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Hablarle a la izquierda desde los medios de la derecha

Por: Pedro Santander | Publicado: 30.05.2018
Hablarle a la izquierda desde los medios de la derecha medios |
El poder seduce, y se trata de una transacción seductora: tal como el izquierdista que con frecuencia y fruición da entrevistas al medio de derecha le transfiere a éste prestigio (por ejemplo, fama de ser pluralista), el medio de derecha que ocupa un lugar importante en el campo del poder, le concede al entrevistado realce, popularidad y lucimiento. Aumenta así el capital simbólico de ambos en una transferencia en la que, eso sí, gana la derecha, no los advenedizos. 

Los medios no reflejan la realidad, reflejan las relaciones de fuerza que en un momento histórico dado existen en una sociedad.

Eso explica, por ejemplo, la aparición de la prensa obrera a principio del siglo 20, en paralelo con la constitución de partidos de corte clasista como el Partido Comunista y el Partido Socialista, junto con el movimiento anarco-sindical. O que en el momento más democrático y plural de nuestra historia nacional –el gobierno de la Unidad Popular– el abanico de medios disponibles (diarios, revistas y radio, fundamentalmente) se desplegara desde la ultra derecha hasta la izquierda más radical. O que cuando se re-articula la oposición a la dictadura cívico-militar en la década del ’80 comenzara también a rearticularse la prensa opositora, sobre todo en formato de revista, y ya a finales de la dictadura, en formato diario. O que nada más asumiendo la Concertación la conducción del bloque neoliberal durante la transición postpinochetista, se condenara a muerte a la prensa política crítica y se asegurara mediante variados mecanismos la centralidad del duopolio periodístico (Copesa y El Mercurio), que operó en paralelo al duopolio político, conformado por la Concertación y la Alianza por Chile.

Hoy, ante el incipiente quiebre de ese duopolio político, a raíz del fin de la Concertación y de la irrupción del Frente Amplio, podemos hipotetizar que también se están dando las condiciones objetivas para una reconfiguración del campo comunicacional que dé cuenta de esa nueva correlación de fuerza en el país.

Sin embargo, eso no sucede automáticamente. La voluntad humana, política, social de los actores es fundamental para que ocurran los cambios que logren reconfigurar el statu quo. Eso también vale para el plano mediático-comunicacional.

Además del evidente respaldo económico, ¿qué más necesitan los medios para ser referentes? Capital simbólico, es decir, prestigio, credibilidad, crédito, renombre, notoriedad, etc. Eso se logra y acumula, entre otros, mostrando fortaleza para incidir en los procesos de toma de decisión, capacidad para marcar la agenda y también condiciones para construir una comunidad que se sienta identificada con los temas que se ofrecen a su público y el modo en que dichos temas se abordan. Se construye así una “comunidad interpretativa”.

En ese sentido, el contexto chileno actual implica también un desafío comunicacional para las fuerzas que apuestan por el fin del duopolio político y mediático, pues la consolidación de un cambio político se juega también en el plano mediático-comunicacional, y quienes lideran las fuerzas de transformación juegan un rol importante en esa tarea.

En ese sentido, vale la pena reflexionar en torno a cómo lidiar desde la izquierda (la misma que logró abrir una brecha en el duopolio) con un campo comunicacional (aún) hegemonizado políticamente por la estructura duopólica.

Darle exclusivas, portadas o entrevistas que permitan a medios de derecha marcar la agenda es una opción no sólo de gestión de prensa, también es una decisión política. Peor aún si eso se convierte en rutina de los/las dirigentes del FA y nos obliga a quienes nos identificamos con ellos/as a acudir a la prensa duopólica para saber qué piensan, qué debaten, qué proponen al país. Es un cuadro suicida el que se puede configurar: que la izquierda se vea obligada a seguir la prensa de derecha para saber qué opinan sus dirigentes.

Claro, el poder seduce, y se trata de una transacción seductora: tal como el izquierdista que con frecuencia y fruición da entrevistas al medio de derecha le transfiere a éste prestigio (por ejemplo, fama de ser pluralista), el medio de derecha que ocupa un lugar importante en el campo del poder, le concede al entrevistado realce, popularidad y lucimiento. Aumenta así el capital simbólico de ambos en una transferencia en la que, eso sí, gana la derecha, no los advenedizos.

Si no lo creen, es cosa de ver cómo le fue a la Concertación en esa seductora, encantadora y deslumbrante transacción a la que se acostumbraron.

Pedro Santander