada del autor-a».

Sin embargo, ella se manifiesta contraria, pues cree que el asunto es más complejo y paradójico, ya que «aunque el lenguaje muchas veces nos trascienda, yo creo que la intención, política, en este caso del feminismo, es importante. Y no puede ser soslayada».

De este modo, ante los ejemplos mencionados por Vargas Llosa –como la columna de la escritora Laura Freixas en que dice que el protagonista de «Lolita» de Nabokov era un pedófilo incestuoso violador de una niña que, para colmo, era hija de su esposa– ella afirma que «nadie está pidiendo que se prohíba que circulen esos libros, digamos falocráticos, en el mundo, sino que merezcan una lectura crítica, que se construya otra narración a partir de ellos, sobre las mujeres y sus roles o modelos femeninos«.

«Las mujeres que se inscriben dentro del feminismo deben tener una cosa clara: la dominación empieza por el lenguaje y la representación», asegura De Souza, quien agrega: «La literatura es un instrumento poderoso de alienación, pero también de liberación, el único enemigo del feminismo debe ser el pensamiento único que pretende hacernos creer que “no hay otra manera” (la famosa frase de Margaret Thatcher de la que VLL hizo grandes elogios en Contra viento y marea) y dejarnos con las manos atadas».

«Si hay otras formas de concebir la vida en sociedad, menos individualistas, más colectivas. Y abiertas. No debemos dejarlo entrampado en luchas partisanas, especuladoras e interesadas», concluye.

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