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Adelanto de libro: Mistral, artesana de sí misma

Por: Elisa Montesinos | Publicado: 27.06.2018
Adelanto de libro: Mistral, artesana de sí misma Cabello-Mistral-4 | Legado Mistral, Archivo del Escritor, Biblioteca Nacional de Chile.
«Hay dos estrategias centrales a las que recurren mujeres escritoras y artistas como Mistral en su lucha por intervenir en el campo literario y cultural. La primera es la resignificación de espacios autorizados para la mujer, las “tretas del débil” como las identifica Josefina Ludmer en su análisis de Sor Juana Inés de la Cruz; es decir, aceptar el lugar asignado y cambiar su sentido. El problema con Mistral es que aún desde la primera infancia no quiere aceptar los lugares que se le asignan y se rebela activamente ante el papel de dueña de casa y esposa».

Artesana de sí misma. Gabriela Mistral, una intelectual en cuerpo y palabra de la chilena residente en Estados Unidos, Claudia Cabello Hutt, fue publicado en abril por la editorial de la Universidad Purdue y se presenta este jueves en Chile. A través de manuscritos, cartas e imágenes provenientes de archivos norteamericanos y chilenos, así como del legado de Mistral –que su albacea y compañera sentimental, Doris Dana, mantuvo por casi 50 años en Estados Unidos y al que la investigadora tuvo acceso–, el libro indaga más allá de la poesía mistraliana, demostrando que prosa, representación visual y performatividad de género son claves para comprender la auto-construcción de esta figura como una intelectual latinoamericana clave del siglo XX. Presentamos aquí un extracto del libro:

«La participación de Mistral en el campo intelectual de la primera mitad del siglo XX, la ruptura que significa su estatus como mujer “hombre de letras” llega a ser posible gracias a las transformaciones del campo cultural latinoamericano (democratización de la cultura, expansión de la prensa, ampliación del sistema educativo). Sin embargo, es fundamental entender y discutir el modo en que la identidad de género de Mistral se inscribe y cómo determina esta participación. La insistencia con que se ha representado el éxito de Mistral como el mero triunfo de una genialidad y de un talento excepcional, borra la problemática de género en la historia intelectual de la mujer en Latinoamérica. Hay dos estrategias centrales a las que recurren mujeres escritoras y artistas como Mistral en su lucha por intervenir en el campo literario y cultural. La primera es la resignificación de espacios autorizados para la mujer, las “tretas del débil” como las identifica Josefina Ludmer en su análisis de Sor Juana Inés de la Cruz; es decir, aceptar el lugar asignado y cambiar su sentido. El problema con Mistral es que aún desde la primera infancia no quiere aceptar los lugares que se le asignan y se rebela activamente ante el papel de dueña de casa y esposa. Esto se refleja en unos versos de Poema de Chile y también en un discurso autobiográfico (inédito) que dio durante su visita a Panamá en 1931: “Yo me hice el propósito de no aprender nada de esto pues me dije para mí que si aprendía a cocinar y les daba gusto en la comida, no serviría en adelante para nada útil … En vista de mi testadurez mis familiares me dejaron en completa libertad …” (Panamá 16). El rechazo al lugar asignado: el espacio doméstico, el matrimonio y la dependencia económica, es un rasgo de las escritoras modernas de principios del siglo XX, como Alfonsina Storni y Teresa de la Parra que buscan ocupar lugares tradicionalmente vedados para la mujer.

La segunda estrategia, que representa mejor el modo de operar de Mistral, se vincula con la primera en tanto doble movimiento de acatamiento y desafío, pero va más allá porque le permite instalarse y hablar desde lugares tradicionalmente no autorizados para la mujer como, por ejemplo, la política actual, la escritura como profesión y la crítica literaria. Estas conquistas se logran por medio del uso temporal de espacios asignados y aceptados desde los cuales se pueden explorar lugares o identidades inestables, hasta entonces definidas en oposición a la mujer y su campo de acción. Es posible conceptualizar esta estrategia con lo que los montañistas que persiguen una cumbre denominan “campamento base”. El campamento base se ubica en un lugar seguro, sin el cual no se puede hacer cumbre. Durante la primera mitad de la carrera de Mistral existen una serie de campamentos base que funcionan como espacios seguros, pre-aprobados y definidos socialmente, vitales para la exploración y progresiva conquista de espacios hostiles hacia la mujer escritora e intelectual. Identidades como madre, maestra, heterosexual o apolítica operan como campamentos base en Mistral. A diferencia de las “tretas del débil” la estrategia del campamento base no es aceptar el lugar asignado y luego por medio de la treta resignificarlo —estudiar ciencia en la cocina— sino ocupar lugares cerrados para la mujer, —escribir sobre política en la prensa— apelando al campamento base cuando esa intervención transgresora es denunciada. La escritora recurre a identidades femeninas socialmente aceptadas cuando se le acusa de transgresión o cuando ella se propone transgredir una frontera (no soy escritora, soy una maestra; no soy política, soy una poeta). De hecho, en este sentido, la multiplicidad identidades públicas de Gabriela Mistral es esencial a su profesionalización como escritora e intelectual y su participación en la esfera pública internacional. La estrategia del campamento base no solo habilita la participación de Mistral en campos hostiles a las mujeres, sino que desestabiliza, fisura, la configuración misma del campamento base. Entonces, la idea misma de maestra rural, poeta, mujer, se disloca con la intervención, aunque temporal, del sujeto en el espacio vedado.

Durante sus primeros años de docencia, cuando está también luchando por establecerse como poeta y ensayista, incluso fuera de Chile, Mistral utiliza su identidad de maestra rural como un campamento base. El lugar de la maestra de escuela pública, sitio altamente regulado por el Estado, la sociedad, así como marginado por la alta cultura, es un lugar apropiado a su género y clase ante los ojos de quienes podrían sentirse más amenazados por el ejercicio de su profesión de escritora: el establishment intelectual y las clases dominantes. La docencia no solo le da de comer, sino que también la protege al hacerla ver, al menos en un comienzo, como la maestra que escribe poesía. Una vez que logra reconocimiento y aceptación como escritora recurre menos a su identidad de maestra. Ser maestra es el pase, el lugar marginal dentro de la producción cultural —el acatamiento— que justifica su participación en el campo literario y también en su trabajo como ensayista, como veré en el siguiente capítulo. La fuerza con que perdura la identificación Mistral=maestra, aun después del término de su carrera docente en 1922 y a pesar de su éxito como escritora, revela lo elemental que fue esa imagen para su configuración pública y su persona poética».

El lanzamiento se realizará este jueves 28 de junio a las 19 horas en la Sala América de la Biblioteca Nacional. Presentan Lorena Amaro del Instituto de Estética de la Universidad Católica, la investigadora Raquel Olea y Macarena Urzúa del Centro de Investigación y Documentación de la Universidad Finis Terrae.

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