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La Tercera y su editorial bolsonarista

Por: Esteban Vilchez Celis | Publicado: 22.03.2019
¿Intereses generales de la política exterior del país? ¿Uno de ellos es celebrar, acoger, invitar a almorzar, pasear y sacarse fotos con este tipo de personas? ¿Un admirador de Pinochet, genocida indiscutible, o de Stroessner, dictador y asesino incuestionado? Por supuesto, para un gobierno de derecha como este puede que los intereses se confundan y se desplacen desde los valores y el amor por los derechos humanos hacia los beneficios económicos para los grupos económicos privilegiados de ambos países. Pero si es eso, ¿es tan difícil decirlo?

El viernes 22 de marzo, en La Tercera, apareció el editorial de ese medio bajo el título “Equivocada actitud ante visita de Jair Bolsonaro”. La primera curiosidad que despertó en mí su lectura se refiere a quién la escribirá. Es que asombran muchas cosas en ella, porque no solo es la falta de razonamiento lógico, la toma de posturas insostenibles y la importancia desmedida a las formalidades, sino, muy especialmente, una miopía moral lamentable en un medio de comunicación supuestamente masivo.

El  editorial, en lo esencial, critica la decisión de diversos parlamentarios – De Urresti, Auth, Quintana, Carvajal, Flores – de no participar del almuerzo que La Moneda prepara, en una gran cocina, para Bolsonaro. El argumento central roza con las más feroces concepciones acerca del ser humano convertido en nada frente a un Estado convertido en todo, lo que no deja de recordar la curiosa costumbre de los sectores de la derecha de odiar al Estado cuando se mete en los bolsillos y llamarlo a gritos para que meta en las conciencias.

El argumento es el siguiente: la decisión de los presidentes del Senado y la Cámara afecta “la dignidad republicana de los cargos que ostentan” y tienen responsabilidades institucionales que van más allá de sus posturas políticas. Veamos. Casi no contengo las lágrimas al leer “dignidad republicana de los cargos” … Pero, ¿qué eso, editorialista de La Tercera? ¿Puedes explicarnos a nosotros, los prosaicos de este lado, de qué hablas? Por supuesto, sin aclarar nada, complementa esta idea con “los intereses generales de la política exterior del país”. ¿Y cuáles serían?

Antes de seguir, demos una mirada breve a la figura de Bolsonaro. Nuestro amigo Jair es uno que en su época de parlamentario tenía colgado en su oficina un cuadro que, aludiendo a la desesperada búsqueda de detenidos desaparecidos por sus familiares, mostraba la siguiente frase: “Quienes buscan huesos, son perros”. Una dulzura de persona, ¿no?

Quería encontrar otras frases de Jair dignas de su alta filosofía y, para mi suerte, en la misma edición de La Tercera, en la página 2, nos recuerdan dos: “el error de la dictadura (en Brasil) fue torturar y no matar” y “Las mujeres deben ganar menos porque quedan embarazadas”.

Lo diré en simple: Bolsonaro es un ser moralmente repugnante, que ostenta una homofobia desatada y demuestra que los derechos humanos – los mismos que el presidente Piñera corrió a defender a Cúcuta y los mismos, también, por los que nada hizo mientras Pinochet construía su maciza reputación de genocida – son para él solo una molestia. Es un hombre perverso en el exacto sentido moral de la expresión, capaz de tratar a los desaparecidos como si fuesen “huesos” y a quienes los buscan como si fuesen perros – en cualquier caso, declaro desde ya que, como Diógenes, creo que los perros nos superan en casi todo –. Es un ser que lamenta que solo prefiere el asesinato terrorista de un Estado a la tortura. Es un ser que desprecia a las mujeres de manera especialmente intensa. Sin duda, es un gran exponente de la maldad humana.

Presentado el personaje, por si usted no lo conocía, volvamos a la dignidad republicana del cargo. Me parece dignísimo de ese cargo no sentarse a la mesa y pedirle la sal a semejante persona. Me parece que es honrar el cargo que se tiene por decisión de un pueblo no hablar con alguien así acerca de lo sabroso del postre, como si todo fuese normal. Porque no todo es normal. Porque sus opiniones son asquerosas y cualquier persona con un alma mínimamente sensible sufriría una gastritis instantánea compartiendo un almuerzo. ¿O usted se sentaría a compartir una tacita de café con Hitler o Pol Pot? Yo no. Y me parece muy digno no usar el cargo democráticamente asumido para compartir una entrada, plato de fondo, postre y café con el que lamenta que se haya torturado y no matado.

¿Intereses generales de la política exterior del país? ¿Uno de ellos es celebrar, acoger, invitar a almorzar, pasear y sacarse fotos con este tipo de personas? ¿Un admirador de Pinochet, genocida indiscutible, o de Stroessner, dictador y asesino incuestionado? Por supuesto, para un gobierno de derecha como este puede que los intereses se confundan y se desplacen desde los valores y el amor por los derechos humanos hacia los beneficios económicos para los grupos económicos privilegiados de ambos países. Pero si es eso, ¿es tan difícil decirlo?

En lo personal, espero que nunca deba estrecharle la mano a una persona como Bolsonaro, porque se la dejaré extendida. Dignísimo fue Caszely cuando hizo lo propio con Pinochet. Arrastrarse ante seres así por uno mismo es indigno; hacerlo con el cargo republicano que se ostenta, editorialista de La Tercera, sería doblemente indigno.

Que sean los que callaron durante las masacres pinochetistas los que le ofrezcan el postre y el café a Bolsonaro si quieren, pero que no insistan en pedirle la misma actitud servil y arrastrada frente a la maldad impúdica y declarada de Bolsonaro a los demás. La honestidad que tanto se echa de menos en la política exige la valentía de mirar a los ojos a esta clase personas y decirles: “con usted no me siento a compartir un almuerzo”. Eso es dignidad, creo yo

No voy a leer más editoriales de La Tercera. Me hacen mal.

Esteban Vilchez Celis