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El dolor de Carla: Una vida quebrada por la violación

Por: Carolina Rojas @carolarojasn | Publicado: 02.05.2019
El dolor de Carla: Una vida quebrada por la violación Intervención de la agrupación feminista La Revuelta, por el caso de Carla. |
Amaba la repostería y comenzaba a formar una familia en la ciudad de Los Lagos. Fue atacada brutalmente la madrugada del domingo 7 de abril y murió dos semanas después tras luchar con graves secuelas físicas y emocionales. Su esposo denunció negligencia médica por una presunta sobremedicación, en un caso que pone en evidencia la vulnerabilidad y el aumento de la violencia de género en ciudades del sur de Chile. Esta es su historia.

La noche del sábado 6 de abril Carla González (26) fue a ver a su tía Noemí, y prepararon un picoteo con un par de micheladas. Era una especie de ritual para ambas. Noemí era su confidente y se entretenían tanto que el tiempo pasaba volando cada vez que se juntaban. Carla miró el celular y se fue a las 12:50. A veces, alguien la acompañaba hasta una esquina. Pero en esa ocasión le dijo a su tía que no sería necesario. El trayecto de regreso a su casa no eran más de cinco minutos; ella creció en la población Nevada de Los Lagos y todos sus vecinos la conocían. ¿Qué podía pasar?

Recorrió la calle a paso apurado, pero se desvió en la botillería “Donde el Ale” para comprar unos cigarros y llevar papas fritas y chocolates para sus hijos. Allí se encontró con un joven de 16 años de una población aledaña -la 11 de septiembre- y con otro hombre que lo acompañaba, conocido como “El gomina”, de 28, quien le pidió un cigarro y plata para una cerveza. Le contó que conocía a su hermano, “el estudiante deportista que hacía box”.

Ella no se preocupó, conversó un rato, les dejó dinero y se despidió. Apurada por las ganas de orinar, caminó rumbo a una plazuela a pocos metros de una torre de alta tensión. En la espesura de las zarzamoras se dio cuenta que le faltaba el teléfono, se lo habían robado. En la oscuridad también vio una silueta, “El gomina” la había seguido.

Antes que pudiera decirle algo, el hombre la golpeó en la cara, le dio puñetazos en el cuerpo y la arrastró hasta una quebrada en la orilla del río Hueñu-Hueñu. La violó con extrema violencia mientras ella suplicó por su vida.

Carla logró arrancar en un descuido de su agresor y corrió con todas sus fuerzas sin mirar atrás.

-Este violador se ensañó con ella, se salvó solo porque le rogó de rodillas que no la matara por sus dos niños, él quería ahogarla en el río y la amenazó con un cuchillo. Si usted hubiese visto cómo la dejó-, explica, Marisol (41), su madre, al otro lado de la línea.

Carla González

Carla González

La madrugada del domingo, Marisol estaba en el cumpleaños de una amiga y la llamaron a las tres de la madrugada. El celular no dejaba de sonar. Una y otra vez. Contestó y allí su yerno le contó todo. Se fue a negro, pero llegó lo más rápido que pudo. Encontró a su hija con un ojo cerrado, con la cara desfigurada por los golpes y completamente deshecha. Llamaron a Carabineros y fueron al Hospital de Los Lagos que queda solo a cinco minutos en auto.

“El gomina” fue identificado como E.A.S.P y detenido la mañana siguiente. Lo encontraron en la casa de su pareja. Quedó en prisión preventiva en el Complejo Penitenciario de Valdivia mientras dura la investigación.

Los días posteriores se pasaron entre cuidarla, calmar sus pesadillas, los flashbacks del ataque. Carla intentó superar el estrés postraumático pero se fue debilitando. Según sus familiares, en el hospital no tuvo la atención adecuada y luego de ser trasladada al Hospital Base de Valdivia falleció el 23 de abril a las 17:32 horas.

Hoy se investiga una posible negligencia en la administración de los medicamentos. Tenía dos hijos, un niño de seis y un pequeño de año y medio.

Carla no soportaba el dolor de manos y de piernas. Para llevarla al baño la cargaban entre su mamá y su esposo. Apenas balbuceaba pidiendo disculpas a su familia por lo que había pasado. “Es mi culpa, por confiar, yo tuve la culpa, yo fui la tonta, mamá, siempre confiando en la gente”, repetía y Marisol se desesperaba al ver cómo su hija se iba apagando.

Marisol no recuerda si fueron tres, cuatro o cinco veces las que acudieron al hospital de Los Lagos. Su hija no se recuperaba, el dolor del cuerpo se le hacía insoportable y en las noches se dormía llorando. Aún siente vívido el trato displicente que recibió, la falta de empatía, le dijeron que todo era por “los nervios del trauma”, que estaba exagerando. También describe la cantidad de medicamentos que se le recetó: Una pastilla de Tramadol cada ocho horas, dos Sertralinas en la mañana, una Ciclobenzaprina, una Zoplicona, un Diazepam, un Haloperdidol cada doce horas y una Pregabalina diaria. Sumado a los medicamentos para la prevención de infecciones de transmisión sexual

-Pensé que eran muchas las cosas que estaba tomando, pero no me imaginé lo que podía pasar-, se lamenta hoy.

