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Opinión

Una canción de Víctor Jara que solo Joan conoce

Por: Jorge Montealegre | Publicado: 04.04.2019
Una canción de Víctor Jara que solo Joan conoce Víctor Jara |
Son huellas los vestigios biográficos que tenemos de Víctor Jara que dejaron una impronta “verificable” (sus discos, fotografías y videos de actuaciones, apariciones en la prensa de su época, etc.); como rastro pienso en su presencia en la ausencia, sin Víctor Jara físicamente –deja su huella en el viento– ese rastro lo recoge la solidaridad internacional (afiches, conciertos en su homenaje, esculturas, nombre de calles, etc.); por último está la resonancia en las expresiones espontáneas donde la figura y obra es inspiradora de otras obras y figuras, de nuevas generaciones que no lo conocieron en persona ni vivieron o sufrieron la solidaridad internacional o la resistencia bajo dictadura, pero tienen una cercanía afectuosa con el mito.

Yo hago surcos a la tierra

(Víctor Jara)

A Joan no le gusta hablar, pero es un privilegio oír su palabra. Siempre con su dolor irreparable, con solidaridad recíproca, incansable en su misión y transmitiendo fuerza. Mucha fuerza. Cabizbaja, escucha, piensa. No queremos importunarla. Infunde un respeto profundo difícil de verbalizar. El silencio es una canción de Víctor Jara que solo ella conoce.

Recientemente presidió el acto en el que la Fundación Víctor Jara hizo público el sitio  archivovictorjara.org. Se trata del resultado de un largo trabajo de rescate patrimonial en torno a la biografía y obra de Víctor Jara; a la solidaridad internacional motivada por el impacto de su testimonio y a la resonancia de su figura en la resistencia democrática y en las nuevas generaciones. El acervo corresponde a quinientas fotografías que estarán a disposición de las personas interesadas en conocer, revisar, investigar. Afiches, fotografías, correspondencia. Huellas, rastros, rostros, resonancias. Surcos. Una tarea de rescate, divulgación y defensa de la memoria que Joan –con sus hijas Manuela y Amanda– inició cuando comenzó un exilio interminable. Ya como Fundación la iniciativa empezó a materializarse hace unos 27 años, con el aporte fundamental de Eugenia Arrieta Salvatierra, ya fallecida, quien como voluntaria de la fundación se dedicó a solicitar, recopilar y ordenar diversos documentos. La tarea continuó (el Archivo fue presentado por Catalina Echeverría y Mariela Llancaqueo; junto a Cristián Galaz, director ejecutivo de la FVJ).

Pienso que son huellas los vestigios biográficos que tenemos de Víctor Jara que dejaron una impronta “verificable” (sus discos, fotografías y videos de actuaciones, apariciones en la prensa de su época, etc.); como rastro pienso en su presencia en la ausencia, sin Víctor Jara físicamente –deja su huella en el viento– ese rastro lo recoge la solidaridad internacional (afiches, conciertos en su homenaje, esculturas, nombre de calles, etc.); por último está la resonancia en las expresiones espontáneas donde la figura y obra es inspiradora de otras obras y figuras, de nuevas generaciones que no lo conocieron en persona ni vivieron o sufrieron la solidaridad internacional o la resistencia bajo dictadura, pero tienen una cercanía afectuosa con el mito. A propósito recuerdo –y vuelvo a escuchar– “Homenaje” de Santiago del Nuevo Extremo: Sólo quiero saber quiénes miran / hacia donde miro yo /quiénes son los que enredadas las manos / se acuerdan del cantor. // No vacilaremos / en tenderle una canción / un millón de voces / le dirán que no fue en vano / que nos diera de su boca / el pan del aire y una flor / Víctor, gran ausente / desde siempre te cantamos

Un archivo es más que un archivo. Lleno de memoria, en él están las huellas, el rastro y las resonancias: un gran surco en nuestra tierra que tiene semillas de valores y memoria, de arte y política que, sabemos, no todas germinan al mismo tiempo.

Jorge Montealegre