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Opinión

Necesitamos una Ley de Parto Humanizado en Chile

Por: Dra. María Soledad Ramírez | Publicado: 17.05.2018
Necesitamos una Ley de Parto Humanizado en Chile Recien nacida – parto | / Agencia Uno
Una mujer que vive su parto informada, empoderada, libre, sostenida y apoyada en sus decisiones conscientes y autónomas es una mujer que tendrá una mejor experiencia de maternidad y de vida. Es una mujer que tendrá más recursos al servicio de vincularse sanamente con sus hijos.

Llevo más de 10 años atendiendo como psiquiatra, mayoritariamente consultan mujeres. Muchas mujeres en etapa perinatal: embarazadas, cerca de su parto, luego de parir y en período de crianza temprana.

La tasa de depresión postparto hoy en Chile alcanza entre un 10 a 20%, sin perjuicio de lo anterior la presencia de síntomas ansiosos o depresivos ocurre hasta en un 40% de las mujeres en el postparto. Si bien, se describen múltiples factores en su aparición y evolución, algunos de estos parecen ser la ocurrencia de acontecimientos vitales estresantes, problemas obstétricos o en el parto, bajos niveles de apoyo social y altos niveles de ansiedad materna durante el embarazo.

Es así que los problemas y trastornos mentales en las mujeres, se pueden desarrollar como consecuencia de problemas de salud reproductiva, entre los cuales está la falta de elección en las decisiones reproductivas.

Tal como se redacta en el Protocolo de Detección de la Depresión durante el Embarazo y Posparto, y Apoyo al Tratamiento (Guía MINSAL, 2014), los sistemas de salud, la comunidad y el entorno social, deben dar prioridad a los problemas y trastornos mentales de las mujeres y las familias. Los aspectos de salud mental de la salud reproductiva son fundamentales para lograr el Desarrollo del Milenio en reducción de la pobreza, tanto en el Objetivo Desarrollo del Milenio (ODM) Nº 3 sobre igualdad de género, como en el ODM Nº 4 sobre reducción de la mortalidad materna e infantil.

Esto no es por activismo feminista, aunque sabemos que constituye violencia de género. Tampoco por un movimiento hippie o convicciones puramente espirituales, aunque muchos podamos tenerlas, y menos por capricho ni moda. Esto es un asunto de salud pública.

Nos encontramos en un país donde la tasa de síntomas depresivos y ansiosos alcanza a más de un tercio de las mujeres, donde sabemos que ellas tienen el doble o triple de riesgo de enfermar psíquicamente en comparación a los hombres. Donde sabemos con certeza que el postparto es la etapa de mayor vulnerabilidad emocional y de mayor riesgo de debut o recurrencia de trastornos psiquiátricos en la mujer.

Nos encontramos en un país donde la mayor cantidad de licencias médicas es extendida a mujeres en etapa reproductiva y laboralmente activas. Donde la depresión constituye una de las primeras causas de años de vida perdidos ajustados por discapacidad. Donde el intervencionismo médico alrededor del parto parece haberse instalado, con cifras de cesáreas, por ejemplo, que superan ampliamente el 10-15% sugerido por la OMS (¡en el sector privado las tasas llegan al 70%!).

No podemos menos que pensar, que reflexionar acerca de qué conductas podríamos cambiar como sociedad, como equipos médicos a cargo de la salud de mujeres, niños y familias; y, en este punto, la atención del parto toma un lugar trascendental.

Cada día nacen en Chile entre 600 y 700 niños. La supervivencia se ha impuesto por lejos, dejando atrás las altas tasas de mortalidad materno infantil de décadas anteriores. Ya es tiempo de preocuparse no sólo de que esas madres y niños vivan, sino también de cómo vivan esta experiencia de nacer.

La OMS declara: «no hay salud sin salud mental», yo agregaría no hay salud sin salud mental perinatal.

Es en el momento del nacimiento y todo el período que lo rodea, una etapa crítica y crucial, donde se instalan mecanismos de regulación neuro-hormonal de diversos tipos, que comienzan a moldear nuestros recursos sociales y emocionales con los que nos desenvolveremos de por vida. Más allá de aspectos puramente psicológicos o espirituales estamos atentando contra nuestra biología.

Por todos los niños que vienen, por sus madres y sus posibilidades de bienestar, por la humanidad entera: queremos no sólo nacimientos sin complicaciones obstétricas. Anhelamos y necesitamos, como sociedad, nacimientos sin complicaciones ni secuelas emocionales a largo plazo. La vida no es sólo cantidad, es también y en igual o más parte CALIDAD.

Por vidas de mejor calidad, por mejores maternidades y, derivado de esto, mejores vínculos, por una mejor salud mental para todos: necesitamos una mejora en el trato que reciben mujeres y niños al momento de la gestación, parto y postparto.

No podemos esperar que esto surja sólo desde un movimiento de consciencia y educación emocional. Creo que hay aspectos desde los que una ley que regule estos aspectos puede ayudar. No se trata de perseguir al gremio obstétrico, pero sí de pedir un cambio. Hay protocolos que requieren ser revisados, así como hay información que requiere ser urgentemente actualizada.

No es sólo evitar o deslegalizar políticas de malos tratos, es también promover las de buen trato, porque es mejorar el cuidado de una etapa vital trascendente y saber que, de esta manera, estamos cuidando nuestra sociedad entera.

Una mujer que vive su parto informada, empoderada, libre, sostenida y apoyada en sus decisiones conscientes y autónomas es una mujer que tendrá una mejor experiencia de maternidad y de vida. Es una mujer que tendrá más recursos al servicio de vincularse sanamente con sus hijos.

Y sus hijos heredarán de múltiples maneras, mejores modos de relacionarse con el mundo. Es urgente.

Por un mundo con menos violencia, erradiquemos la violencia del minuto cero.

Por nacimientos en paz.

Ley de Parto Humanizado en Chile, te necesitamos.

Dra. María Soledad Ramírez