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Opinión

Cuestión de banderas

Por: Paulo Andrés Carreras Martínez | Publicado: 01.10.2018
El actuar de Piñera en la tan manoseada y bullada reunión bilateral con Trump, no me da vergüenza sino asco. El mismo asco que siento cada vez más por este país y sus ciudadanos amantes de las botas manchadas de sangre y EE.UU. Piñera es lo que esa gente merece y los representa fielmente en su discurso ignorante, consumista, liviano, homofóbico, nacionalista y amante de lo material, los matinales y la telebasura.

Al menos no dijo que Estados Unidos está en el corazón de Chile, eso ya hubiese sido francamente patético. El actuar de Piñera en la tan manoseada y bullada reunión bilateral con Trump, no me da vergüenza sino asco. El mismo asco que siento cada vez más por este país y sus ciudadanos amantes de las botas manchadas de sangre y EE.UU. Piñera es lo que esa gente merece y los representa fielmente en su discurso ignorante, consumista, liviano, homofóbico, nacionalista y amante de lo material, los matinales y la telebasura. El lunes será el Show del Mar. Comida para los morbosos amantes del nacionalismo barato, ese chauvinismo más cercano a la aporafobia. La mayoría de los chilenos aceptan con agrado y pleitesía al extranjero, siempre y cuando sea rico, famoso o venga de turista. El que nos molesta es el pobre más allá de su bandera. Podemos regalar el litio, el agua, la energía, los recursos naturales a cuanta potencia mundial, pero nos escandalizamos con una salida al mar para Bolivia. Ojalá ganen el fallo. Díganme antipatriota. La patria y su bandera donde les quepa. La misma que Piñera ocupó en un imbécil meme.

Muchos plantean que la historia hay que olvidarla, dejarla atrás, mirar hacia adelante, en completa indiferencia y despreocupación ante la situación mundial y la interna. Su actuar demuestra en ellos el triunfo del capitalismo y el sistema imperante que desde la mayoría de nuestras aulas hasta los monopólicos medios de comunicación, han logrado adoctrinarlos por desidia, miedo u omisión. EE.UU o sus líderes y empresarios para tal vez no ser injusto con el resto de su gente (o parte) nunca ha querido el bienestar de los americanos. Su única preocupación siempre ha sido patear la jaula cada vez que algún país de su patio trasero ha levantado la voz y ha querido instalar un sistema distinto al neoliberalismo con aciertos y errores. Cuando los gobiernos o las dictaduras son de derecha no hay violaciones a derechos humanos, no hay condenas, no hay golpes en la mesa. En los años sesenta fue la «Alianza para el Progreso» grupo de países lacayos y serviles, por supuesto integrado por Chile que se arrodilló como siempre ante el más asesino de todos los países del mundo. Hasta que llegó Allende. Ya saben el fin de la historia.

Hoy nuevamente Chile y una serie de países gobernados por títeres derechistas, desfilan con otros nombres en un tal «Grupo de Lima». Macri en Argentina, Duque en Colombia, Vizcarra en Perú, Piñera en Chile, sujetos donde en sus propios patios la violación de derechos humanos, represión policial e injusticias sociales son pan de cada día ¿O vivo en otro país y continente? El canciller de Venezuela Jorge Arreaza expresó tiempo atrás, en una agitada discusión con el traidor ex jotoso de los años verde olivo, Roberto Ampuero, que la democracia chilena no era ningún ejemplo para Venezuela ni país del continente. Que acertada expresión, la comparto plenamente. Estos días Donald Trump invita a patear la jaula y levantar a los militares en contra del gobierno de Venezuela (gobierno y no régimen como dicen los serviles medios de televisión chilena). El gobierno de Maduro puede ser malo, nefasto, bueno, muy bueno, no tengo la moral como se la arrogan miles de nuestros compatriotas para juzgar los gobiernos de otros países y no mirar el ombligo del propio. Más nefasto es leer al homo chilensis avalar y exigir un golpe de estado en Venezuela, teniendo como antecedente los tres a cuatro mil chilenos que murieron y fueron torturados a partir del golpe de Estado financiado por la CIA e ideado por Nixon. ¿Cuándo? desde que Allende llegó al poder y antes. La Casa Blanca detrás de todo, ya no es un mito. El mismo tío Sam lo confirma. Lea.

Han pasado más de 40 años de la fractura democrática en Chile, la ONU y la OEA siguen siendo un brazo de las políticas gringas en el mundo sin contrapeso. EE.UU puede inventar guerras, bombardear naciones, torturar pueblos, aniquilar ciudades, asesinar inocentes en aras de su asquerosa libertad. ¿Alguna condena? ninguna. Otros, los que no se alinean, son los del eje del mal, los terroristas. Hay que leer y leer historia, falta mucho, me sorprende el descaro en las redes sociales, el anticomunismo, el facherío pobre de la masa nacional. La vida es más que el reggaetón de moda, el pito de marihuana, la chela para el fin de semana y la vuelta al Mall. No es necesario apoyar el gobierno de Venezuela para condenar con el mínimo sentido común una posible intervención estadounidense en este país. Sería un nuevo crimen gringo. Siria, Irak, Afganistán, Vietnam, Chile el 73`, República Dominicana el 65`. Están habituados a hacerlo. Siempre hay una excusa y un enemigo que crear. El comunismo, el Islam, la historia bélica estadounidense parece una miserable película, lo trágico es que los muertos son reales, de carne y hueso. La invención del eje mal para esconder (o creer que esconden) la ambición del petróleo y nuevos territorios para sus empresarios hambrientos de poder. Siempre habrá una derecha conservadora, una iglesia complaciente y unas fuerzas armadas rastreras dispuestas a defender el interés de unos pocos. No lo digo yo, revise la historia. Nos unen a EE.UU valores como la “defensa de la libertad” vociferaba Piñera a la salida de su cornetera reunión. Trump y Piñera hablando de ¿derechos humanos?, dos representantes del atropello a la dignidad humana por pensar distinto. Recuerdo como nuestro “ético” e imputado presidente bramaba por el regreso del Dictador Pinochet, detenido en Londres gracias a las gestiones del juez Garzón. No, no olvido, hay historia, revise youtube.  Año 1998.

EE.UU, querrá darse nuevamente el gustito, siempre habrá países en este continente gobernados por esa derecha falsa, con masas sometidas a la dictadura de la televisión y el aberrante capital que de rodillas aplaudan sus ansias liberadoras. Unas bombas más, menos, lo que prima es la tierra fértil para nuevos negocios. Al fin de cuentas las víctimas serán en su mayoría inocentes y el pueblo que creyó en un sistema diferente al capitalista. Soy un convencido que cada pueblo tiene la libertad, esa que tanto balbucean los gringos y los derechistas, de darse el sistema de gobierno que como pueblo decidan. Lamentablemente han pasado doscientos años de la doctrina Monroe, casi sesenta de la antimarxista Alianza para el Progreso y nos siguen pateando la jaula. América para los americanos era el lema, nosotros el patio de sus juegos. Tal vez el mundo sería muy diferente sin EE.UU. Soñar no cuesta nada.

Paulo Andrés Carreras Martínez