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Ser mamás

Por: Javiera Court Arrau | Publicado: 30.03.2018
Ser mamás mamas | Foto: Agencia Uno
El problema es que ese embarazo asistido es una realidad a la que solo un grupo selecto de lesbianas – que quieran embarazarse –, pueden acceder. Porque la inseminación artificial, el embarazo in vitro o cualquier otra técnica utilizada para embarazarse, tienen un valor que no todas podemos pagar.

Siempre que se habla de la “opción sexual” que, por lo demás, está mal dicho – la orientación no es opcional –, pienso en que si realmente fuese una opción, la elegiría mil veces.

Soy lesbiana, súper lesbiana y me encanta serlo. Un mundo laboral muy masculino y lleno de machos alfas, hizo que me encante aún más compartir mi vida de pareja con una mujer.  Nada en contra de ustedes chicos. Es solo cosa de gustos.

Pero hay algo que me da mucha envidia de las relaciones heterosexuales. La tienen harto más fácil cuando se trata de tener hijos. No todas, ésta claro.

¿Cuántas parejas heterosexuales conoces que han sido papas sin planearlo? Yo tengo varias amigas lesbianas que han sido madres. TODAS lo han planeado. Sin querer queriendo, no nos pasa. No hay forma.

No todas las mujeres quieren ser mamás, algo que poco a poco la sociedad va entendiendo. Pero si quieres o no ser madre, está lejos de tener que ver con tu orientación sexual.

Yo quiero ser mamá. Me gustaría embarazarme. Si no se puede, me gustaría adoptar. Ninguna de las dos es tarea fácil. Menos en Chile, pero se puede. El tema es cuándo.

Cuándo

Nos han dicho que traer a un ser al mundo es una gran responsabilidad. Que nos cambia la vida para siempre (¡para bien claro! Se convencen las más cansadas). Que hay que ser jóvenes porque se requiere mucha energía y que hay que aprovechar de hacer cosas antes porque con hijos no se puede hacer casi nada.

Al final, tomar la decisión de hacerse cargo de una criatura, es difícil. Para mi lo es. Sale más fácil que se te rompa el condón y no tomarte la pastilla del día después. O dejar de tomar anticonceptivos y ver qué pasa.

Siempre puede ser un buen momento. Los niños no necesitan que tengas plata o tiempo. Conozco a padres espectaculares que han tenido a su primer hijo siendo escolares, que han vivido situaciones económicas muy adversas y familias en que ambos progenitores trabajan mucho. Al final cada familia es única y es distinta. Si  la base es el amor, funciona.

El real problema

Comencé esta columna por mis ganas y miedos de ser mamás con mi pareja. Motivada por el sueño de agrandar la familia que ya tenemos, pero acompañada de las dudas sobre “el momento indicado”.

Cuando una lesbiana comienza el proceso de embarazo, las posibilidades de quedar embarazada son altísimas. Pensamos siempre. Al final es un embarazo asistido a una persona, que hasta que no se descubra lo contrario, es una mujer fértil. Pero el verdadero problema es otro.

El problema es que ese embarazo asistido es una realidad a la que solo un grupo selecto de lesbianas – que quieran embarazarse –, pueden acceder. Porque la inseminación artificial, el embarazo in vitro o cualquier otra técnica utilizada para embarazarse, tienen un valor que no todas podemos pagar.

Cuando una lesbiana no tiene “las lucas” para un embarazo asistido, busca la versión económica. “Tirarse” a un amigo o bien a un desconocido en un bar. Las historias son muchas. Siempre distintas. Con la guagua en brazos, todo esfuerzo y humillación valió la pena para esas miles de madres.

 No es justo que tengan que pasar por esa humillación. No lo es. No todas están dispuestas a hacerlo. Yo no lo haría. La orientación sexual no discrimina por estrato socioeconómico y ser pobre sigue siendo mucho más injusto que ser LGBTI+.

Javiera Court Arrau