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David Spener, investigador del Canto Nuevo: «Los movimientos sociales tuvieron una banda sonora que sirvió para emocionar»

Por: Freddy Urbano | Publicado: 28.11.2018
David Spener, investigador del Canto Nuevo: «Los movimientos sociales tuvieron una banda sonora que sirvió para emocionar» david 11 |
«Yo creo que la música y el canto siguen siendo importantes para los movimientos sociales actuales», dice el sociólogo estadounidense que llegó a investigar la música en Víctor Jara y Violeta Parra en pleno auge del movimiento estudiantil en 2011.

El sociólogo norteamericano y profesor de la Trinity University de Texas (Missouri, 1961), está de visita en Chile para realizar una serie de charlas académicas y participar en variados eventos artísticos. Uno de ellos es una obra musical liderada por él, y que reúne a los más importantes autores de la Nueva Música Chilena y el Canto Nuevo. La obra musical, “Canto Unido: Un Encuentro Americano” se efectuará el día 29 de noviembre a las 20 horas, en la Sala Master de la Universidad de Chile. El Desconcierto conversó con él para analizar los vínculos entre la música popular y los activismos políticos y sociales.

– ¿Qué importancia ha tenido la música en los movimientos sociales y en las culturas políticas de izquierda en la historia reciente?

Pienso que la música y el Canto Nuevo han jugado un papel importante en fortalecer y ayudar a sostener múltiples movimientos sociales en la historia reciente, especialmente la historia de los movimientos por los derechos civiles y humanos de las razas minoritarias, las y los obreros, las mujeres, los estudiantes y los pacifistas, todos en el mundo occidental. Los ejemplos más contundentes  son los movimientos en pro de los derechos civiles de los negros en EE.UU., los movimientos obreros y sindicales en muchos países de habla inglesa e hispana, y desde luego la Nueva Canción y el Canto Nuevo en Chile.

Todos estos movimientos han tenido una especie de banda sonora de canciones que se identifican con ellos, y que a la vez, sirvieron para emocionar y elevar el ánimo de sus participantes. Y además, de ser un elemento fundamental de los rituales que ayudaban a aglutinar y unificar a sus miembros.

– ¿Cuáles fueron tus motivaciones para investigar el vínculo entre el Canto Nuevo chileno y su impacto en otras expresiones culturales y políticas del mundo?

Hay que distinguir entre el Canto Nuevo, que surgió durante la dictadura, y la Nueva Canción Chilena, que antecede al Golpe de Estado. Fuera de Chile, poco o nada se sabía del Canto Nuevo. Entonces, cuando llegué a Chile en el 2011, era con la intención de ver qué tipo de relación seguía existiendo entre la nueva canción (Jara, Manns, Parra, Los Quila, entre algunos) y las luchas por los Derechos Humanos  y la justicia social en el pasado reciente y el presente en Chile.

Yo no conocía el Canto Nuevo hasta llegar a Chile y entrevistar a activistas y observar eventos en público y privado. Esto me impulsó a incorporar a lo que ya estaba estudiando de la Nueva Canción Chilena, los repertorios del Canto Nuevo. Me dediqué a escuchar con atención sus melodías y contenidos de las letras, y el significado que éstas tenían para el contexto político de resistencia a la dictadura. En eso, me di cuenta de la importancia para las chilenas y chilenos que tuvo este movimiento musical en el pasado reciente, y su relación con los movimientos sociales que emergieron en Chile en el período de posdictadura.

Retomando mis motivaciones originales: para personas como yo, de las izquierdas de otros países de Europa y América, Chile fue y sigue siendo un importante referente por todo lo que representan para nosotros personajes como Salvador Allende y Víctor Jara. Ambos sacrificaron sus vidas defendiendo los principios que los motivaban, y a mi parecer, están en el panteón junto al Che, Sandino y Zapata. Y bueno, yo también me considero músico, y pienso que la Nueva Canción Chilena se transformó en una banda sonora de las izquierdas no sólo de Chile sino también de Latinoamérica, y que ha logrado perdurar todos estos años. Siempre me llamó la atención, en parte por la envidia que yo sentía, que no existiera un movimiento musical en mi país que fuera comparable con la Nueva Canción Chilena.

– Violeta Parra y Víctor Jara, son dos emblemas de la historia de la música chilena y sus canciones siguen manteniendo vigencia y actualidad en la realidad social y política de Chile. ¿Qué aspectos sociológicos o antropológicos destacarías de su legado como artistas populares?

Destacaría dos: primero, su compromiso con el rescate de las formas populares-tradicionales de expresión cultural en su país. Tanto Violeta como Víctor basaban sus propias creaciones en su profundo conocimiento del folklore de los campesinos y obreros de Chile en el siglo XX. En este sentido, los dos fueron intelectuales orgánicos ejemplares en el sentido gramsciano. Los dos fueron de, por y para el pueblo, y tuvieron la habilidad de comunicarse con y expresar los anhelos del pueblo como pocos. Pienso, que esta sintonía entre estos artistas y los sectores obreros, campesinos y populares sigue estando intacta.

