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Opinión

Eutanasia: El derecho más inalienable del ser humano

Por: Lucía Alegrete González | Publicado: 24.06.2018
Eutanasia: El derecho más inalienable del ser humano eutanasia | Foto: Shutterstock.
En total son cinco los países que aceptan la eutanasia activa, es decir, aquella donde la muerte se obtiene mediante acciones dirigidas a acortar o suprimir el curso vital, y son Holanda, Bélgica y Luxemburgo y, en el continente americano, Colombia y Canadá. Eso hace que si el proyecto de ley de eutanasia, presentado en el Congreso en 2014 y que hoy ha vuelto a captar la atención mediática, logrará avanzar adecuadamente, Chile podría sentar un precedente en la región y en el mundo.

El hombre, desde el momento que nace, está tristemente condenado a morir.

Muchos grandes intelectuales han afirmado, durante el paso de los siglos, que la existencia humana carece de sentido al estar todos, irremediablemente, abocados a extinguirnos.

Ese fue el motivo, de que algunos de ellos encontraran su “refugio” en el suicidio, como la manera de reivindicarse frente a un destino imposible de truncar.

La única libertad real que poseemos es la capacidad para decidir sobre nuestra propia vida.

Aunque ninguna persona desee de antemano morir, este recurso puede ser empleado como vía de escape ante situaciones extremas o para tratar de paliar uno de los grandes males del mundo moderno: el vacío existencial.

En este contexto, aparece uno de los grandes debates morales de las sociedades contemporáneas: la eutanasia.

Estos días el tema ha vuelto a ser una vez más noticia en Chile, debido al mediático caso de Paula Díaz. La joven, de 19 años, sufre desde 2013 una extraña condición, aún no diagnosticada, que ha ido haciendo mella en su sistema neuronal y físico provocándole dolores extremos.

Este domingo, la familia de la joven organizó una protesta frente al Palacio de la Moneda para que el Gobierno se haga cargo del caso, y escuche la su petición de derecho a una muerte digna.

“Hola, soy Paula y exijo mi derecho a descansar, por favor ruego de su apoyo y comprensión a la decisión que he tomado por la eutanasia”, rezaba un audio que su hermana Vanessa mostró a la prensa.

¿Cómo puede suceder que una persona suplique por su derecho a morir?

La Moneda no ha tardado en dar una respuesta. La vocera de Gobierno, Cecilia Pérez, indicó que el Gobierno es siempre partidario de la vida. “Creemos en el buen morir, en la dignidad, en la libertad, eso es muy distinto al suicidio asistido», señaló.

Afirmación totalmente contradictoria.

La realidad es que ninguna autoridad tiene la potestad de poder opinar sobre la existencia de otra persona.
Cualquier persona natural que decida voluntariamente, y por los motivos que estime necesarios, poner fin a su vida debería tener la completa libertad de poder hacerlo.

Sin embargo, el tener una condición sintomática que te permita hacerlo te arrebata también esa libertad tan obvia.
¿No es esto, sin lugar a dudas, el mayor caso de exclusión hacia las personas vulnerables o enfermas?

Alrededor de un millón son las personas las que se quitan la vida cada año en todo el mundo. De hecho, según la OCDE, Chile es el segundo país con la tasa más alta de suicidios, superado únicamente por Corea del Sur.

Siguiendo la tesis de los opositores a la legislación de la eutanasia, se debería entonces controlar a ese millón de personas, impidiendo que puedan cometer suicidio y, más aún, se les debería detener y encarcelar.

Lejos de lo que pueda parecer, esto no es una propaganda de fomento el suicidio, sino una búsqueda incansable por promover la justicia e igualdad.

Si yo tengo el derecho a poder elegir sobre mi propia vida, todo el resto de personas, en cualquier condición, deberían también tenerlo.

Pero no es lo mismo- pensarán muchos- al tener que involucrar a otra persona. Persona que, por practicar el suicidio asistido es considerada una “asesina” y debe enfrentar altas penas de cárcel.

Siguiendo esa visión, el verdugo que ejecuta la pena de muerte, en los países donde es legal, también debería ser catalogado del mismo modo. O los abogados que firman órdenes de divorcio ser considerados responsables directos de la separación de una pareja.

Esta trágica ironía recuerda, una vez más, lo absurdas que pueden ser las leyes en temas tan obvios como éste.

Por ese motivo, sorprende descubrir que son pocos los países que se han atrevido a legislar abiertamente sobre un tema que debería ser totalmente aceptado en las sociedades desarrolladas.

En total son cinco los países que aceptan la eutanasia activa, es decir, aquella donde la muerte se obtiene mediante acciones dirigidas a acortar o suprimir el curso vital, y son Holanda, Bélgica y Luxemburgo y, en el continente americano, Colombia y Canadá.

Eso hace que si el proyecto de ley de eutanasia, presentado en el Congreso en 2014 y que hoy ha vuelto a captar la atención mediática, logrará avanzar adecuadamente, Chile podría sentar un precedente en la región y en el mundo.

Tristemente, vivimos en un país donde absolutamente todo está legislado y controlado, habiendo cada vez menos espacios para la libertad individual.

Por eso debemos luchar porque nunca nadie nos quite el poder de decidir sobre nuestros “derechos más inalienables” como seres humanos.

Lucía Alegrete González