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Carta a Lemebel del docente despedido en Independencia: Un año más sin ti y las alitas rotas continúan en sus jaulas por la censura

Por: El Desconcierto | Publicado: 23.01.2019
Carta a Lemebel del docente despedido en Independencia: Un año más sin ti y las alitas rotas continúan en sus jaulas por la censura pedro-lemebel-9 |
«¡Ay, Pedro! Nos haces falta, pero seguiremos comentándote en clases. Seguiremos defendiendo la diversidad desde el anonimato, porque no necesitamos posar con tu rostro en una polera, puesto que a nosotros nos rige la ética y no el marketing electoral», escribe el docente desvinculado del liceo San Francisco de Quito.

Querido Pedro:

Otro año más con esa ausencia latente, con esa ciudad que quedó sin ti como dijo Víctor Hugo Robles en su carta. Tus letras me llegaron a esa edad de los 15 años, por ningún docente, por cierto, porque al parecer en esos años era un riesgo darte a leer. Llegaron a mis manos en esa adolescencia que se configura como anhelo de querer un mundo un poco más humano. Ese deseo que no ha cambiado y sin duda me llevó a los caminos de la pedagogía para contribuir en el aula a ese cambio, aunque, en la práctica, a veces, la utopía se desvanece. Los años pasaron y la lectura fue un encuentro con un amigo que no conocí en vida y no sabes cuánto hubiese deseado conocerte, Pedro. Me hubiese gustado conocerte para compartir un relato con esa voz coherente, punzante y humana. Sin duda, hoy haces mucha falta, Pedro, más cuando convivimos con gente doble estándar como es el caso del alcalde Gonzalo Durán. Ese mismo alcalde que brindó la mano a Víctor y a mí para después anunciar mi salida el 31 de diciembre. ¡Ay, Pedro! Ese mismo alcalde que puso tu rostro en una polera para posar en las vitrinas de mercado.

Sin duda, Pedro, hoy siento tu ausencia, porque sé que estarías repudiando mi despido, el de mi colega y la discriminación vivida por un ex estudiante. Sé que estarías levantando la bandera de lucha por una educación no sexista y reflexiva y solidarizando con las y los docentes que, desde el anonimato, deseamos una educación para que los que nazcan con una alita rota vuelen. Ese deseo que nos cuesta nuestro puesto de trabajo, porque no soy el único despedido por estas causas en Chile. Son muchas y muchos los docentes sacados de sus faenas por elevar la voz. Sin duda estarías repudiando esa inestabilidad laboral y amedrentamiento que vivimos en nuestros puestos trabajos los que estamos comprometidos por una educación diversa y reflexiva, ya que también fuiste docente y viviste, sin duda, las mismas injusticias que tan bien muestra tu revoltosa pluma. ¡Ay, Pedro! Nos haces falta para concebir una educación que no discrimine, por el contrario entienda la diversidad como un valor primordial. No queremos, Pedro, que los Margaritos sigan sufriendo la violencia de una educación que nos los considera y los exilia, no queremos ese pasar que tú describes: “Es posible que su pasar de alondra empapada haya naufragado en esa travesía de intolerancia, donde el trote brusco del más fuerte, estampó en sus suelas el celofán estropeado de un ala colibrí».

¡Ay, Pedro! Nos haces falta, pero seguiremos comentándote en clases. Seguiremos defendiendo la diversidad desde el anonimato, porque no necesitamos posar con tu rostro en una polera, puesto que a nosotros nos rige la ética y no el marketing electoral. Seguiremos riendo y reflexionando a raíz de tu pluma rabiosa y humana. Quizás, Pedro, como docente la mejor defensa y homenaje no es dejar que las arbitrariedades nos callen. Quizás la mejor defensa es seguir leyéndote en un mundo en que los valores se venden en la vitrina neoliberal.

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