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Opinión

Un hombre tiene que hacer, lo que un hombre tiene que hacer

Por: Paulina Larrondo | Publicado: 12.05.2018
Un hombre tiene que hacer, lo que un hombre tiene que hacer ministros | Foto: Agencia Uno
Con el rechazo de la Contraloría General de la República al Protocolo de Objeción de Conciencia elaborado por el Ejecutivo con relación a la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en Tres Causales, serán varios los Servicios de Salud, que habiéndose acogido a la Objeción de Conciencia Institucional, deberán revisar su futura relación con la salud pública de Chile.

Hasta el año 2017, Chile se encontraba en la lista mundial de países que mantenían la prohibición total del aborto, incluso cuando peligraba la vida o la salud de la mujer, según el Informe 2017/18 de Amnistía Internacional.

Con el rechazo de la Contraloría General de la República al Protocolo de Objeción de Conciencia elaborado por el Ejecutivo con relación a la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en Tres Causales, serán varios los Servicios de Salud, que habiéndose acogido a la Objeción de Conciencia Institucional, deberán revisar su futura relación con la salud pública de Chile. Cabe señalar que lo impracticable de esta medida se expande también a la objeción de conciencia individual, pues el día a día, puede  situar a los médicos en escenarios en las que su objeción podría arriesgar la vida y la salud de la mujer requirente, y no cuenten con la red necesaria para derivarla. No es una situación alejada; las características físicas y de comunicación del país dan cabida a lo impensado: que aquella mujer quede sin recibir una garantía de salud sólo por problemas ético-logísticos.

Por otra parte, esta postura se asienta en la certeza absoluta de estar en lo “correcto” de acuerdo a nuestras convicciones individuales. ¿Cuántas veces hemos elegido actuar de determinada manera, en el nombre de nuestras convicciones, y con el tiempo hemos caído en cuenta de que estábamos errados? En conversaciones con una amiga a la que su hijo le había fallado, hablamos de nuestras propias faltas, y ella ¿alguna vez actuó con convicción y resultó estar equivocada? Y claro, hace 20 años atrás tomó una mala decisión profesional, de la cual aún le quedaban lágrimas. De esta forma, nuestras certezas, por supuesto que pueden ser erradas, pero en nombre de la libertad, las actuamos y no consideramos el efecto que puedan tener sobre otros más vulnerables y que dependen de nuestro criterio.

No deben ser pocas las ocasiones en que a las personas se nos pide, en pro de un beneficio mayor, silenciar y omitir nuestras perspectivas individuales. Lo ético es cuando esta demanda proviene de nuestra propia razón, que nos dicta algo -un deber-, que va en contra de nuestros intereses individuales.

Porque en ocasiones, traicionarse a uno mismo en beneficio de otra causa es lo exigible éticamente, aunque incluso pueda dañar nuestros intereses individuales, subjetivos y objetivos. Obrar en contra de nuestras propias convicciones es un acto ético, sin código previo ni garantía, se la juega siempre en la intemperie.

Paulina Larrondo