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La Turba de Hanga Roa

Por: Francisca Quiroga | Publicado: 14.02.2019
La Turba de Hanga Roa rapa nui |
Aquel martes 29, la turba humana que ingresó al juzgado donde Juan Nahoe Hereveri era retenido, buscaba castigo por el asesinato de un padre de familia, Luis Araki Paoa. Pero a medida que la turba crecía, el impulso primario de darle caza y muerte al culpable se fue transformando. Ya no era la cacería de un humano, sino la del descontento frente a la vulneración.

Durante la madrugada del martes 29 de enero un homicidio ocurrió en Isla de Pascua.  Juan Nahoe Hereveri asesinó a Luis Araki Paoa en circunstancias aún no esclarecidas.

Desde que tengo memoria, unos ocho asesinatos han tenido lugar en Rapa Nui y todos han conmocionado profundamente a nuestra comunidad. Sin duda alguna, el que más ha remecido a esta ínsula es el ocurrido el día martes 29 de enero, que terminó con el incendio de un juzgado y una turba a la caza de un humano.

Me atrevo a decir, que el asesinato que llevó a la formación de la turba, no remeció a la comunidad por su brutalidad, ya que hemos tenido asesinatos más brutales, ni tampoco por las circunstancias pues ha habido peores. Remeció porque ocurrió en un momento en el que la gente de esta isla se siente vulnerada, insegura y con un profundo sentimiento de desagrado político.

Debemos ser responsables de analizar esta clase de actos como síntomas de una enfermedad más profunda y compleja. No como un simple acto deliberado de retribuir ojo por ojo. La suma de situaciones que llevaron a este acontecimiento van más allá de lo obvio, incluso se remontan a décadas de acumulación de tensión.

“Rapa Nui Con Amor”, es el eslogan emblema con el que se presenta nuestra isla. El amor es un sentimiento asociado a la bondad y que mueve actos constructivos en los grupos humanos, como la formación de una familia. Pero desde hace ya varios años, el amor en esta isla ha sido objeto de burla, degenerado, ninguneado y utilizado como excusa para no resolver los conflictos que carcomen lentamente los cimientos de esta comunidad.

El amor, nuestro amor local, ha permitido baipasear infracciones, mantener delitos impunes, tolerar el tráfico y consumo de drogas, abusar del poder, entre otros. A tal punto hemos ninguneado el amor en nuestra localidad, que frente a problemas sociales básicos tales como la carencia de gas licuado para cocinar, la mejor respuesta que se le entrega a la gente por parte de nuestro edil es “hagan el amor con el tubo de gas”. ¿Qué pasa cuando los jóvenes crecen con esa clase de amor?

Es tal el amor en nuestra comunidad, que incluso las autoridades locales y de gobierno se mostraron ausentes, displicentes y desvinculadas mientras los fuertes eventos ocurridos el día martes 29 de enero se desarrollaban. Autoridades que hoy salen a la persecución de culpables, sin siquiera detenerse a meditar sobre cuáles fueron las fuerzas que actuaron aquel martes 29 de enero, o cuál fue el rol que ellos mismos desempeñaron. O aun peor, cuáles serán las consecuencias de poner más presión a los cimientos resquebrajados de nuestra comunidad.

Siguiéndole los pasos a las autoridades, nos encontramos con los servicios públicos que gozan de popularidad por su gestión deficiente y falta de soluciones. Tal como Bienes Nacionales que mantiene abierto los conflictos de tierra a nivel local, que son eje central de las disputas entre los rapa nui.

Esto lleva a que se cree un ambiente propicio para el caos, con la prolongación de problemas sin resolver como el tema del Hotel Haƞaroa, asediado por banderas negras y carteles, que lleva nueve años abierto y ha generado un segundo levantamiento por parte de una familia rapa nui. O la sobre carga de población y autos, a pesar de que desde 1996 se viene presionando para generar regularizaciones al respecto y que detonó, hace un mes atrás, con la detención de la descarga portuaria de la isla por parte de los estibadores.

Pero el conflicto más importante de todos, que ha generado una sensación de vulnerabilidad, que ha encolerizado al Pueblo rapa nui en el último año, es el Directorio de la Comunidad Indígena Ma’u Henua que administra el Parque Rapa Nui desde 2016. Este Directorio, ha seguido los pasos de las autoridades locales y se ha convertido en un grupo que solo busca profitar de la situación acomodada en la que se encuentra. El Directorio ha sido censurado y vetado en reiteradas oportunidades por el Pueblo Rapa Nui, en manifestaciones que marcan un record en concurrencia y participación. Pese a ello, simplemente ha decidido quedarse en su puesto y pasar a llevar la voluntad de la comunidad de esta isla, respaldado pasiva o activamente por las autoridades locales y de gobierno.

Así es como llegamos hasta Juan Nahoe Hereveri, alias el “pakistan”, constantes eran las quejas de la comunidad contra él a causa de su vinculación con las drogas, con tierras apropiadas de manera irregular, violencia y presuntos antecedentes criminales. En el último tiempo, este personaje era parte de un equipo que actúa a través del amedrentamiento, del acoso, de la descalificación y las amenazas contra todo aquel que esté en desacuerdo con el Directorio de Ma’u Henua. Las autoridades estaban al tanto de todo, pero simplemente no hicieron nada.

Aquel martes 29, la turba humana que ingresó al juzgado donde Juan Nahoe Hereveri era retenido, buscaba castigo por el asesinato de un padre de familia, Luis Araki Paoa. Pero a medida que la turba crecía, el impulso primario de darle caza y muerte al culpable se fue transformando. Ya no era la cacería de un humano, sino la del descontento frente a la vulneración. La cacería al miedo, a la ira, a la inseguridad social que las autoridades han instaurado en este territorio durante las últimas dos décadas. Lamentablemente, a quien le toco recibir la furia de la turba, fue un hombre que también resultó ser producto de una triste historia de carencia humana y vulneración.

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