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Mes del parto respetado: La placenta como cultura, empoderamiento y medicina

Por: core | Publicado: 29.05.2018
La placenta puede ser ocupada como tratamiento vitamínico para la mujer durante las primeras horas después del parto y durante la cuarentena, o como tratamiento para regenerar tejidos en casos de desgarros perineales o grietas en las mamas provocadas por el inicio de la lactancia. La evidencia revela incluso la conexión entre un tratamiento adecuado y respetuoso de la placenta y el cuidado y la mantención de una buena salud tanto en la mujer, como en el recién nacido, su entorno familiar y de comunidad.

Pedir los permisos, dar honores a la naturaleza y a la medicina de la placenta forman parte de la recuperación de un territorio ancestral que tiene que ver con el parto, el oficio de la partería y el cuerpo de cada mujer. Sin embargo, para muchas personas oír sobre estos temas crea distancia y extrañeza, tanto por el desconocimiento e ignorancia que existe en torno al parto y la placenta y porque por muchos años el ejercicio del nacimiento y todo lo que lo rodea, estuvo solo en las manos de la ciencia biomédica y el mundo de la obstetricia y ginecología.

Pero la historia es testigo que hasta antes del siglo XIX el parto no era tratado como una enfermedad y todo lo que lo rodeaba era un tema netamente femenino, en donde se investía de un carácter sagrado y divino indiscutible para las mujeres y los hombres, el cual era una práctica libre y cotidiana en donde el conocimiento y el saber del parto era concebido como un quehacer reservado y respetado.

¿Pero qué ha sucedido desde ese tiempo a la fecha? En la actualidad, la Declaración de la OMS de 1985 (Fortaleza, Brasil) entrega recomendaciones para el parto y el nacimiento, que señalan que la mujer que da a luz en una Institución puede conservar su derecho a decidir sobre el destino de su placenta. En Chile, la Ley de Deberes y Derechos del Paciente y la Constitución Política, resguardan las prácticas culturales y significativas a personas pertenecientes o no a pueblos originarios para su mayor desarrollo espiritual; y desde el año 2017 se encuentra en vigencia el decreto 208 que autoriza la solicitud y entrega de la placenta a todas las mujeres que la soliciten con motivos culturales o de cosmovisión incorporando un enfoque de derechos humanos en la salud, que involucra brindar atenciones y respeto a la pertinencia cultural de la mujer madre, la autodeterminación y su cuerpo.

Es por ello que cada vez son más las madres que demandan estas prácticas y vuelven a su casa con él bebe más la placenta, y al mismo tiempo, mayor la cantidad de matronas que una vez finalizado el parto les ofrecen la posibilidad a las mujeres de llevárselas consigo.

Y es que el cambio de paradigma que como sociedad se está generando en torno a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres también se ve reflejado en el quehacer del parto, ya sea desde el activismo promoviendo un parto respetado y un proyecto de ley que lo resguarde desde la institucionalidad o implementando salas de parto que apunten a las necesidades de las mujeres y los recién nacidos, hasta nuevas corrientes de pensamiento que resignifiquen a la placenta como un órgano sagrado.

En esta redención cultural, uno de los rituales más tradicionales realizado por las familias es sembrar la placenta en la tierra para luego plantar un árbol, es así como si la recién nacida es mujer será un árbol medicinal y si es hombre será un árbol frutal. La placenta según la cosmovisión indígena es símbolo de vida y abundancia y representa la relación entre la madre y el nacido. Su tratamiento ceremonial se resguarda para un ámbito más íntimo, que facilitaría a la familia y al entorno una mayor cercanía con el recién nacido.

En líneas generales, desde la medicina placentaria, lo que se puede realizar tras el alumbramiento es muy variado y va desde la elaboración de las cápsulas de placenta, batidos, tinturas homeopáticas, cosmética (pomadas, oleos, shampoo, jabones), grabados artísticos (pinturas), parches cicatrizantes y tambores elaborados con las membranas amnióticas, atrapasueños con el cordón umbilical, hasta joyas y chocolates se puede elaborar con esta poderosa medicina.

Incluso la placenta puede ser ocupada como tratamiento vitamínico para la mujer durante las primeras horas después del parto y durante la cuarentena, o como tratamiento para regenerar tejidos en casos de desgarros perineales o grietas en las mamas provocadas por el inicio de la lactancia. La evidencia revela incluso la conexión entre un tratamiento adecuado y respetuoso de la placenta y el cuidado y la mantención de una buena salud tanto en la mujer, como en el recién nacido, su entorno familiar y de comunidad.

Pero cabe destacar que la incorporación de este decreto en Chile, que nos permite la solicitud de la placenta, solo fue posible gracias a cientos de familias que realizaron sus peticiones formales de la placenta en las instituciones de salud, más la coordinación y trabajo de diversos grupos y agrupaciones de mujeres que en las Secretarias Regionales Ministeriales recolectaron firmas y presentaron sus cartas, además de innumerables charlas informativas y círculos femeninos a lo largo del país.

Un ejemplo más de que el activismo y la organización son un mecanismo efectivo para la conquista de nuestros derechos. En el mes del parto respetado decimos:

¡Menos intervenciones y más acompañamiento!

Para contactarse escribanos a medicinadeplacentachile@gmail.com

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