Durante quince días nunca la dejaron sola. El 20 de abril fue su cumpleaños número 26, celebraron con una once, con torta celestial, canapés y queque. Carla se veía mejor, pero apenas tocó la comida y se fue a acostar.

Al día siguiente conversaron sobre lo que había pasado, ella no quería hacerle preguntas, pero su hija dejó escapar algunos detalles del ataque.

-Llora mi niña, bota todos lo que tengas que botar, yo siempre voy a ser tu madre y voy a estar contigo-, la consoló. Las dos se abrazaron. Ella le volvió a prometer que haría todo lo posible por salir adelante. Lo haría por sus hijos.

Marisol se empezó a esperanzar con su recuperación.

Ese mismo día, el domingo 21 de abril a las 23:30, Carla quiso ir al baño y su esposo la acompaño. Tenía las manos agarrotadas, sus ojos se pusieron blancos y perdió el conocimiento. Fue trasladada desde el Hospital de Los Lagos al Hospital Base de Valdivia, donde quedó conectada a un ventilador mecánico. De ahí en adelante, no se recuperó más.

Hoy la Fiscal Claudia Baeza investiga el presunto delito de negligencia médica por parte de los profesionales de la salud del Hospital de Los Lagos. Dentro de las primeras diligencias se pidió la incautación de la ficha del consultorio y del hospital.

La vida en el sur

Hija de mamá peluquera y un ex carabinero, Carla vivió en el norte, en Santiago y después en la región de Los Lagos; irónicamente hoy Marisol cree que buscaban un lugar tranquilo para criar a sus hijos. Estos días colgó una foto de Carla en Facebook, donde aparece a los seis años, disfrazada de chilote para una presentación escolar.

Carla, cuando niña.

Carla, cuando niña.

Marisol se divorció cuando su hija tenía tres años, pero trataron que la separación fuera lo menos traumática para la familia. Carla tuvo una infancia feliz y a los 18 años conoció a Hamilton, su esposo. Vivían junto a su abuela en un terreno donde había tres casas.

Lenis Gonzalez (47), el padre de Carla, vive en Santiago y trabaja en una empresa de seguridad. Recién el 23 de abril pudo ir a visitarla.

-Cuando la vi, apenas pude reconocerla-, confiesa. Tenía las manos moradas y el lado izquierdo del rostro en tinta. Esa es la imagen que le quedó grabada.

-Imagínese el dolor de ver a una hija que era tan alegre conectada a un ventilador automático de un día para otro- , agrega.

Cuenta que a su hija tenía el sueño de estudiar repostería y había hecho algunos talleres para preparase. Lenis siempre la llamaba para molestarla en medio de las clases. Vivía pendiente de la primogénita. Dice que si hay un recuerdo bonito que guarda de ella, es el de hace dos años cuando decidió casarse por el civil con su esposo. Estaba vestida de rosa, celebraron con un asado. Se veía feliz.

Su padre dice que desde el siete de abril, toda esa dicha familiar se fue con ella.

-Ese día me llamaron en la mañana, me dijeron que habían asaltado a mi hija. Cuando supe todo lo que le habían hecho me derrumbé-, confiesa.

La violencia contra la mujer en la región de Los Ríos es un tema que ha ido aumentando progresivamente. En enero, las feministas de la región ya habían protestado por el asesinato de Rosa Cañulef (apuñalada por su esposo en un paradero de micro) para visibilizar la violencia de género y la falta de protección de parte de las autoridades.

El 9 de abril, dos días después del ataque a Carla González, el Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (Sernameg) de la región lanzó un plan regional con 50 medidas para frenar la violencia de la mujer y abordar con un trabajo intersectorial los cuatro femicidios registrados a la fecha en la región.

Karina Santibañez, de la Agrupación feminista La Revuelta, dice que se enteraron del ataque por las radios locales y después entraron en contacto con la familia de Carla. Cree que la cultura machista está muy internalizada en ciudades pequeñas del sur, como Los Lagos, y por lo mismo han generado varias actividades de concientización, cápsulas informativas en las radios para educar sobre el tema. En la intervención que hicieron por este caso, una de las jóvenes llevaba un cartel que rezaba: “Una mujer murió golpeada y violada aquí, ¿cómo te sientes?”.

El 4 de mayo, en la Plaza de Armas de Los Lagos, se hará una velatón por Carla.

Karina comenta que las feministas se están reagrupando en la región, porque urge enfocarse en temas como estos y en la violencia de género que incluso se extiende al ámbito laboral.

-Acá en la comuna se vivió un caso donde varias funcionarias fueron abusadas por el administrador municipal, pero finalmente solo una de las mujeres denunció la situación (…) Por eso pretendemos ir avanzando en este camino de educar e informar de la mejor manera posible-, explicó.

El viernes 26 de abril se realizó el funeral de Carla, la enterraron en el Cementerio Municipal de Los Lagos. Su madre dice que la mitad del pueblo llegó a acompañarla y que algunos siguieron la carroza blanca a pie. La familia pidió que la recordaran alegre y con su carcajada sonora.

-Así le habría gustado a ella. Hablaba con todo el mundo, siempre contenta, siempre feliz. Vivió la vida a concho. Ahora solo nos queda hacer justicia para que a ninguna mujer le vuelva a pasar lo mismo. Hubo negligencia, sí, pero mi hija fue violada, no hay que olvidarlo-, dice Marisol, convencida.

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