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Suicidio LGBTI: Cuando la discriminación sistemática te pone contra tu propia vida

Por: Christopher Jerez Pinto | Publicado: 23.01.2019
Suicidio LGBTI: Cuando la discriminación sistemática te pone contra tu propia vida FOTO REFERENCIAL MONUMENTO A LA DIVERSIDAD SEXUAL | AGENCIAUNO
Según datos de la Fundación Todo Mejora, la población LGBTI tiene una tasa de suicidio hasta cuatro veces mayor que las personas cis heterosexuales. El bullying sufrido en los colegios y el hostigamiento vivido en sus propios hogares termina llevando muchas veces a niños, niñas y jóvenes a atentar contra sus vidas. El Desconcierto recopiló testimonios personales y opiniones profesionales sobre esta problemática que se abre camino a punta de violencia en sus más variadas formas.

Alejandro C. y Sofía A. llevan vidas muy distintas. Mientras el primero aún estudia una carrera universitaria en una institución pública, la segunda hasta hace poco ocupó un cargo administrativo en una empresa. Aun así, tienen detalles importantes en común: ambos pertenecen al colectivo LGBTI y en algún momento han puesto sus vidas en riesgo a causa de la discriminación.

Según un estudio publicado en 2012 en la Revista Médica de Chile, más de un tercio de la población entre 4 y 18 años en Chile (38,3%) presenta algún trastorno psiquiátrico en un período de 12 meses; cifra que comparada con el resto de Latinoamérica es bastante alta.

Tal como encarnan Alejandro y Sofía, esta realidad es aún más preocupante en el caso de la población LGBTI. Según datos de la Fundación Todo Mejora, un 84% de los usuarios de su programa de contención a niños y jóvenes «Hora Segura» pertenecientes a esta comunidad presentan sintomatología psicológica.

En esa misma línea, 2 de cada 3 usuarios declara sufrir acoso y maltrato en distintos espacios y un 64% de ellos ha presentado comportamientos suicidas en los últimos dos meses.

La directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), Vania Martínez, aclara que “esta población no es que tenga un riesgo inherente a su orientación o identidad, sino que tiene que ver con la discriminación o la falta de apoyo que ellos puedan recibir en sus familias, en sus colegios o de la sociedad”.

Un informe de 2018 de Todo Mejora indica que las desventajas “en la jerarquía social que provoca pertenecer a un grupo percibido como fuera de la cultura hegemónica, llevan a los individuos a enfrentar condiciones más estresantes desde una posición de menores recursos, lo que redunda en peores indicadores de salud mental”.

Foto: Guillaume Paumier

El entorno familiar

Sofía es una mujer trans bisexual de 25 años que creció en Viña del Mar junto a su abuelo materno y una tía, a raíz de que su madre murió cuando ella era pequeña. Con su padre no tiene ningún tipo de relación.

Al igual que muchas personas del colectivo LGBTI, las primeras expresiones de violencia las recibió de parte de su propia familia. “Ellos son muy católicos y en ese momento estaban muy cerrados de mente, y les costó mucho entenderlo. No entendían que yo estaba pasando por una situación súper dolorosa, porque no podía vivir de forma normal por cumplir los estándares que ellos pedían”, lamenta.

Una situación similar vivió Alejandro de 18 años, quien se identifica como homosexual. El joven cuenta que su familia siempre fue muy machista y que particularmente su padre era un hombre muy violento. “Mi papá me pegaba por muchas cosas, como por no comerme la comida o por hacer algo de niñita, porque movía mucho las manos o porque decía que no me gustaba el fútbol”, cuenta.

“Me daba cuenta de que lo que yo quería no era lo que mis papás querían. Ellos querían que yo jugara a la pelota… me regalaron una vez una toalla de Colo-Colo y a mí ni siquiera me gustaban los jugadores. Siempre fui más apegado a mi mamá, porque ella era más querendona, pero yo sabía que era homofóbica”, agrega.

El Supervisor de Redes de Apoyo de Todo Mejora, Francisco Hinojosa sostiene que este tipo de prácticas en los padres son comunes y que son éstas las que muchas veces desalientan a los jóvenes a “salir del clóset” o expresar sus identidades de forma libre.

