Avisos Legales
Nacional

Sororidad y acción: Los 12 años de la campaña que rompió con el silencio de la violencia machista en Chile

Por: Vanessa Vargas Rojas | Publicado: 02.08.2018
Sororidad y acción: Los 12 años de la campaña que rompió con el silencio de la violencia machista en Chile 31378688_10155765991043192_5616689757825245089_n | Foto: Red Chilena Contra la Violencia hacia las Mujeres.
Fueron pioneras en alzar la voz contra todas las violencias que las afectan a lo largo de sus vidas. Desde Arica al último rincón del sur del país, la Red Chilena Contra la Violencia hacia las Mujeres fue tejiendo activismo y sororidad para romper con el silencio cómplice del machismo y decir basta.

Aunque hoy parece natural que los medios aborden la violencia machista y sus diversas expresiones en Chile, hubo un largo tiempo en que la realidad de las mujeres y los peligros que las asechan no eran tema de discusión en la opinión pública.

Fueron días complejos para el movimiento feminista, de larga trayectoria histórica en el país a pesar de la invisibilización. Entonces, los femicidios eran cubiertos casi sin excepción como crímenes pasionales y los medios seguían sin entender las consecuencias de naturalizar la expresión de violencia más extrema hacia las mujeres. En ese escenario, ante la acostumbrada falta de reacción de las autoridades, un grupo de mujeres se propuso comenzar una acción nacional para decir basta.

En 2006, la Red Chilena Contra la Violencia hacia las Mujeres trazó una campaña en todo el país, sustentadas en las redes de organizaciones y colectivos feministas, que expandiera por el país el problema del femicidio, la violencia sexual y la violencia simbólica. Un año después, la iniciativa se pondría en acción bajo el slogan «¡Cuidado!, el machismo mata», creado por la feminista española Ángeles Álvarez, que fue usado por las mujeres españolas en la lucha por una ley integral contra la violencia.

Marjorie Cortez, quien participa de la organización de la Red en Arica desde el inicio de la campaña, cuenta que entonces eran más jóvenes y no se declaraban feministas. Un día, una de las compañeras vio la campaña por Internet y decidieron sumarse: así comenzó un largo proceso de aprendizaje. Hasta ese día, no habían escuchado de patriarcado o de violencia simbólica.

«En ese recorrido comenzamos a conocer estos términos, a saber qué es ser feminista. La campaña fue muy simbólica y distinta de lo que se había hecho antes contra la violencia machista. En la búsqueda de compañeras para sumar, nos encontramos con mujeres feministas que llevaban años haciendo este trabajo», describe Cortez.

Desde entonces, desde el norte al más lejano rincón del sur, la organización entre mujeres fue creciendo y se volvió más poderosa. Por primera vez, irrumpía en el discurso público un discurso claro sobre la relación entre el machismo y la violencia cotidiana que experimentan las mujeres. Se acordó que se realizaría una Asamblea Nacional que aún se desarrolla dos veces al año, reuniendo las experiencias de los distintos territorios. La primera tuvo lugar en la sede de la Red en Santiago, en la casa del Movimiento Pro-Emancipación de la Mujer Chilena (MEMCH).

Un trabajo de hormigas en todo el territorio

Pese a que en un inicio pensaron que la campaña se realizaría por un plazo acotado de tres años, en 2009 la Asamblea Nacional de la Red Chilena decidió que era necesario prolongarla hasta la actualidad.

Lía Alvarado, quien vive en La Serena, se sumó a la Red cuando la campaña cumplía una década: «Hicimos una asamblea regional con mujeres de Illapel, Salamanca y de todos lados. Era la primera vez que se hacía una asamblea nacional de la Red en la región y se crearon vínculos con mujeres que yo no conocía en mi territorio», relata.

Aunque han pasado los años, no olvida la oportunidad que les abrió ese momento: «Gracias a esos lazos pudimos reunirnos, conocernos todas y crear la Red acá en la región. Sentíamos que éramos tan poquitas y de pronto comenzamos a ser muchas». 

