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Opinión

Mujeres asperger: La doble discriminación

Por: Sandra Basso | Publicado: 30.04.2019
Mujeres asperger: La doble discriminación mujeres autistas |
Las principales diferencias entre mujeres y hombres asperger se observan en que las manifestaciones de las características neurodiversas en los hombres, son más externas y más explosivas, las niñas y mujeres viven el asperger de forma introspectiva. Ellas saben desde pequeñas que son diferentes, y comprenden que para ser aceptadas en la sociedad tienen que camuflarse, y aprenden rápidamente a imitar comportamientos. Y se saben y se sientes percibida como rara o excéntrica.

Las niñas y mujeres asperger en Chile hoy no viven la inclusión, se ven discriminadas desde la etapa escolar hasta el ámbito laboral en su edad adulta, no existe visibilidad social de su condición, no existen profesionales con capacitación en enfoque de género y asperger para apoyarlas, y en general en nuestro país, no existen políticas públicas abocadas a la educación del entorno frente a la neurodiversidad del asperger femenino.

El asperger es una condición del desarrollo neurológico diferente al común de las personas, en el que encontramos un sistema de percepción sensorial más sensible, lo que lleva a un comportamiento atípico en la regulación de las emociones, en la forma de comprender y expresar el lenguaje y en la forma de estructurar el pensamiento. Así también en las personas asperger podemos ver una gran dificultad en la interacción con sus pares, tienen intereses restringidos, y una habilidad fuera de lo común para recordar detalles. Es necesario aclarar que, las personas asperger no tienen discapacidad intelectual, sino que suelen tener “inflexibilidad mental”, usan un “lenguaje literal”, y buscan establecer patrones, normas o reglas para conducirse. Su único problema es ser minoría dentro de una sociedad en la cual las relaciones sociales son excesivamente valoradas, todo está impregnado de relaciones sociales, las que una persona “neurotípica” aprende de forma innata.

No existe un modelo tipo que debamos alcanzar para encontrarnos dentro de ciertos parámetros “normales”, como si el resto de las personas fueran variantes o aproximaciones a este modelo de normalidad. Sin embargo, reconocemos que estadísticamente existen comportamiento o modelos “más repetidos que otros”. Es así que, desde el punto de vista neuronal, denominamos personas “neurotípicas” a aquel modelo más abundante o del que hay mayor número de individuos, por oposición a las personas “neurodiversos” que son las tipologías distintas de las más abundantes.

A diferencia de las personas neurotípicas en que las relaciones sociales se les dan de forma innatas, las personas asperger nacen con una ceguera social, no lo aprenden en forma innata, deben intencionadamente trabajarlo para desarrollar la capacidad de entender que existen matices, doble sentido, interpretaciones según el contexto, todo eso lo deben estudiar y desarrollar. En síntesis, las personas asperger tiene una forma diferente de conducirse en el mundo y de estructurar la realidad, motivo por el cual requieren espacios adecuados y otros tiempos para realizar las mismas tareas que una persona neurotípica.

Además de aquello, las mujeres asperger en especial, se encuentran en una minoría dentro de una minoría, no son diagnosticadas a tiempo porque, por una parte, el diagnóstico usa parámetros masculinos, ya que las pruebas estandarizadas fueron realizadas con características que se espera encontrar en los hombres. Y, por otra parte, el diagnóstico está acompañado de estereotipos y prejuicios. Es muy difícil publicar a un mundo intolerante con la diversidad, que “soy es un pez fuera del agua”, que mi sistema neuronal es diferente, que “siento, pienso y actúo” de forma diferente a lo que la sociedad espera, especialmente en una sociedad que no está preparada para la inclusión. Y aún menos preparada para la inclusión de una diversidad que “no se ve”.

Es así como la condición de mujer asperger pasa en la mayoría de los casos desapercibida del diagnóstico, y durante el desarrollo de su vida sufren dificultades para sobrevivir a las distintas etapas sin los apoyos necesarios enfrentando a diario la discriminación, por lo que ellas mismas han ido creando sus propios recursos como el “camuflaje social”, propio de las mujeres asperger que aprenden a disimular imitando la forma de relacionarse con los demás, de modo que no son tan fácilmente identificables.

Su mayor dificultad la enfrentan en los ámbitos laborales, en que no encuentran un puesto de trabajo adaptado a su condición, no hay “ramplas” para las personas asperger no hay “edificios accesibles”, no hay una señalética adecuada, no hay personas que entiendan el comportamiento y el “lenguaje literal” y que sepan reaccionar y atender las necesidades de una persona asperger. No existe la accesibilidad para la persona asperger.

Las principales diferencias entre mujeres y hombres asperger se observan en que las manifestaciones de las características neurodiversas en los hombres, son más externas y más explosivas, las niñas y mujeres viven el asperger de forma introspectiva. Ellas saben desde pequeñas que son diferentes, y comprenden que para ser aceptadas en la sociedad tienen que camuflarse, y aprenden rápidamente a imitar comportamientos. Y se saben y se sientes percibida como rara o excéntrica.

Así sin diagnósticos, o mal diagnosticadas o con diagnósticos tardíos después de haber pasado por la vida sin apoyos, la existencia de las mujeres asperger es muy difícil desde la etapa escolar, donde sufren maltrato, bullying y aislamiento, no es fácil en la adolescencia cuando además sufren acoso sexual. Tampoco en el mundo laboral donde se preguntan: “ya tengo trabajo, ¿ahora qué hago? ¿hablo de mi condición?”. Y, sin embargo, su condición se les nota, son directas, sin filtro, asertivas, muy inflexivas cuando se trata de no desviarse del objetivo, no responden a los patrones tradicionales que se espera de los estereotipos de género. Entonces son percibidas como retadora, falta de emociones, como muy desafiante con las costumbres, con las modas y con la autoridad, y así rápidamente son las primeras candidatas al acoso laboral.

Es necesario comprender que las niñas y mujeres asperger deben dejar de vivir camufladas, tienen que dejar de disimular. Deben conseguir ser reconocidas, valoradas y respetadas en su diversidad. Ellas aportan valor a la sociedad, honestidad, sinceridad, y una forma muy peculiar de vivir y de pensar. Es imperativo además, que seamos capaces de romper con los estereotipos de género, pues si bien las neurotípicas hoy no encajan en ellos, menos aún lo hacen las neurodiversas.

Desde la Comisión de DDHH de Abofem trabajamos para que ninguna niña y mujer asperger sea estigmatizada. Exigiremos que se generen las estrategias necesarias para el diagnóstico y el apoyo a lo largo de todo el ciclo vital. Necesitamos en Chile trabajar con los y las profesionales del diagnóstico, para desarrollar estrategias adecuadas en la elaboración de un diagnóstico con perspectiva de género, y seguir trabajando con los colectivos de mujeres para que las niñas y mujeres asperger sean visibilizadas, valoradas, reconocidas e incluidas.

Sandra Basso