Avisos Legales
Opinión

Ahórrese sus palabras

Por: María Inés de Ferrari | Publicado: 28.10.2018
Las mujeres y hombres de este país que estamos por erradicar toda forma de violencia y discriminación tenemos todo el derecho a exigirle al Presidente que cuide sus palabras y sus acciones. Que no es divertido que le corte el pelo a una intendenta en un acto público, que no es simpático decirle un piropo a la Presidenta de la Cámara en un acto oficial, que nos incomoda que se refiera a su cónyuge con frases en doble sentido cada tanto. Y sobre todo, recordarle que ocupa un cargo no sólo de representación popular, sino también de privilegio.

“Claro que ahora que lo pienso mejor las mujeres no tienen por qué ser bonitas. Por ejemplo, la mamá es mujer y es muy guatona. Yo creo que por eso el papá se fue y la dejó sola. Las mujeres que les gustan a los hombres son las bonitas, como la rubia, que nunca anda sola”.

(“Yo a las mujeres me las imaginaba bonitas”, Andrea Maturana)

El día martes 23 de octubre recién pasado durante el acto de presentación del Plan de Desarrollo para Taparacá, el Presidente Sebastián Piñera anunció que para la implementación de dicho plan se recurriría al «viejo y sabio principio de la minifalda, que tiene que ser lo suficientemente larga para cubrir lo fundamental y lo suficientemente corta para mantener la atención».

Esta no es la primera, ni la segunda, sino la tercera vez que el Presidente de la República usa la misma analogía en un discurso público, como si se tratara de un buen recurso retórico y no de una muestra más de lo enraizados que están los estereotipos de género en nuestra cultura. Pregunto, ¿qué sería lo “fundamental” a cubrir?, ¿atención para qué se requiere mantener? ¿Quién dijo que era tan “sabio” este viejo “principio”?

A estas alturas del partido en que -según el registro de la Red de Violencia contra las Mujeres-, 45 mujeres entre 1 y 71 años han sido muertas a causa de la violencia de género durante 2018, es grave que el presidente no entienda que con sus dichos contribuye a naturalizar la discriminación. ¿Cómo? Elevando a la categoría de “sabio principio” el uso de cierto tipo de ropa para que las mujeres llamemos y mantengamos la atención de los hombres en una justa medida determinada por una cultura que pone a hombres y mujeres en asimetría de poder

Es curioso, porque cuando miles de mujeres marcharon por la Alameda -muchas de ellas con el torso desnudo-, el asunto escandalizó a varios y quizás justamente porque les incomodó ese llamado de atención que buscaba no seducir sino denunciar y condenar la violencia.

La reiteración del recurso usado por Piñera, hace pensar que nadie de su entorno cercano considera que ese tipo de lenguaje es, por lo bajo, inadecuado en una autoridad que dice impulsar una agenda de género para erradicar la violencia y la discriminación hacia las mujeres. Más aún si la vocera Cecilia Pérez, frente a las declaraciones de quienes se manifestaron en contra de sus dichos, dijo “(…)que algunas no se pasen de listas en criticar cada vez que pueden al Presidente Sebastián Piñera”.

Benditas sean todas y cada una de  esas “listas” que sacaron la voz, que no pasaron por alto la naturalización del machismo que hay en aquellas palabras. Ojalá entendiera la ministra Pérez que, que el gobierno lleve adelante una agenda de género, no significa que no se deban criticar actitudes y dichos que contradigan dicha iniciativa, que la acción más directa, que depende solo de ellos mismos son los términos en que las autoridades se relacionan entre sí y con la ciudadanía. Una sola frase de la autoridad puede generar tanto impacto como políticas públicas largamente elaboradas.

Dichos y actitudes como las del presidente son mucho más comunes que lo que uno quisiera, y también mucho más aceptadas. “No seas grave”, “no es para tanto”, “Es parte de una humorada”, dijo el senador por Evópoli Felipe Kast. Pero cuando te tocan de cerca situaciones de abuso, cuando has visto a víctimas tiritar de angustia con un “piropo callejero”, lo mínimo que se le puede exigir al Presidente de la República es que cuide sus palabras y que no por tratar de ser coloquial, caiga en dichos y comportamientos ramplones y sexistas. ¿Aceptaríamos acaso hoy una “broma” de este tipo, que estigmatice u ofenda a una persona con Síndrome de Down? O,  ¿consideraríamos como aceptable un discurso público que busca ser gracioso a costa de la imagen de alguna víctima de los abusos en la Iglesia Católica? En ambos casos la única respuesta posible es un no rotundo.

Pero la violencia de género física, sicológica y simbólica está tan naturalizada y enraizada, que parece que con las mujeres las agresiones nunca son tan graves. Y cuando hay casos tan dramáticos como el de Nabila Rifo a quien su ex pareja trató de matar y arrancó los ojos, la víctima luego de caer de la escalera de su casa y fracturarse, desde la clínica debe “escribir” una carta a la ministra y darla a conocer a los medios para que las autoridades la recuerden.

Quienes hemos estado cerca de casos de abuso y violencia de género sabemos que frases como las de Piñera están lejos de ser graciosas para las víctimas. Sus palabras vuelven como golpe sobre la herida y en este caso la imagen de él y la minifalda las asusta y las asquea. No señor presidente, usted no tiene derecho a tener esa conducta y menos desde el lugar que ocupa.

Las mujeres y hombres de este país que estamos por erradicar toda forma de violencia y discriminación tenemos todo el derecho a exigirle al Presidente que cuide sus palabras y sus acciones. Que no es divertido que le corte el pelo a una intendenta en un acto público, que no es simpático decirle un piropo a la Presidenta de la Cámara en un acto oficial, que nos incomoda que se refiera a su cónyuge con frases en doble sentido cada tanto. Y sobre todo, recordarle que ocupa un cargo no sólo de representación popular, sino también de privilegio. Y que esperamos de él y de toda autoridad, que cuiden el lenguaje que utilizan y que promueven, porque el machismo mata y parece que todavía es invisible.

«El dinero y la mujer, en la vejez son menester» (España)

La suerte de la fea, la bonita la desea.

Quien te quiere, te aporrea.

La ropa sucia se lava en casa.

1.- Más puntual que novia fea
2.- Cuando muere el gallo la gallina a cualquier pollo se arrima
3.- El dolor del viudo es corto pero agudo
4.- Entre marido y mujer nadie se tiene que meter
5.- Hombre cobarde se casa mal y tarde
6.-La dicha de la fea la hermosa la desea
7.- La moda no incomoda
8.-La que sola se ríe de sus maldades se acuerda
9.-La ropa sucia se lava en casa
10.-No muerdas la mano que te da de comer
11.- Para ser bella hay que ver estrellas
12.-Puta la madre puta la hija y puta la manta que las cobija
13.-Si tu mujer es bonita recibe pocas visitas
14.-Tabaco, vino y mujer, echan al hombre a perder
15.-Vieja verde y caprichosa ni fue buena madre ni buena esposa

María Inés de Ferrari