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Opinión

Anti nepotismo: ¿A la chilena o a la francesa?

Por: Esteban Vilchez Celis | Publicado: 13.08.2018
Anti nepotismo: ¿A la chilena o a la francesa? Piñera y Chadwick | Piñera y su primo Andrés Chadwick / Agencia Uno
Los franceses acaban de ser campeones del mundo en fútbol, comen sano, disfrutan de un sistema de salud humano y tienen una ley de confianza en la vida pública; nosotros no clasificamos al mundial, comemos mucha chatarra, padecemos un sistema de salud inhumano y le vamos a pedir informes al Servicio Civil.

Mis convicciones políticas son muy claras, pero a la vez adoro la evidencia y trato con todas mis fuerzas de no apartarme de ellas, aunque puedan mostrarme algo que no me guste. De hecho, soy de los que creen que perder una discusión ante quien tiene mejores evidencias es de las buenas cosas que a uno le pueden pasar.

En el caso del nepotismo, cuya discusión se ha instalado, pretendo hacer un análisis tan objetivo y apegado a la evidencia como mi fragilidad humana me permita.

El nepotismo lo define la Real Academia Española de la Lengua como la “Desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos”. Digamos, entonces, que, como todo concepto humano, dejaremos abierta la discusión en los casos concretos sobre la base de si la preferencia por el pariente es o no “desmedida”.

Ahora bien, agreguemos que el artículo 21, número 2, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, señala que “Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su país”. Esto, por supuesto, significa que el parentesco no debe poner en ventaja a ningún postulante a un cargo público; o, lo que es lo mismo, la ausencia de vínculos familiares no debe poner en situación de desmedro a ningún postulante.

No pretendo hacer un análisis exhaustivo acerca del tema en una columna como esta, pero asumiendo que quien desempeña un cargo requiere personas de su confianza, la definición y el artículo anteriormente citados dejan el espacio de los amigos y conocidos para que el cargo sea ocupado por alguien efectivamente de confianza y no por un desconocido.

Lo anterior, significa que si usted es presidente de la República, por ejemplo, podría nombrar como ministro del Interior a su amigo de toda la vida, con quien jugaba a la pelota de chico, pero no a su primo. Es un ejemplo que se me ocurre.

Dicho lo anterior, recordemos que en el último gobierno de la presidente Bachelet, su hijo, Sebastián Dávalos, fue nombrado director del Área Socio Cultural de la Presidencia. Tampoco olvidemos que fue un permanente negociador de diferentes tratados de libre comercio, sin experiencia atendible en la materia.

Por su parte, el presidente Piñera ha nombrado a su primo, Andrés Chadwick, como ministro del Interior.

Solo me he remitido a dos hechos objetivos de nombramientos de parientes efectuados por nuestros presidentes.  Pero hay mucho más que contar acerca de redes familiares en ambos gobiernos, como puede leer acá.

Ahora bien, recientemente el presidente de la República, con firma de varios de sus ministros, entre ellos, como se ha dicho, su primo, ha enviado un proyecto de Ley denominado “Ley de Integridad Pública”, contenido en las 31 páginas del Boletín Nº 11.883-06. Luego de hermosas palabras sobre probidad, integridad y democracia sustantiva, nos explica que, en lo esencial, si una autoridad de gobierno contrata a alguien que sea familiar directo, antes de ello el Servicio Civil deberá emitir un “informe” acerca de los méritos del postulante, informe que será conocido por el Consejo de la Alta Dirección Pública, para que diga qué le parece el nombramiento. No queda en claro qué ocurre si no le parece.

Es nuestra manera de combatir el molesto nepotismo, a la chilena, con el sistema del “alambrito” (eso es lo que me parece el informe del Servicio Civil) que “arregla” el desperfecto.

En Francia el tema es más sencillo: la “Ley de confianza en la vida pública”, vigente desde el 2017, estipula que ningún alto funcionario público puede contratar a su cónyuge, pareja, padres o hijos. ¿La sanción? Tres años de prisión y multa de 45.000 euros.

Qué cosas ¿no? Los franceses acaban de ser campeones del mundo en fútbol, comen sano, disfrutan de un sistema de salud humano y tienen una ley de confianza en la vida pública; nosotros no clasificamos al mundial, comemos mucha chatarra, padecemos un sistema de salud inhumano y le vamos a pedir informes al Servicio Civil, gracias a una iniciativa contra el nepotismo firmada por el presidente de la Republica y su primo.

Sí, amanecí un poco envidioso esta mañana. A veces me pasa.

Esteban Vilchez Celis