En los talleres fueron profundizando en los conocimientos de todas, compartiendo las vivencias desde cada territorio. A Lía le parece que hay situaciones más complejas en ciertas áreas del país: «Por ejemplo, acá las tasas de femicidios son más bajas que en el sur, pero la violencia en el hogar se mantiene. Para nosotras fue muy relevante en esos años que nos reuniéramos y aprendíamos lo que pasaba».

En su clásico diseño de carteles amarillos, las mujeres comenzaron a propagar otros mensajes que aludían a la complejidad de la violencia machista. En 2009, uno de ellos definía la violencia sexual sin eufemismos: «Que tu pareja te obligue a tener sexo, que te den agarrones en la calle, que te pidan favores sexuales en la pega o en la escuela. Que el miedo no te paralice, ¡denuncia!».

En los diversos rincones del país que se fueron articulando, los insumos se repartían entre los afiches para las calles y los espacios públicos, autoadhesivos, trípticos informativos, videos y volantes electrónicos. Mariza Romero, quien lleva 16 años de trabajo con la Agrupación Colectivo de Mujeres Desnudando, cuenta que al principio salían a las calles de Coyhaique con carteles que diseñaban ellas mismas para denunciar que a las mujeres las estaban matando y para alzar la voz por sus derechos reproductivos.

«Nos sumamos a la Red por el 2011. Fue necesario y es necesario por siempre para el movimiento de mujeres estar articuladas, porque el trabajo colectivo a nosotras nos hace estar en línea siempre», relata la feminista. «Las compañeras parten en Santiago observando que nos mataban por ser mujeres. Desde ahí se va madurando la idea y se trabaja desde Arica y Magallanes, incorporando a los y las colectivas que ya estaban trabajando el tema».

Mariza cuenta que en el sur, donde las mujeres ven los carteles amarillos y negros, los reconocen: «La campaña no deja de llamar la atención en Coyhaique, Cochrane, Cisnes, Puyahuapu y Chile Chico, entre otros lugares donde hemos estado pegando afiches», recalca.

La Red fue creciendo hasta sumar a más de trescientas organizaciones de diversos lugares del país e incluso más allá. En Arica, Marjorie Cortez cuenta que tras un estudio realizado por la Red se dieron cuenta que la región tenía los índices más altos de violencia machista a nivel nacional. Así fue cómo comenzaron un trabajo bifronterizo con las mujeres de Tacna.

Marjorie celebra que las mujeres de todo el país se reúnan dos veces al año, en un intento gigantesco de acortar las distancias que las separan: «Hace que esta articulación tenga una propuesta política distinta.  Nosotros somos las más aisladas en términos nacionales, pero esto nos permite reencontrarnos, en esta situación histórica, ir afianzando confianza porque en todos los espectros políticos que hemos estado la desconfianza prima».

Desde Coyhaique, la feminista Mariza Romero añade que despliegan una articulación regional «para visibilizar este problema que para nosotras es político. El cuerpo de las mujeres es político, el acto más terrible para nosotras es que nos eliminen».

Unidas contra la misoginia y el racismo

En la construcción de su campaña pública de denuncia, la Red Chilena Contra la Violencia hacia las Mujeres ha ido profundizando y ampliando su comprensión del problema. Desde ese escenario, también ha liderado un rol al develar cómo la discriminación y la violencia se reproducen a través de la publicidad, la educación y los medios de comunicación.

En 2011, algunos de sus afiches tradicionales reflejaban nuevos puntos de vista de las mujeres: «Machismo de derecha, machismo de izquierda. Ninguna diferencia», consignaba uno, mientras que otro apuntaba en 2012: «Con sol o con paraguas, seguimos en mediaguas», dando cuenta de los factores políticos, económicos y sociales que confluyen violentando a las mujeres a lo largo de sus vidas.

El desafío planteado por las mujeres organizadas incluye su propias transformaciones ante el mundo: «Estamos insertas en un mundo machista, culturalmente nos estamos quitando nuestra propia crianza en entornos machistas y cuesta. Pero entrelazarnos entre nosotras nos hace trabajar por una causa que es mayor. Yo tengo hijas y necesito que quede algo mejor para ellas«, enfatiza Lía Alvarado desde La Serena.