“Muchas veces ocurre que cuando el adolescente intenta salir del clóset ellos tratan de tantear el terreno con sus padres antes. Muchas veces ellos saben que tiene una orientación sexual e identidad y expresión de género (OSIEG) determinada, pero desalientan esa práctica de manera anticipada. Por ejemplo, están viendo la televisión y el padre hace comentarios homofóbicos sobre algún personaje LGBTI. Ahí indirectamente le están diciendo que en ese hogar no es posible salir del clóset”, indica.

Tuve que trabajar por 18 años a mi familia para que pudieran entenderme. Para que pudieran aceptar lo que yo era. Tuve que trabajarlos para que entendieran un poco sobre feminismo, decirles muchas veces que eran personas normales. Traté que fuera normal ir a las marchas del orgullo”, cuenta Alejandro.

En una dimensión contraria, el profesional de Todo Mejora cuenta que muchas de las consultas son realizadas por padres o madres de jóvenes LGBTI. “Nos preguntan cómo pueden ayudar a sus hijos, cómo entender ciertas cosas. Nosotros validamos mucho esas instancias, a pesar de que haya padres que tienen actitudes transfóbicas u homofóbicas internalizadas, nosotros valoramos mucho el hecho de se acerquen a preguntar”, comenta.

El ambiente escolar

Según los profesionales de Todo Mejora y del Imhay, los recintos educacionales son uno de los espacios donde la población LGBTI se ve mayormente expuesta a situaciones de discriminación y violencia. Allí la figura del bullying se vuelve determinante a la hora de encontrar las raíces de los problemas psicosociales de estos jóvenes.

Hinojosa, indica que de acuerdo a las atenciones del programa Hora Segura, “la principal modalidad de victimización tiene que ver con el bullying, y que tiene consecuencias muy graves. La evidencia apunta a que hay una asociación muy grande entre estas situaciones de discriminación, el deterioro de la salud mental y el suicidio”.

Por su parte, Alejandro tuvo que desarrollar mecanismos para disimular de orientación sexual y así no sufrir violencia. “En el colegio nunca tuve muchos problemas, porque no me vestía de rosado ni cantaba canciones de Britney Spears en el colegio. Eso lo hacía en mi casa, porque sabía que en el colegio me iban juzgar. Pero a veces igual me molestaban”, cuenta.

“Una vez me hostigaron diciéndome ‘gay’ y me pegaron un combo en la guata, un niño de mi curso. Esa vez llegué a mi casa llorando y mi mamá me preguntó ‘¿qué te pasó?’ y yo le dije ‘es que me dijeron que era gay y me pegaron’, y  me preguntó ‘pero, ¿tú eres gay?’ y yo le decía asustado ‘noo, no lo soy’, porque no le podía decir”, relata Alejandro.

El profesional de Todo Mejora indica que estas vivencias desembocan en un deterioro progresivo de la salud mental. “Es el cansancio de niños de tener que ir al colegio, de tener que vivir de lunes a viernes el bullying homofóbico, es ese maltrato diario lo que hace que la persona se vaya sumiendo en esta dinámica del proceso suicida”, explica.

Para Martínez del Imhay, los colegios deben mejorar sus programas de inclusión y combate del bullying. “En el caso de las personas trans se debiese ver el tema del uniforme, el uso del nombre social, la existencia de baños no binarios, todo eso debiese regularse, porque también genera cosas negativas en niños y adolescentes”, sugiere.

FOTO: SEBASTIAN BELTRAN GAETE / AGENCIAUNO

Intentos suicidas

En el caso de Sofía, las formas de violencia que más la han afectado y que incluso la han llevado a poner su vida en peligro, se han dado en el mundo laboral. Desde diciembre de 2018 se encuentra con licencia médica a raíz de malos tratos y hostigamientos recibidos de parte de sus compañeros de trabajo y jefes.

“Cuando entré al trabajo lo hice con mi nombre antiguo y con una apariencia mucho más masculina. Entonces al inicio no tuve problemas, pero al año, cuando las hormonas ya estaban haciendo efecto y los cambios ya eran súper visibles, empecé a tener problemas con mis compañeros por tallas pesadas o fuera de lugar”, cuenta Sofía.

Todo empezó a empeorar cuando sus jefes la presionaron para cumplir ciertos detalles estereotípicos, como usar un uniforme asociado a un género determinado. “Todos los días me retaba mi jefe porque tenía el pelo largo. Hasta me amenazaron con amonestaciones por no cumplimiento de contrato y cosas así, pero nada relativo a mi trabajo”, acusa.

