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Elliots Abrams, el enviado especial de Donald Trump en Venezuela

Por: Alejandro Kirk | Publicado: 30.01.2019
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Elliot Abrams es experto en acciones militares encubiertas. En los años 80, cuando era presidente el actor Ronald Reagan, fue Subsecretario de Estado para los Derechos Humanos y Asuntos Humanitarios, y Subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos. En esas capacidades, fue el cerebro de varias operaciones en América Central.

El hombre encargado por el presidente Donald Trump para dirigir el proceso de cambio de régimen en Venezuela se llama Elliot Abrams, en calidad de “enviado especial”.

El mero hecho de su designación indica con cierta claridad el rumbo que pueden tomar los acontecimientos en Venezuela, tras el fracaso en el intento de golpe de Estado del 23 de enero, en que el diputado Juan Guaidó se autojuramentó como presidente en un una manifestación callejera, pero no logró movilizar a los sectores populares en contra del gobierno de Nicolás Maduro, ni quebrar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

Estados Unidos pasó desde entonces a tomar el control directo de la operación, sin miramientos por protocolos ni apariencias.

Primero intentó sin éxito que la Organización de Estados Americanos reconociera a Guaidó como presidente encargado, pese a los esfuerzos del Grupo de Lima y del Secretario General de la OEA, Luis Almagro. Más tarde volvió a perder en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas donde el resultado fue de 16 contra 15, con China y Rusia apoyando a Venezuela.

Tras estos fracasos, Washington decidió apropiarse de los fondos de la estatal petrolera PDVSA en bancos norteamericanos, para asignarlos a Guaidó (siete mil milllones de dólares), quien se convierte asi en un empleado directo.

Al hacer esto, el asesor de seguridad de Trump, el “halcón” John Bolton, insistió en que las opciones militares estaban abiertas.

Elliot Abrams es experto en acciones militares encubiertas.

En los años 80, cuando era presidente el actor Ronald Reagan, Abrams fue Subsecretario de Estado para los Derechos Humanos y Asuntos Humanitarios, y Subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos. En esas capacidades, fue el cerebro de varias operaciones en América Central.

Para los efectos de lo que pudiera ocurrir en Venezuela, el mejor ejemplo es el plan desarrollado por Elliot Abrams en Nicaragua. El gobierno norteamericano inició a principios de los años 80 una guerra irregular contra la Revolución Sandinista por medio de mercenarios que operaban desde el territorio hondureño: “la contra”. Tras conocerse las atrocidades que cometía la Contra en las poblaciones del norte de Nicaragua, el Congreso limitó el financiamiento de la guerra.

En respuesta, Abrams, junto al teniente coronel de marines Oliver North, establecieron un mecanismo de financiación que no vinculara directamente al Gobierno de Estados Unidos.

Por medio de traficantes israelíes, Abrams y North vendieron armas israelíes y norteamericanas a Irán, que en ese entonces se encontraba en guerra con Irak (lo que se conoció como el Irangate). Simultáneamente, facilitaron el ingreso de cocaína del cartel de Medellín al estado de California, con asistencia de la CIA. Con ello obtuvieron fondos de sobra.

Abrams fue más tarde enjuiciado y condenado, pero no no por estos delitos, sino por haber mentido al Congreso acerca de ellos. Fue amnistiado en los primeros días del mandato del presidente George W Bush.

La operación Contra logró agrupar unos 30 mil combatientes que atacaban a Nicaragua desde bases en Honduras. A ella se incorporaron también ex soldados de la dictadura de Anastasio Somoza, y fueron entrenados por asesores militares de la CIA y de la dictadura argentina.

Estados Unidos impuso en 1984 un embargo comercial que se aplicó con apoyo de naves de guerra de la Marina norteamericana que bloqueaban las costas de Nicaragua en ambos océanos. Simultáneamente, unidades de comandos destruyeron el puerto de Corinto, el más importante del país.

El gobierno sandinista debió destinar casi 50 por ciento de su presupuesto nacional para el financiamiento de la guerra contra la Contra, que finalmente ganó, pero al costo del inmenso desgaste material y anímico de una población agotada de la guerra, que le valió perder las elecciones de 1990.

La guerra contra Nicaragua ocasionó mas de 60 mil muertos y pérdidas materiales de casi 18 mil millones de dólares, equivalentes a unos 39 mil millones de dólares actuales.

Por esos daños, el gobierno nicaragüense entabló y ganó una demanda contra Estados Unidos en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que condenó a Washington a pagar los costos materiales ocasionados por la guerra organizada por Abrams, pero Estados Unidos desconoció el fallo.

Abrams tiene historias parecidas en Guatemala, Honduras y El Salvador, además de su participación en la planificación de la guerra contra Irak en 2003, y en la disrupción de las elecciones palestinas en 2006, que hasta hoy mantienen divididos a la Organización para la Liberación de Palestina y el movimiento islámico Hamas.

Alejandro Kirk