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Acerca de la soledad en los tiempos de la crianza y sus efectos

Por: Trinidad Avaria y Diego Blanco | Publicado: 11.10.2018
Acerca de la soledad en los tiempos de la crianza y sus efectos |
Las palabras dirigidas a un niño o niña en los tiempos de la crianza lo apoyan tanto para desplazarse como también para autorizarlo a ocupar otros espacios y a ocupar su cuerpo también. Debemos pensar que son los niños los que marcan la separación y la madre o el padre el encargado de autorizar ese tiempo, que no es sin angustia. Por ejemplo, cuando un niño o niña deja que su madre hable con otro acerca de las inquietudes que esta lleva.

La crianza es un tiempo de preguntas e inquietudes, las que pueden resultar agobiantes si son vividas en soledad. A partir de la experiencia de Casa del Encuentro, hemos querido compartir con las preguntas más habituales que surgen en madres embarazadas y cuidadores de niños de 0 a 6 años, con la intención de ofrecer algunas reflexiones que puedan iluminar respuestas posibles para nuestros hijos e hijas, para todos y todas.

Casa del Encuentro (www.cdelencuentro.cl) es un lugar que da espacio a la infancia desde una acogida socializante. Esta propuesta, inspirada en el dispositivo Casa Verde fundada por Françoise Dolto, comenzó el año 2014 como parte de un programa dedicado al trabajo exclusivo con la infancia de la Fundación Santa Ana. La intención de crear un espacio que de una acogida socializante desde los 0 a 6 años, tiene por propósito humanizar el vínculo a través del lenguaje desde los primeros años de vida: tiempo donde niños y niñas van constituyéndose a partir de las palabras que se le van dirigiendo día a día para que luego puedan ocuparlas ante situaciones que las requieran. En este sentido, la Casa del Encuentro es un lugar de tránsito subjetivo y social, donde a través de palabras, se acompañan los procesos previos de separación temprana sucedidos en el vínculo, ya sea en la entrada al jardín infantil como el ingreso a otras ocupaciones por parte del adulto. Es decir, es un acompañamiento cotidiano de la crianza.

¿Qué significa acompañar lo cotidiano de la crianza? Significa quizás, acompañar la serie de momentos inesperados en el encuentro con el hijo o hija, las preguntas que surgen de aquí, los acontecimientos que van marcando el día a día, los cansancios y agobios de este tiempo, sus tristezas, soledades, preocupaciones y alegrías que marcan sobre todo los primeros meses de vérselas en un tiempo radicalmente distinto, principalmente para aquellas madres primerizas, en una sociedad donde las madres son sindicadas como las primeras y últimas encargadas de los cuidados y la crianza. También, acompañar este tiempo es acompañar los temores que conllevan las preguntas y lo que no se sabe acerca de cómo se deben hacer algunas cosas. Podríamos añadir también, que se acompañan los momentos difíciles que se van viviendo en pareja, cuando la hay.

Se trata de un tiempo donde predomina el no saber, y que se construye con la experiencia, con la historia, con los intercambios y ayudas que van ofreciendo quienes acompañan. Sin embargo, cuando en este tiempo las inquietudes de la crianza se van viviendo en soledad, los niños y niñas van asumiendo no sólo un lugar de compañía y sostén con su madre de quien depende su identidad, sino que también se van retirando de los contactos sociales que le permitan aliviar y ventilar este tiempo de soledad y angustia que lo inunda.

El efecto inmediato de lo anterior es que tanto del lado del cuidador como del hijo se genera una angustia importante cuando se tienen que pensar a distancia o separados, como por ejemplo la entrada al jardín. “¿Qué va hacer mi hijo si yo no estoy? ¿Cómo sabrán las tías del jardín si mi hijo necesita algo?”, son alguna de las preguntas que suelen ocurrir en este tiempo. Son preguntas que se sostienen en la angustia de verse separados de su hijo, y que, si son vividas en soledad, no podrán ser pensadas de otro modo y quedarán apoyando un tiempo donde el mayor resguardo es en el refugio que la casa ofrece.

Otro efecto tiene que ver con los ideales de crianza que recaen sobre los cuidadores, en su mayoría madres. En sectores sociales vulnerados y excluidos, la amenaza se hace real en el ojo vigilante del Estado que, a través de instituciones como Chile Crece Contigo o SENAME, impone una manera de hacer bien los cuidados, dejando escaso espacio a la particularidad cultural e individual. En sectores privilegiados, la persecución tiene más que ver con las exigencias que se imponen sobre la crianza: blogs sobre crianza respetuosa, consejos en redes sociales, indicaciones desde el discurso médico que finalmente terminan por generar la imposibilidad de criar.

Es así como el acompañamiento a la primera infancia implica una presencia de otro que sostiene las angustias, pero es también un otro que habla, tanto a los cuidadores como a los mismos niños y niñas. Las palabras dirigidas a un niño o niña en los tiempos de la crianza lo apoyan tanto para desplazarse como también para autorizarlo a ocupar otros espacios y a ocupar su cuerpo también. Debemos pensar que son los niños los que marcan la separación y la madre o el padre el encargado de autorizar ese tiempo, que no es sin angustia. Por ejemplo, cuando un niño o niña deja que su madre hable con otro acerca de las inquietudes que esta lleva. Recurrente es ver de forma inmediata, cómo los niños o niñas van a comenzar de a poco a distanciarse y a jugar un poco más lejos, es decir, marcando una distancia que no lo inunda. A su vez, la madre o el padre podrá poner a circular sus preocupaciones y angustias junto con otros, encontrando respuestas colectivas que no le aplasten.

Es en este hablar que hemos podido escuchar algunas preguntas reiterativas: niños y niñas que no hablan, que pegan, que muerden, que no comen, que no quieren salir de la cama de sus padres. Padres que temen, que reclaman sus derechos. Este espacio tendrá entonces el objetivo de compartir las respuestas colectivas que estas preguntas han ido encontrando, ya que podemos pensar finalmente que los efectos de la soledad en los tiempos de la crianza, no sólo van en posibles sintomatologías, o en cómo se descubre un barrio, se hacen amigos o se aprenden intercambios sociales, sino que también, es acompañar un tiempo de no saber que no puede ser educado sino que ante todo, escuchado, puesto que para que una madre o un padre piense y le hable  a su hijo sin el agobio de la soledad, este debe ser escuchado antes.

Trinidad Avaria y Diego Blanco