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Opinión

Condorito… ¿último capítulo?

Por: Jorge Montealegre | Publicado: 24.02.2019
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Como el cóndor está en el aire, es parte de la cultura de nuestros pueblos originarios, está en el escudo del Chile republicano; si el personaje no sigue como revista, todavía están los libros; pero deben cuidarlo de una sobreexplotación que ha sido evidente. El chiste repetido, esa sensación de que la revista nueva ya la habías leído, es un problema. La nostalgia tiene un límite y Condorito saturó con reediciones, junto con desnaturalizar el encanto picaresco de una historieta inicial que nació en un Chile que ya no existe.

Poco antes que se anunciara el cierre de las operaciones de Televisa en Chile, transnacional mexicana que es propietaria de la marca y los derechos de la revista Condorito,  Ocho Libros publicó el libro de Tomás Gaete Produciendo Condorito. Génesis y desarrollo del trabajo artístico de la revista. Una publicación seria y oportuna, que tal vez le faltó solamente este que podría haber sido su último capítulo.

La investigación de Gaete es exhaustiva, respetuoso de investigaciones anteriores y –superando las meras descripciones- reflexiona y opina sobre el “pajarraco” que ya cumple los 70 años desde que apareciera en O’Key en agosto de 1949. En el prólogo Pedro Peirano caracteriza al personaje, a mi juicio muy acertadamente, como un “sobreviviente” considerando el cambio de mundo que hemos vivido, compartiendo una modernidad que obliga a una renovación cultural que indudablemente ha afectado su evolución. Y no solo la cultura (como podría ser el retiro de personajes que connotan discriminación étnica), sino también el impacto de la revolución tecnológica –noticia en desarrollo– que evidencia la crisis de las publicaciones en papel. Obviamente, habría que advertir, que es distinta una revista informativa en papel que una de entretenimiento como lo es Condorito (revista que se lleva de paseo, que se regala en la visita a los enfermos, que se hojea en las salas de espera y que gusta a los niños, etc.).

Tomás Gaete sigue el origen, la historia del personaje y su entorno; así como el proceso de producción de la revista. En este plano, el menos conocido y donde radica el aporte genuino de Gaete, es muy significativa la presencia de Condorito como “escuela” en la formación de dibujantes que han sostenido buena parte de la historia de la historieta chilena. No solo cómica. La contribución de Pepo, además de ser el creador del personaje, es la de un maestro generoso reconocido como tal por quienes fueron sus colaboradores, el libro evidencia el surgimiento en la revista de autores que se desarrollaron con identidad propia como Hernán Vidal (Hervi), recientemente distinguido con el Premio Iberoamericano de Humor Gráfico; de Alberto Vivanco, Eduardo de la Barra, Vicente Plaza y otros que, por supuesto, se mantuvieron en el anonimato y debieron firmar sus trabajos como “Pepo”… una marca que recuerda en nuestro nivel la firma ya eterna de Walt Disney.

El libro entrega una visión global sobre este personaje del cual se ha escrito bastante y que cuenta con una “historia oficial”. Gaete va más allá, quizás intuyendo que ya es “caso cerrado”. Como el cóndor está en el aire, es parte de la cultura de nuestros pueblos originarios, está en el escudo del Chile republicano; si el personaje no sigue como revista, todavía están los libros; pero deben cuidarlo de una sobreexplotación que ha sido evidente.  El chiste repetido, esa sensación de que la revista nueva ya la habías leído, es un problema. La nostalgia tiene un límite y Condorito saturó con reediciones, junto con desnaturalizar el encanto picaresco de una historieta inicial que nació en un Chile que ya no existe. A vuelo de pájaro, sin embargo, pienso que se posará en nuevos soportes y que su sobrevivencia dependerá más de los niños que de los nostálgicos.

Jorge Montealegre