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Van Van para rato

Por: Francisca Quiroga | Publicado: 20.02.2019
Van Van para rato mujer | Foto: Pablo López
La música que vino a estrenar el grupo a Chile en esta vuelta es una declaración de historia y actualidad. El disco es un homenaje a Juan Formell, el hombre que fundó este elenco en 1969 y que lo dirigió hasta su muerte en 2014 a los 71 años, pero al mismo tiempo está lleno del sonido estimulante y vigente con que Formell y Los Van Van, nombre completo del grupo, se han transformado en un referente internacional de la música popular cubana.

Con los cincuenta años de historia que cumple en 2019, el legendario elenco cubano prendió una fiesta en la jornada de cierre del festival Womad este domingo 17 de febrero en la comuna santiaguina de Recoleta.

«Han escuchado Legado, ¿sí?», preguntó la cantante Vanessa Formell avanzada la actuación de Los Van Van en la noche de cierre del festival Womad, para motivar la respuesta afirmativa de miles que estaban al frente en la Plaza la Paz de la comuna santiaguina de Recoleta. Y fue una afirmación en más de un sentido. Legado (2018) es el más reciente disco del legendario grupo cubano, así que fue un público informado y prendido, con un contingente cuantioso y sabroso de cubanas y cubanos residentes, el que llegó a verlos en su regreso a Santiago este domingo 17 de febrero. Y además Legado podrá tener un título de los que suelen ser usados para vender antologías o discos de grandes éxitos, pero en manos de Los Van Van es propuesta nueva y siempre vibrante.

La música que vino a estrenar el grupo a Chile en esta vuelta es una declaración de historia y actualidad. El disco es un homenaje a Juan Formell, el hombre que fundó este elenco en 1969 y que lo dirigió hasta su muerte en 2014 a los 71 años, pero al mismo tiempo está lleno del sonido estimulante y vigente con que Formell y Los Van Van, nombre completo del grupo, se han transformado en un referente internacional de la música popular cubana. Es una batería saludable de composiciones inéditas de autoría de diversos cantantes y músicos del conjunto, como la mejor evidencia de que hay mucha vida después de la partida del maestro fundador, según dijo en su primer saludo uno de los cantantes de la banda, Roberto Hernández, junto con homenajear la memoria de Juan Formell: «Hay Van Van para rato».

El repertorio en vivo es otra evidencia. Aunque buena parte del público esperaba y pedía éxitos históricos como «Sandunguera» o «Esto te pone la cabeza mala», Los Van Van vinieron a poner en escena una parte importante del disco nuevo, y así fue desde el inicio del concierto con el ritmo de «Legado», «Vamos a pasarla bien», «Amiga mía» y «Culpable de nada», cada una por cuenta de uno de los cuatro cantantes del elenco, y todos estrenos 2018. Aun así el efecto fue instantáneo y bastaron segundos para familiarizarse con frases como «Si tú no tienes ná, dime con qué / con qué tu cuentas pa’ eso» (en «Legado») o «No doy explicaciones ni tampoco doy detalles» (en «Culpable de nada») para cantar y bailar.

Foto: Pablo López

La conformación en escena es otra prueba de que la de los Van Van ya es una máquina consolidada. Desde las venidas del grupo en 2006, 2009 ó 2011, jornadas en que los Van Van ostentaban a integrantes tan recordados como Yenny (Yenisel Valdés) y Mayito (Mario Enrique Rivera) en las voces y Cucurucho (Carlos Rodríguez) en el piano, siempre operó el atractivo de ese plano triple en que se organizan los músicos en vivo. Esta vez esa misma disposición táctica estuvo a cargo de la dupla de violinistas, el flautista Jorge Leliebre y la línea de tres trombonistas entre Álvaro Collado, Hugo Antonio Morejón y Edmundo Carlos «Mundo» Pina al fondo; luego un mediocampo entre el bajista Juan Carlos Formell, el pianista Efraín Chibas Wilson, el histórico Julio Eladio Noroña en güiro, el timbalero y baterista Samuel Formell, el conguero Yoel Cuesta y el tecladista Boris Ernesto Luna; y la consabida delantera de cuatro cantantes entre Vanessa Formell, Abdel Rasalps, Roberto Hernández y Armando Ihosvany Cantero, en otras palabras Vanessa, Lele, Robertón y Mandy.

Con tamaña alineación arrasan los Van Van en directo. Mandy despliega su elegancia en «Amiga mía», que empieza melódica y termina en fiebre. Vanessa asume la voz en un éxito previo como «Después de todo», con espacio para un solo de trombón de Morejón, y en novedades como la citada «Culpable de nada», donde se destacan las sutilezas de la flauta traversa y los violines. Lele asume el discurso consciente de «Me mantengo» (2009) con líneas como «Que la alegría y la picardía no se confundan en tu cantar / con todo aquello que nada aporte a nuestra música popular» y frases como «Que no me cambie la emisora» y «Por eso me mantengo». Y el grupo se remonta también a sus catálogos históricos con canciones como «Aquí se enciende la candela» y en especial «¡Qué sorpresa!» (1994), un ejemplo de cómo Los Van Van se ponen al día con las herramientas de cada época: «Voy a publicar tu foto en la prensa» es el llamado original de ese éxito; «Publícalo en el facebook y súbelo a youtube» es la versión actualizada, con el mismo sabor.

Por cierto ahí donde hubo un Formell ahora hay tres, todos hijos del patriarca: los mencionados Vanessa en la voz y Juan Carlos en el bajo, incorporados tras la muerte del fundador, y Samuel, dueño del centro exacto del escenario, un núcleo donde el actual director del grupo se sienta frente a la batería pero además instala por el lado los timbales, las claves y el cencerro o campana, en una combinación personal de instrumentos de percusión que no por nada es el corazón del grupo: un músculo que lleva el latido y bombea el ritmo para todo el incansable organismo Van Van. «¿Ustedes están cansados?», preguntó Robertón en otro momento, esta vez para motivar una respuesta negativa de los miles de asistentes. «Nosotros preguntamos porque ya llevamos como media hora en esta rumbita y a lo mejor a la gente le duelen los pies o está cansada», explicó. Lejos de eso, la fiesta podría haber durado horas más allá de ese final abrupto al que la banda se vio obligada por razones de tiempo, sin siquiera alcanzar a despedirse antes de desalojar –literal– el escenario después de hora y media de fiesta memorable. Es cierto: había, y hay, Van Van para mucho rato más.

Foto: Pablo López

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