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¿Las vidas negras no importan? Los dos asesinatos de jóvenes que impactan a Río de Janeiro

Por: Victor Farinelli | Publicado: 19.02.2019
¿Las vidas negras no importan? Los dos asesinatos de jóvenes que impactan a Río de Janeiro Fogo nos racistas |
Dos madres negras tuvieron que ver cómo sus jóvenes hijos se morían por cuenta de ese racismo que está impregnado en la sociedad brasileña, pero no son las únicas. Las situaciones que sufrieron están lejos de ser casos aislados en el país. Brasil tiene una de las más altas tasas de homicidio del mundo, con más de 60 mil asesinatos por año en promedio. Según datos del Mapa de la Violencia de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), más de 70% de esas muertes son de personas negras y jóvenes (entre 19 y 35 años).

El joven Pedro Gonzaga, un muchacho negro de 19 años, corre por los pasillos del supermercado Extra, en el barrio de Barra da Tijuca. Es un chico que sufre de convulsiones nerviosas debido al uso de drogas. Ese día estaba con su madre, Dinalva Oliveira, pues recién salían de una sesión del tratamiento que realizaba para enfrentar su adicción.

En medio de su desesperación, con la madre tratando de alcanzarlo, Gonzaga se acerca a los guardias del supermercado y empieza a hablar con uno de ellos. Cuando Dinalva se acerca, el muchacho se cae solo al suelo. La madre y uno de los guardias tratan de levantarlo, pero él vuelve a caer.

En la segunda caída, el guarda Davi Amâncio se cae sobre Gonzaga y le sujeta el cuello con uno de sus brazos, impidiendo su respiración. El funcionario mantiene a Gonzaga sujetado por más de siete minutos, pese a los gritos desesperados de la madre y las advertencias de los testigos de que el chico no se movía y que su mano estaba morada, indicando que la falta de respiración le afectaba. Los demás guardias del local miran la situación pero no hacen nada, ni siquiera le reprochan al colega que su acción ya era exagerada.

Cuando Amâncio decide salir de encima del chico el caso ya se había convertido en tragedia. Uno de los cajeros del supermercado se había acercado por sus conocimientos de primeros auxilios e intenta reanimarlo pero es inútil. Pedro Gonzaga está muerto. Murió por nada, porque uno guardia no supo qué hacer ante un muchacho con una convulsión nerviosa y abusó de su poder.

Horas después, el caso era viral y también los videos de testigos mostrando Amâncio mientras estrangulaba a su joven víctima. Sin embargo, las primeras corrientes de comentarios tratan de defender el actuar del guardia, con la excusa de que “algo habrá hecho para merecer eso”. Luego surgen versiones de que Gonzaga habría tratado de realizar un robo hormiga, lo que es completamente falso. Las excusas y las falsedades para justificar el crimen son comunes cuando se trata del homicidio de una persona de color negra, incluso en Brasil, que está lejos de ser la democracia racial que muchos imaginan – por considerar equivocadamente que la fama de sus futbolistas negros o de sus bailarinas de samba serían un indicio de que esas personas negras tienen las mismas oportunidades en esa sociedad, pero no es así.

La red de supermercados Extra incluso colaboró con las fake news, al lanzar una nota diciendo que Gonzaga trató de robar el arma del guardia, versión que las imágenes del suceso no corroboran. Curiosamente, la empresa igual decidió sancionar a los guardias, y afirmó que analizará si mantendrá el contrato con la empresa de seguridad para la cual trabajan.

Davi Amâncio fue detenido el mismo día, pero no pasó más de tres horas en la cárcel. Denunciado por homicidio, pudo volver a la casa tras pagar una multa de 10 mil reales (más o menos 1,8 millones de pesos), y ahora aguarda el juicio oral en Tribunales.

El pasado domingo hubo diferentes protestas en frente al supermercado Extra de Barra da Tijuca y en algunos otros locales de la misma red (una de las más grandes del país). Activistas de organizaciones por los derechos de los negros en Brasil se manifestaron bajo la consigna “Vidas Negras Importan” y cantaron el refrán de la clásica canción A Carne (que dice “la carne más barata del mercado es la carne negra”), de la cantante Elza Soares, también activista por los derechos de las mujeres y los negros. Los actos exigieron una condena para Amâncio y también recordaron otro caso de una niña negra asesinada.

Ese otro caso sucedió también en Río de Janeiro, en la misma tarde de 14 de febrero, y no muy lejos de allí, en el barrio de Triagem. La niña Jenifer Gomes, de 11 años, recién llegaba de la escuela y fue al quiosco donde trabaja su madre y la ayudaba a pelar cebollas, cuando un batallón policial entra en la favela disparando a todos lados. Una de las balas alcanza a Jenifer en el pecho. Kátia Cilene es su madre, a quien sólo se le dio el derecho de sufrir el dolor ante la desgracia de ver a su hija fallecer ante sus ojos, sin poder hacer nada, mientras los disparos siguen sonando del lado de afuera de local.

Los intentos de la policía de aclarar de qué se trató el operativo que culminó en la muerte de la niña muestran contradicciones increíbles. Primero, afirmaron que no hubo disparos, y que la familia llegó a la comisaría con el cuerpo de Jenifer luego de una ronda en la que no hubo incidentes. Horas después, afirmaron que sí hubo una “confrontación” con supuestos asaltantes de camiones de carga, aunque hay algunos testimonios de vecinos del local afirmando que nadie les disparaba a los policías, y otros que dan cuenta de que los policías fueron los que iniciaron una balacera.

El sábado, vecinos del barrio de Triagem realizaron una protesta para recordar a Jenifer y exigir justicia por su muerte, aunque ni siquiera se ha identificado todavía a los policías que participaron del operativo. El principal argumento de los manifestantes es que a la policía jamás se le ocurriría entrar disparando en los barrios altos de la ciudad, por la razón que fuera, pero sí lo hace en la favela, aunque sea por motivos banales.

Al final, dos madres negras tuvieron que ver cómo sus jóvenes hijos se morían por cuenta de ese racismo que está impregnado en la sociedad brasileña, pero no son las únicas. Las situaciones que sufrieron están lejos de ser casos aislados en el país.

Brasil tiene una de las más altas tasas de homicidio del mundo, con más de 60 mil asesinatos por año en promedio. Según datos del Mapa de la Violencia de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), más de 70% de esas muertes son de personas negras y jóvenes (entre 19 y 35 años) – considerando que los negros son 54% de la población brasileña, se nota una diferencia importante en ese sentido.

Datos explicativos del mismo estudio apuntan que un joven negro es asesinado en Brasil a cada 23 minutos, y que entre los años de 2005 y 2015 los índices de homicidios de personas blancas cayó un 12%, mientras que los homicidios de negros aumentaron un 18%. Cifras que evidencian que el racismo estructural – ese que está instalado en la sociedad y que hace con que las vidas negras sean consideradas menos importantes que las blancas y que los abusos sean tratados como hechos normales – lejos de desarmarse, viene en un aumento.

Por eso la campaña con la consigna “Vidas Negras Importan”, emulando el “Black Lives Matter” estadounidense, la que existe en Brasil desde 2017 y cuenta con el respaldo de las Naciones Unidas y de diversas organizaciones de derechos humanos en el mundo, incluyendo a sus inspiradores gringos.

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