Segundo, pienso que sigue habiendo muchas personas en Chile y en otras partes de América Latina, que se identifican con los ideales expresados en las canciones de estos dos artistas. No sólo se identifican con los ideales políticos, sino también en términos sociales y culturales. Hay una ligazón afectiva que perdura en el tiempo, y que incluso permite que nuevas generaciones de cantores y artistas chilenos las sigan entonando y adecuando a los tiempos actuales. Hay en una parte de las nuevas generaciones chilenas que tienen una suerte de identificación aspiracional, en el sentido que aspiran a ser como ellos y quieren sentirse como ellos. La creatividad y la sencillez de la Violeta y la pasión y el sacrificio por los ideales de Víctor, son aspectos socioculturales muy encarnados en las culturas políticas progresistas.

– En los últimos 15 años, en Chile han resurgido una variedad de movimientos sociales en temas como la educación, género, medioambiente, pensiones, entre otros. En general, se plantea que estos movimientos sociales responderían a otras lógicas de acción política diferentes de los movimientos sociales que conocimos en los años ‘60,  en la Unidad Popular y en la lucha contra la dictadura.  ¿Qué papel juega la música en los movimientos sociales del pasado y de la actualidad?      

Yo creo que la música y el canto siguen siendo importantes para los movimientos sociales actuales, aunque éstos recurren a géneros musicales diferentes de los que tú y yo solíamos escuchar como banda sonora de nuestra participación en movimientos. A mi parecer, sin importar la época, ni menos las dinámicas sociopolíticas de los movimientos sociales, la música favorece y ayuda a que aspectos sociales, políticos y culturales consoliden sentidos de comunidad. Tú ves que los recientes movimientos estudiantiles se sentían atraídos por determinadas canciones que dan sentido a su lucha. Quizás y a veces, no son las mismas canciones que a nosotros nos alentaba en el pasado cuando participábamos de marchas y eventos.  A mi juicio, la música ayuda a construir comunidad y reafirmar la solidaridad, y sobre todo contribuye al mantenimiento  de las memorias de los movimientos.

Ahora bien, si vemos las variedades en los repertorios musicales de los movimiento sociales actuales, como por ejemplo, en el movimiento estudiantil del año 2011, observé con sorpresa que los estudiantes se organizaron y brindaron un sketch en las calles, tomando la canción de Michael Jackson “Thriller” para expresar su irritación social y política con el modelo educativo neoliberal. Uno podría pensar que Michael Jackson no es necesariamente un cantor de las luchas populares; sí es un cantor que cautivó a grandes masas populares con su música y sus bailes. Y fue un artista para la industria musical global. Fíjate, por otro lado, que Phil Ochs, cantante de la música folk, fue un artista y a la vez un activista contra la guerra de Vietnam y la lucha por los derechos civiles en la década de los `60. Él se sentía un autor del movimiento y no del mercado, y sin embargo, el mercado de la música vendía una versión de Ochs ligera y que evitaba exaltar sus letras peligrosas y antisistema, que sí tienen sentido para mí y para ti.

– “No nos moverán” es una canción emblemática de la lucha política de los pueblos. Antes de la transición política chilena, “No nos moverán” movilizaba una cultura política de izquierda de compromiso político sacrificial y de pasión por el socialismo. Uno podría señalar que las culturas políticas de izquierda, en la actualidad, tendrían un compromiso político más volátil con aquel compromiso que movilizó las luchas del pasado reciente. ¿Cuál es tu mirada sobre el valor que le asignan las nuevas generaciones a esta canción emblemática de la lucha política de los pueblos? 

Bueno, ésta es una canción sumamente versátil en términos de contenidos de sus letras. Creo que esta canción se puede adaptar a casi cualquier movimiento cuando se quiera expresar una voluntad de compromiso y perseverancia ante la adversidad. Es una canción de batalla y cualquier movimiento que enfrenta una oposición material en la calle podría aprovecharse del significado político que tiene para las luchas sociales esta canción.

Yo creo que se dejó de cantar en Chile durante muchos años, porque fue una canción que estuvo asociada con la derrota que representó el Golpe de Estado de 1973. Dijimos “No nos moverán”, y nos movieron: y peor que eso, se sufrió la violencia implacable del Estado. Sin embargo, pienso que muy a pesar de la derrota y la tragedia posterior al golpe, esta canción persiste en variadas culturas de luchas sociales en Latinoamérica y Europa. Ha resucitado en nuevos contextos en otros países como España, EE.UU., Inglaterra, México, entre muchos. Por ejemplo, si tomamos otra canción emblema de las culturas de izquierda del planeta: “El pueblo unido”, es una canción potente en su letra y su música; pero uno se interroga por aquella frase: Mujer con fuego y con valor / Ya estás aquí junto al trabajador. Uno diría que la mujer es vista en esa frase como un apéndice del hombre, y habría que readaptarla a otra frase que le asigne el rol protagónico que debe tener.

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