Las preguntas de Edgardo Cozarinsky

“El detective siempre termina por descubrir algo sobre sí mismo”. Eso cree Edgardo Cozarinsky, que viene a presentar a Chile su película Carta a un padre durante esta Furia del Libro. Lo extraño es que no se trata de un policial, sino de un documental donde busca huellas. Son las de su padre, que nunca estuvo perdido, pero que murió cuando él tenía 20 años, y al que nunca le hizo las preguntas que hoy le parecen fundamentales. Preguntas que a esa edad nadie es capaz de hacer, porque cree que tiene todo el tiempo. Y puede que uno tenga muchas cosas, pero jamás todo el tiempo. “Su padre murió cuando él tenía veinte años y padecía una adolescencia demorada. Hablaba poco con él, aún menos con su madre, vivía refugiado en la lectura y el cine, en un mundo imaginario que le prometía cosas distintas de la vida cotidiana, irremediablemente gris, de una familia porteña de clase media. Las preguntas que entonces no le interesaba hacerle son las únicas que hoy le interesan”. Esta búsqueda tiene un sello particular, las preguntas son hechas a sí mismo en tercera persona. Quizás, porque ese distanciamiento transforma su pasado en algo más que recuerdo, en presente, en materia de arte.

A pesar de haber venido más de una vez a Chile, con la exhibición de esta película y recientemente con la edición de su libro Huérfanos, Cozarinsky recién comienza a ser conocido entre nosotros. En Argentina y Francia lo es hace mucho con más de 10 libros y otras tantas películas difíciles de definir como ficción o documental. Para Cozarinsky no existen muros fijos. En su cine y sus libros juega a dos bandas, intentando que sea el lector o el espectador el que defina en qué terreno se mueve: si el de la realidad o de la ficción, que para él siempre están mezclados.

En tres de sus últimos y diversos trabajos: Carta a un padre, que él prefiere llamar ensayo cinematográfico más que documental; Huérfanos, un libro de cuentos; o en Niño enterrado, un libro de ¿crónicas?, hay en común una interrogación del pasado. Pero como un tiempo que no ha pasado, que está ahí dispuesto a completar mucho de lo que nos preguntamos en el presente, un pasado que no es necesariamente nostálgico, sino que de alguna manera contiene las llaves para entender quiénes somos hoy.

La última vez que fui a Buenos Aires busqué libros de Cozarinsky. Uno de los que compré tenía su foto en la solapa. Lo llevaba conmigo cuando me senté a almorzar en la terraza de un lugar llamado Dandi. Al lado dos caballeros, algo mayores, compartían el almuerzo. Uno de ellos me pareció conocido, como puede serlo alguien que no se conoce realmente. Descubrí que se parecía algo al señor de la solapa. Me acerqué y le pregunté si era él y lo era. Firmó mi libro y cuando comenzamos a hablar comenzó a llover. Tuvimos que evacuar rápidamente.

Meses después, tengo la suerte de presentar en Chile su película y claro, aprovecho de contarles a ustedes que sería una suerte que vieran alguna de sus películas o compraran sus libros. Quizás, así nos atreveríamos a hacer las preguntas que llevamos adheridas a nosotros, porque en el fondo nunca, nunca hemos dejado de ser ese niño que ya no existe, pero que nos explica por completo.

Exhibición documental Carta a un padre

Miércoles 12 de diciembre, 20.45 horas Sala K, Condell 1307, Providencia.

Conversación con Edgardo Cosarinsky y Daniel Osorio de Espacio Documental. Consultar disponibilidad en www.salak.cl