Durante años, la iniciativa de la Red Chilena y de todas las mujeres que apoyan su organización, fue la única campaña pública visible y permanente en contra de la violencia machista. Desde ese lugar se convirtió en un instrumento de activismo, que apoya la organización feminista y que se ha transformado en pieza central del movimiento que hoy remece al país.

Las mujeres fueron pioneras en cuestionar la cobertura que los medios de comunicación daban a las noticias que abordaban casos de violencia hacia las mujeres, cuestionando su responsabilidad social y el morbo como motor de una cobertura negligente, que perpetúa el problema.

«Empezamos a decir que la prensa era sensacionalista, irresponsable y morbosa. Que dejaban en claro la cultura patriarcal de la cosificación. Que esos titulares -al estilo «Hizo un anticucho con la polola», portada de La Cuarta el 14 de septiembre de 2015- eran macabros y violentos», apuntó Mariza Romero.

A juicio de la feminista de Coyhaique, la campaña «¡Cuidado!, el machismo mata» siempre va a ser necesaria en Chile: «Porque vendrán otras. Nosotras estuvimos antes, y antes de nosotras hubo otras luchando», algo que comparten sus compañeras cientos de kilómetros al norte: «Seguimos estando activas a 12 años de la campaña y con más fuerza, porque esto no va acabar, porque cada vez la pega sigue siendo más ardua», complementa Marjorie desde Arica.

También han ido más allá de las denuncias, levantando estudios respecto a los continuos de violencia y poniendo sobre la mesa sus propuestas para una educación no sexista, por un espacio libre de estereotipos y roles de género que algún día logre transformar al país.

Hoy se sienten orgullosas. Cada vez que se encuentran con un autoadhesivo o afiche de la campaña pegado a una pared o a un baño de mujeres piensan: «Aquí hubo otra compañera antes instalando esto». Se apoyan y fortalecen. Mientras, saben que el camino que queda por recorrer es largo, pero que «el calor interno que llevamos por tratar de desarraigarnos de todo esto es mayor», apunta Lía, desde la IV Región.

La principal tarea, dicen, pasa por no callar y mantienen el catastro que denuncia los femicidios que la ley no contempla en su estrecha normativa, visibilizando a todas las víctimas, desde bebés hasta ancianas, sin importar si mantuvieron una relación de convivencia con sus agresores. En el transcurso de este año, la violencia machista ya arrebató la vida de 32 mujeres y niñas.

Durante este jueves 2 de agosto se lanzarán acciones simultáneas en todo el país. Así como en Santiago, las mujeres y colectivos se reunirán como cada año para una intervención en el Paseo Ahumada, las ciudades de Arica, Alto Hospicio, Tocopilla, Antofagasta, Iquique, Calama, Copiapó, La Serena, Salamanca, Valparaíso, San Antonio, Quillota, Melipilla, San Bernardo, Las cabras, Curepto, Chillán, Concepción, Osorno, Temuco, Paillaco, Puerto Montt, Castro, Ancud, Coyhaique y Punta Arenas, también realizarán sus propias acciones feministas.

Para cada campaña, los mensajes son elaborados colectivamente y constituyen una herramienta para el activismo en todo el territorio. Esta vez, las mujeres quisieron recalcar que seguirán unidas ante la misoginia y el racismo, que también golpea y persigue a aquellas que vinieron a Chile buscando un futuro mejor para ellas y sus familias. A eso se refieren cuando dicen que son todas las mujeres contra toda las violencias.

«Yo creo que cuando las mujeres estamos mal, un país no funciona. Tiene que haber un cambio cultural. De verdad que yo, al menos, siempre me levanto en las mañanas y pienso qué nos va a pasar hoy día«, cierra Mariza Romero.

Déjanos tus comentarios
La sección de comentarios está abierta a la reflexión y el intercambio de opiniones las cuales no representan precisamente la línea editorial del diario ElDesconcierto.cl.