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Opinión

Los desafíos tras la Ola Feminista

Por: Antonia Atria Fuentes | Publicado: 18.01.2019
Los desafíos tras la Ola Feminista A_UNO_969067_9b106 |
La huelga que se está convocando desde la Coordinadora Feminista 8M es de vital importancia, es la oportunidad de seguir permeando el 2019 de lucha feminista, de continuar convocando a más mujeres, de manera que esta se extienda por todo el territorio. Desde ya se están levantando comités de huelga territoriales, y se está pensando en distintas formas de protesta a las que debemos sumarnos como sociedad.

Nadie puede dudar de lo histórico de la Ola feminista de 2018. Esta movilización logró que el feminismo fuera un tema ampliamente discutido, que llegara a muchas mujeres y que se conversara cotidianamente entre familia y/o amigos. Ese mayo feminista, en mayor o menor grado, contribuyó a correr el cerco del sentido común, haciéndole ver a muchas más personas que las injusticias que el feminismo denuncia son reales, están ahí, y no son mera exageración.

Pero no hay que confundirnos. Este estallido no fue el 2011 feminista, sino que, más bien, fue su 2006. Si bien este momento es histórico y tuvo la victoria social de posicionarse en la agenda pública, todavía nos queda el desafío de desarrollar una denuncia aún más amplia a la extendida estructura patriarcal y, también, debemos profundizar la construcción de soluciones y exigencias que logren poner en jaque dichas lógicas opresoras. La Ola feminista visibilizó situaciones de violencia de género y denunció el carácter sexista de la educación. Todo esto debe ser reconocido, y desde esta victoria debemos seguir construyendo, relevando siempre la organización y articulación transversal como eje prioritario. Hemos dado el primer paso, hemos sentado las bases de la revolución feminista que se viene, las movilizaciones del 2018 fueron el estallido de un silencio acumulado por décadas, un movimiento que venía a exigir ser escuchado, y en ese sentido fue importante, porque el primer paso a cualquier cambio es ser capaz de denunciar el problema. Ahora nos enfrentaremos a otro desafío: el de sumar a esta lucha a todas las mujeres del país, y para esto, debemos apelar a las injusticias que el patriarcado genera en todas las dimensiones de nuestras vidas.

El feminismo no se agota en protocolos universitarios o cambios de mallas universitarias. Hay un problema de fondo y, durante los próximos años, como feministas debemos hablar de él. Lo que la histórica movilización del 2018 nos deja como desafío es precisamente esto: lograr profundizar las movilizaciones y convocar a más mujeres, porque aún nos encontramos precarizadas por un modelo que no nos reconoce como sujetas de derecho, pero que paradójicamente, nos instrumentaliza a través de las labores de cuidado que realizamos. Porque somos nosotras quienes nos enfrentamos a diversos obstáculos y barreras para poder ingresar al mercado laboral y debemos depender económicamente de otros. Porque son las mujeres las que viven el machismo en su expresión más extrema cuando sufren violencia por parte de su pareja y en el mundo público. Hoy, en las primeras dos semanas del año, ya van 6 femicidios, es decir, 3 mujeres han sido asesinadas por cada semana. Estas son situaciones  que las mujeres viven, y que les ocurren sólo por el hecho de ser mujeres. Así, debemos interpelar a estas opresiones cotidianas para evidenciar y superar el patriarcado y el machismo. El feminismo debe interpelar y convocar a todas las mujeres, de manera que asuman el feminismo como herramienta de lucha y transformación de sus vidas.

En este sentido, la huelga que se está convocando desde la Coordinadora Feminista 8M es de vital importancia, es la oportunidad de seguir permeando el 2019 de lucha feminista, de continuar convocando a más mujeres, de manera que esta se extienda por todo el territorio. Desde ya se están levantando comités de huelga territoriales, y se está pensando en distintas formas de protesta a las que debemos sumarnos como sociedad. Esta movilización, precisamente, adopta un carácter necesario tras la Ola Feminista, y debemos sumar todos nuestros esfuerzos en ella. Pero junto a ésta, debemos, paralelamente, lograr una articulación virtuosa entre el rol de los movimientos sociales, que deben denunciar prácticas y exigir soluciones, y la institucionalidad política, que debe pelear contra quienes se oponen a estos cambios y lograr concretar medidas que realmente profundicen la igualdad entre hombres y mujeres. Es esto, precisamente, el desafío que se le presenta a los partidos del Frente Amplio, y debemos estar a la altura de esta necesidad urgente. De esta manera, podremos concretar de manera conjunta las transformaciones estructurales que permitan avanzar en mayor justicia social.

En este sentido, las organizaciones políticas, cumplimos hoy un rol clave en la sostenibilidad de dicho diálogo. Las feministas militantes sabemos de los costos que hemos debido asumir tras una legítima desconfianza histórica que existe con los partidos desde las organizaciones feministas, de la cual debemos hacernos cargo. Por esta razón, debemos dejar de escindir lo social de lo político y trabajar en estrecha colaboración. Y bajo dicho contexto, la Ola del 2018 nos brindó un momento histórico de encuentro y reencuentro, donde se logró identificar la diversidad que tanto caracteriza al movimiento feminista. Esta experiencia no debe perderse, debe profundizarse, y como Revolución Democrática debemos asumir la responsabilidad de no volver a cometer los errores del pasado y ponernos a disposición del movimiento social, siendo una herramienta más para alcanzar los cambios que necesitamos. Solo mediante esta unidad y trabajo simbiótico, podremos comenzar a derrotar al patriarcado.

Antonia Atria Fuentes