Avisos Legales
Opinión

Nos tiene que doler

Por: Daniela Carvacho Díaz | Publicado: 29.04.2018
Nos tiene que doler manada | Foto: www.eldiario.es
¿Por qué una víctima de violencia sexual debe resistir para demostrar que fue agredida, pero en cambio en caso de asalto se nos llama a no resistir? El machismo es pura violencia, este fallo fue como una nueva violación. Basta leer las palabras del juez que pidió absolución de los agresores, para quien los ruidos de la víctima “eran más bien excitación sexual” y no de dolor.

Este jueves 26 de abril ha sido uno de los más amargos y tristes para nosotras. En España, una mujer de 18 años fue penetrada anal, oral y vaginalmente por 5 hombres, contra su voluntad, estando ebria, habiéndose demostrado la planificación de la acción por parte de los agresores, quienes la grabaron, subieron videos a Internet y además se jactaron de su fechoría en un grupo de WhatsApp.

A pesar de aquello, los tribunales de justicia dictaminaron que por no existir de parte de ella resistencia, no habría entonces violencia o agresión de parte de los acusados, por lo tanto, no habría violación sino simple abuso sexual continuado. Me parecía inverosímil que, en un tribunal de justicia, por patriarcal que fuera esa justicia; en un Estado de derecho, por liberal y restringida que fuese su democracia; y en uno de los países cuyo movimiento feminista hoy da lecciones de fuerza, pudieran sus jueces negar la violencia de este hecho, desestimando el delito de violación. Pienso en ella, cuya vida fue destruida por 5 machos que actuaron en manada, perversos, inhumanos, seres infames. Pienso en su valentía al decidir denunciar, en la exposición de un caso con tanta visibilidad pública. Ella, que decidió vivir, que prefirió cuidar su vida antes que ofrecer una resistencia inútil a 5 hombres mayores, más grandes y superiores en número, ahora además tiene que hacer frente a un fallo que dice que para que fuera violación debió decir explícitamente que no, cuando nunca dijo que sí; debió arriesgar su vida ofreciendo una resistencia inútil, y como no lo hizo, porque estaba en shock, en realidad no hubo violación.

Este fallo nos ha dolido en lo más profundo, en nuestras propias carnes. Pero, aunque parezca irracional, no lo es, pues tiene un propósito claro: desconocer nuestra voluntad, relativizar los delitos de carácter sexual y reafirmar que, ante casos de violencia sexual, no importa el carácter estructural del patriarcado, siempre será la víctima la responsable de cuidarse, resistir y probar las agresiones recibidas, según los parámetros establecidos por machos cómplices que construyen la ley a su medida.

Es un fallo que busca ser aleccionador y por eso lo rechazamos, porque nos están diciendo que, si no resistimos activamente, ante un escenario de total desproporción de la fuerza entre víctima y victimario, estamos dando nuestro consentimiento. Dicen que no la amenazaron con armas, como si sus cuerpos no fueran arma suficiente ¿Por qué una víctima de violencia sexual debe resistir para demostrar que fue agredida, pero en cambio en caso de asalto se nos llama a no resistir? El machismo es pura violencia, este fallo fue como una nueva violación. Basta leer las palabras del juez que pidió absolución de los agresores, para quien los ruidos de la víctima “eran más bien excitación sexual” y no de dolor.

Por lo mismo es que hoy resulta urgente que nos escandalicemos, que nos rebelemos contra esta injusticia, porque el silencio, la falta de empatía, la complicidad, la relativización, la burla y la indiferencia son el caldo de cultivo para que estos hechos ocurran. Solo cuando esa violencia naturalizada sea rechazada, podremos avanzar en organización colectiva contra el machismo que hoy nos golpea con este fallo, pero que cada día nos golpea con trabajos precarios, dobles jornadas y estereotipos esclavizantes.

Para nosotras, esta es una verdadera declaración de guerra. No podemos seguir pensando que mañana podemos ser las siguientes. Nos enseñan desde pequeñas a cuidarnos, a no provocar, a andar calladas, sin llamar la atención, nunca andar solas, nunca resistirnos porque nunca tendremos la fuerza para zafar de nadie, mientras a ellos nunca les enseñaron a reconocer nuestro derecho a vivir en paz. Y además nos juzgan por no resistir activamente cuando otro ser humano nos violenta con toda probabilidad de que además de atacarnos sexualmente, nos quiten la vida.

Y no es la bestialidad de un grupo de hombres, sino la complicidad patriarcal entre los hombres y su defensa corporativa, lo que aterra. Utilizan a destajo los recursos que tienen a su haber, se sirven de la ley patriarcal, nos exigen una carga probatoria ridícula en casos de violencia sexual, para cuidarse entre ellos y decirnos que nuestras vidas no valen nada. Se protegen, se cobijan, se aplauden, se celebran. Saben que proteger sus privilegios es su tarea histórica, la tarea de todo hombre que no solo desconoce sus privilegios, sino que los conoce, los ejerce y los protege. Para ustedes, hombres, esta tiene que ser una vergüenza permanente que los llame a reflexionar. Si ustedes después de esta noticia no sienten nada, si no creen que tienen una tarea, si no sienten culpa, si al leer estas palabras piensan “no todos los hombres” en lugar de decir “qué mierda nos pasa”, entonces deben saber que el machismo en su interior opera a destajo, resguardándoles de la culpa, perpetuando la complicidad de la omisión y la no acción ante estas violencias.

Podemos tener dudas sobre qué feminismo impulsamos, y aquí estaremos dispuestas a trabajar para responder esa pregunta, para construir un feminismo radical en su crítica al patriarcado y convocante, que hable a los sectores abandonados donde el machismo se desata sin ningún disimulo; un feminismo que no se quede en ley de cuotas, porque las migrantes, las trabajadoras de comida rápida, call center, las temporeras, las trans de la pobla, las prostitutas, las trabajadoras de casa particular y las que se parten el lomo en la casa, no necesitan cuotas para seguir accediendo a trabajos precarios y vidas de miseria; un feminismo que no se conforme con el castigo, sino eduque y reeduque, con foco en cambio cultural, pero sin tolerar la impunidad. Un feminismo emancipador que luche contra la opresión sexista. Porque el feminismo es teoría política para la emancipación, es práctica cotidiana, y es amar a las mujeres porque somos seres humanos.

Sin embargo, para que podamos hacer todo eso, tenemos que esforzarnos sinceramente y sentir la necesidad de cambiar esta realidad. Impulsar escuelas de formación, talleres de sensibilización, autoformación, revisión de nuestras prácticas, trabajo feminista en todos los espacios. Por lo mismo, hombres, observen sus prácticas, sentimientos, formas de vivir los afectos, de pensar la familia, de actuar ante la violencia machista. No dejen esa tarea en nosotras, que bastante tenemos con nuestras vidas y el desafío de construir desde el feminismo, en medio de la civilización del macho. Estaremos siempre disponibles para formarnos, pero hay una pega que empieza por casa: cuestionarnos.

No es posible una revolución que no sea feminista, que no mire al patriarcado como un sistema estructural que, en unidad con el capital, nos somete a toda clase de miserias. La revolución democrática que soñamos debe ser feminista. Hoy el pueblo español se alzó con la fuerza de un movimiento feminista que planta cara contra la ofensiva machista, exigiendo dignidad. En España la gente salió y seguirá saliendo a la calle a protestar. Nuestra tarea es que esa respuesta emerja también en Chile, para que nunca más ninguna mujer en este país viva ni en ningún otro, sufra esta burla. Porque merecemos vivir en paz.

Daniela Carvacho Díaz