Sofía asegura que cuando se acercó a hablar de las vejaciones de las que era víctima, la encargada de recursos humanos le dijo: “Cuando te cambies el nombre de forma legal conversamos y vemos qué hacemos”.

A raíz de estas situaciones reiteradas tuvo un colapso en noviembre del año pasado. Fue una especie de acumulación entre el trabajo y su hostil ambiente laboral, relata. “Ahí colapsé y tuve una sobre ingesta de pastillas. No sé si llamarlo intento de suicidio per se, porque no fue premeditado, pero sí fue un llamado de auxilio”, sincera.

Alejandro, en tanto, también ha pensado varias veces en terminar con su vida. “Cuando chico veía los autos pasar y me ponía adelante de los autos para que pasaran encima de mí pero nunca lo hacían. Me golpeaba mucho la cabeza contra la pared, todos me veían hacerlo. Suponía que si me pegaba en la cabeza iba a dejar de pensar ciertas cosas o iba a dejar de ser como era”, narra.

“Intenté cortarme las venas en una recaída muy grande, pero no fui capaz, así que me quedé acostado en el piso por toda la tarde y toda la noche. Siempre tuve ese tipo de tendencias porque no me quería”, agrega.

Hinojosa explica que mientras más lejana la persona se encuentre de un plan determinado respecto al suicidio, existen más posibilidades de actuar. Lo que Todo Mejora hace con personas en una situación más estable es ofrecerles contención y validar las experiencias que les cuentan. De esa forma, refuerzan la autoestima de los afectados.

En el caso de las personas con procesos suicidas más avanzados, la fundación trabaja en fortalecer la red de apoyo. “Saber si hay algún amigo o un familiar de confianza con que se pueda conversar o fortalecer esas actividades que ha dejado de hacer es importante”. Otra estrategia útil es llevar al afectado a escenarios donde se vea más competente y así “relativizar” en parte el discurso del dolor y sufrimiento, “para que la persona pueda ir rearmándose”.

“Si necesitan una ayuda adicional, también contamos con centros aliados, a los que hemos acudido a ofrecer capacitaciones y que nos da garantías de que ahí trabajan profesionales que no van a discriminar”, complementa el psicólogo.

FOTO: HANS SCOTT / AGENCIAUNO

Políticas públicas y prevención

Para estos expertos, dos áreas fundamentales en las que se debe trabajar son la educación sexual y la formación integral de los profesionales médico respecto a población LGBTI. Sumado al fortalecimiento de campañas contra el bullying y la ampliación de la oferta de atención psicológica en el sector público, deberían ser medidas que disminuyan la tasa suicida en el país.

Martínez explica que legislar respecto a la educación sexual es clave y que ésta debe implementarse desde la enseñanza pre básica. “Ahí se debería incorporar conceptos sobre la diversidad sexual y de género, para que sea un aspecto conocido y los niños sepan que es algo que existe”, argumenta la profesional.

La psicóloga comenta que “hay familias que han llevado a sus hijos a tratamiento psicológico, y sigue habiendo profesionales que promueven eso”. Este detalle devela las deficiencias que hacen aún el sistema de salud en su totalidad no esté capacitado para abordar a los niños y jóvenes LGBTI.

En esa línea, la directora de Imhay sostiene que “no solamente nos debemos enfocar en los jóvenes afectados, sino también en la formación que tenemos de pregrado los profesionales de la salud y de la salud mental, que ellos conozcan sobre este tema, que lo estudien y sepan qué es lo que está recomendado para enfrentar estas situaciones”.

Por su parte, el psicólogo de Todo Mejora valora las gestiones que se han hecho desde los ministerios de Educación y Salud levantando programas para combatir la realidad del suicidio en el país. Sin embargo, ninguno de estos planes tiene un foco –o una arista- puesta en la disidencia sexual y/o de género.

Para Hinojosa, otro elemento relevante es comenzar a hablar sobre suicidio y contribuir a que deje de ser un tema tabú. “Es un mito creer que hablar de suicidio genera más suicidio. Es como una paradoja, uno necesita hablarlo para superarlo, pero el entorno se aterra cuando escucha que alguien cercano se podría suicidar”, explica.

Algunas propuestas de Todo Mejora apuntan a reformar las bases curriculares de los programas escolares, incorporando la inteligencia emocional como un subsector específico y transversal para todos los niveles o también la incorporación en la Encuesta Nacional de la Juventud las temática de violencia, bullying y comportamiento suicida, entre otras medidas.

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