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Opinión

Madre patria, mala madre

Por: Daniela Muñoz | Publicado: 12.05.2019
Madre patria, mala madre Bandera Chilena flamea tras la lluvia |
Hasta hoy no sabía que los suicidios en Costanera Center están de moda, algún significado debe tener matarse en un lugar así, tan público, tan banal. Tal vez para que te vean, para que se sienta, para que importe. Pero no, no se vio, no se sintió y francamente a nadie le importó. Quienes estaban a cargo, limpiaron y organizaron el espacio velozmente, con una organización metronómica, llenando todo el ambiente de frivolidad inocua, capaz de congelar el temple más frio. El protocolo dice que se debe tapar el espacio y seguir tal como antes, así que montaron un toldito azul bien cerrado, como empaquetando al muerto, limpiaron la sangre salpicada y siguió sonando la música, sorda y gélida.

No comparto el término “condición” para referirse al embarazo, lo entiendo como una categoría limitante que te distancia del resto y si bien el embarazo en cierta manera lo hace, como muchas otras cosas; nadie habla de la condición de diabetes o la condición de depresivo o la condición de pelotudo, categorías limitantes que también te distancian del resto. No obstante lo expuesto, mis opiniones hoy se impulsan irremediablemente por mi “condición” de embarazo, circunstancia que me obliga a tomar posición frente a una amplia variedad de temas como por ejemplo el que paso a relatar. Ha causado revuelo durante estos días el reporte ONU que evalúa calidad de vida y ubica a Chile como el país más feliz de Sudamérica. Titulares como que Chile tiene el “mayor desarrollo humano de la región y es el mejor país para vivir en América latina” han bombardeado la media tradicional, pavoneándose del resultado de nuestro modelo económico que no solo nos llena de éxito y nos destaca sobre nuestros pares si no lo más importante; Nos llena de felicidad.

Es cierto, Chile encabeza los rankings de bienestar económico en la región sin embargo es extraño pensar de manera categórica que es un país feliz. Pienso en las cifras de depresión, que están muy por sobre el promedio mundial , las noticias de la media informal, el cotidiano y la vibra en la calle, que reflejan otra cosa. En el país donde vivo estos reportes aparecen como un contrasentido, como dice el Mostrador, la paradoja de ser el país mas infeliz de la región sin embargo el con mas “riqueza” . Y es que la capacidad de compra en su excesividad pornográfica, no asegura señores la felicidad. Coincido con que  una línea base de mejoramiento en un país como Chile fue y sigue siendo necesaria, sin embargo ese bienestar subjetivo que produce la felicidad, no se condiciona ni dimensiona por factores únicamente  materiales, es igualmente importante desarrollar relaciones interpersonales de calidad. Marianne Krause, directora del MIDAP expone en CNN que la causa principal de los altos índices de depresión en chile se deben a que desde los 80 en adelante existe una sensación de sentirnos solos, que ha disminuido el apoyo social, el vínculo con el otro, y que es precisamente en esta “la condición más importante que nos protege en términos de salud mental”  el vínculo humano. Y es que el modelo económico (si bien es eficiente en términos de crecimiento) redefine la vida humana y los valores que la sustentan, alienando a las personas, destruyendo los tejidos sociales y matando el bien común. Matar o morir. Chile, el mejor país para morir de la región! de los primeros en el ranking de suicidios en Latinoamérica

Volviendo a la vibra en la calle y sus efectos en nuestra vida, hace algunos días, acompañe a mi mamá a costanera center, 11am, día Martes, poquísima gente, todo expedito, brillante, impoluto, un agrado en un lugar generalmente desagradable. Recuerdo haber visto un vestido rojo en una vitrina y pensar que desperdicio, con esta figura de ballena (producto de mi “condición”) imposible que me quepa, se lo estaba comentando a mi mamá cuando escuche un ruido, como un saco de papas cayendo, PAF! paso inadvertido, un par de pasos más allá una especie de grito y una señora corriendo a asomarse. Sin creerlo demasiado, mi cabeza conecto de inmediato, como cuando la lluvia cuaja para de precipitar… se tiró alguien.

Solo una persona gritó pidiendo ayuda, varios corrieron a chismosear que pasaba. Gracias a “mi condición” mi reacción inmediata fue mirar hacia el lado contrario y minimizar la posibilidad de ver cualquier imagen perturbadora. Mi mamá me tomo del brazo y me saco rápidamente de ahí, el resto, siguió comprando.

Hasta hoy no sabía que los suicidios en Costanera Center están de moda, algún significado debe tener matarse en un lugar así, tan público, tan banal. Tal vez para que te vean, para que se sienta, para que importe. Pero no, no se vio, no se sintió y francamente a nadie le importó. Quienes estaban a cargo, limpiaron y organizaron el espacio velozmente, con una organización metronómica, llenando todo el ambiente de frivolidad inocua, capaz de congelar el temple más frio. El protocolo dice que se debe tapar el espacio y seguir tal como antes, así que montaron un toldito azul bien cerrado, como empaquetando al muerto, limpiaron la sangre salpicada y siguió sonando la música, sorda y gélida. Yo quedé en shock por un buen rato, un poco por el muerto pero sobre todo por la frivolización de la muerte, la relativización de la vida, la indolencia de los asistentes que miraban morbosos sin parar de comprar y del sistema que no admite freno. Al llegar a mi casa leí una noticia sobre un influencer que fue cuestionado por postear una foto del incidente aludiendo Suicidio en Costanera Center, increíbles detalles y excelente iluminación gracias a mi #HuaweiP30” . Que nadie te quite la libertad de expresarte con tu Huawei, de comprar cuando tu quieres, que nadie perturbe tu individualidad, ni siquiera un hombre reventado en el medio de tu fiesta.

Este suicidio se suma a todos los otros ocurridos últimamente en la capital, poniendo sobre la mesa el debate de la salud mental en nuestro país y de la necesidad de implementar una nueva política . Por que así se resuelven las cosas, implementando políticas… Entonces, sobre la “felicidad” de la ONU, lo menos que podemos decir es que hay una brecha entre los indicadores y la realidad. Las depresiones, los suicidios, la indolencia, la frivolidad, son solo síntomas de una enfermedad autoinmune que nos auto generamos y que nos destruye colectivamente. El sistema económico está definiendo nuestras vidas mucho más allá de la economía, defendiendo la competencia entre personas antes que el apoyo, invirtiendo los valores sobre lo bueno lo digno, lo honesto, así la “inequidad es virtuosa” ya que cada quien tiene lo que se merece.

Discúlpenme señores ONU, pero la gente en Chile no vive bien y no es por un tema de plata es por un tema de dignidad, de trato, de cariño, de falta de amor fraternal, de unión, Chile necesita todas las terapias, todas. No le echemos la culpa al sistema económico solamente, si hay otros países que supieron ocuparlo y no ser fagocitados, si al final nuestra realidad la construimos todos y este país lo construimos nosotros también. Dicho esto, Chile nos trata mal a (casi) todos los Chilenos, a sus madres, a sus hijos, a sus ancianos a los que lo hacemos crecer, a los que lo mantenemos con vida. Chile como madre patria es una mala madre y yo no quiero seguir su ejemplo.

Daniela Muñoz