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Los tiempos de Camila Moreno

Por: Raimundo Echeverría | Publicado: 29.05.2018
La cantautora chilena se despidió de los escenarios por tiempo indefinido ante un repleto Caupolicán en lo que puede ser catalogado no sólo como uno de los mejores espectáculos del último año en Chile, sino de una catársis feminista colectiva justo en pleno mayo del ’18. En esta crítica, Raimundo Echeverría analiza la trascendencia de Camila Moreno: la artista, la madre, la bruja, la mujer.

*** Futuro

“¡Alerta, alerta, alerta machista, que todo el territorio se vuelva feminista!” retumba en un Caupolicán pletórico de energía apenas un par de canciones iniciado el concierto. Camila Moreno, puño en alto, voz convocante, lidera el canto que se ha vuelto protesta en un giro aparente que sólo obedece a una intransable búsqueda interior. Es 24 de mayo en Santiago, fecha de despedida de la artista de los escenarios, que el azar encadena con el mayo feminista que ha venido a importunar a, al menos, la mitad Chile. Certera coincidencia, para Camila el arte y la política deben incomodar.

La política no es ajena en la trayectoria de Camila. En el inicio de su carrera, dado el éxito de “Millones” (2009), se le intentó hacer parte de una tradición de ponchos y guitarras de palo, de la que se sacudió con Panal (2012) y Mala Madre (2015), superando el evidente panfleto y cargándose de una peligrosidad porosa, menos legible en cánones ordinarios. “Millones” fue la referencia del status quo para catalogarla de ese modo y por lo mismo ha insistido en alejarse de ella, pese a que en redes sociales el público se la exige con rigor. No obstante su extrañamiento instintivo, logra una apropiación de la canción en el acto de invitar a Javiera López, joven mujer militante, a presentarla con un discurso que desde “la rabia histórica” llamaba a la multiplicación del feminismo; para luego dar inicio a una interpretación urgente acompañada de una punzante Natalia Valdebenito en las rimas (“ellos gobernaron el pasado, la rutina, la energía, no gobernarán el futuro”; “todos los días matan a una mujer y no insistas que es mentira”).

*** Presente

Camila Moreno explora el dolor. No quiere hacer música para “mover el potito” , lo suyo es un salto decidido hacia un acantilado propio, cubierto de sombras dispuestas ser recorridas. Camila se encuentra en la fealdad, en el error, en el centro de la exclusión social. Ella define la Mala Madre “como un aspecto de la humanidad, que cruza a los hombres y mujeres, que tiene que ver con una energía salvaje, con una energía del no deber ser”. Se asume como una bruja, como parte de una genealogía de mujeres asesinadas por el mundo masculino por rebelarse a él, en comunidad con las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las mal folladas, las infollables, las histéricas, las taradas, todas las excluidas del mercado de la buena chica que destaca Virginie Despentes en Teoría King Kong (2006).

La Mala Madre sigue amenazada por su constitutiva rebeldía. Hay incertidumbre, a Camila le parece que la inquisición está a la vuelta de la esquina, a un pestañeo histórico. “La inquisición no fue hace mucho tiempo, los procesos humanos son súper largos, creo que si tenemos una sociedad como la de hoy es porque viene desde ahí”, hablaba el año 2015. La Mala Madre es aquella fuerza impugnadora que abre un presente que no termina de nacer, entre lo viejo que se resiste a morir.

*** Pasado

Hace 280 millones de años, entre el fin de la era Paleozoica y comienzos de la Mesozoica, el movimiento de las placas tectónicas en el interior de la tierra permitió una agrupación de todos los continentes en uno. Surge Pangea, un supercontinente rodeado completamente por el océano Panthalassa, habitado por anfibios, reptiles, enormes invertebrados e insectos salvajes que vivieron en libertad hasta una nueva alteración del equilibrio terráqueo. Gigantescas masas de roca golpeando entre ellas a lo largo de fracturas de miles de kilómetros provocan, en movimiento imperceptible e incesante, una desintegración de esta totalidad que termina por configurar los continentes que conocemos en la actualidad. En métrica geológica la existencia de Pangea es breve: durante sólo aproximadamente 100 millones de años fue posible recorrer la tierra de un punto a otro cualquiera sin mediar ningún mar, en un planeta que lleva unas 4.400 millones de vueltas al sol.

*** El tiempo de Camila Moreno

Pangea es un show que transformó las canciones de Camila. Tomó vuelo propio para ofrecer uno de los mejores espectáculos que se hayan podido presenciar en Chile durante el último año. Camila Moreno se erige como una intérprete de primer nivel, haciendo de su retiro una dura ausencia para quienes hemos quedado con el corazón en la mano en cada uno de sus conciertos. Su primer Caupolicán, repleto a rabiar, es el triunfo de una apuesta artística honesta, que confió sin claudicaciones en la nobleza de sus recursos.

En sus últimas palabras sobre un escenario hasta quién sabe cuándo, hablaba del fin de una era. Es cierto: el machismo, rampante en el modo general de organizar la vida social en Chile, tiene sus días contados, o al menos, ya no podrá desplegarse como hasta antes de este mes. También es el fin de Pangea, entelequia excedida de energía colectiva que tuvo por operación inherente la transformación y como destino incorregible la desintegración. Como consuelo nos prometió que este período “seguramente se pasará volando”. ¿En qué tiempos habrá estado pensando? La inquisición sigue vigente, pero habitamos un presente de agitación. Quizá el orden patriarcal, de milenaria estabilidad geológica, sufra un enjambre de terremotos que enciendan la alerta y el territorio al fin se vuelva feminista. Y ahí volverá Camila, llena de mayo del ’18, a bailar sobre nuestras nuevas grietas.

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