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Opinión

Maternidades libres, disidentes y reconocidas

Por: Érika Montecinos Urrea | Publicado: 12.05.2019
Maternidades libres, disidentes y reconocidas maternidad |
Con una nueva ola feminista más fortalecida, una nueva generación que comprende que es su cuerpo y su decisión, el único que no se renueva es el Estado. Y frente a esto también nos encontramos con las maternidades disidentes. Las mujeres lesbianas que optan por la maternidad ¿Por qué habrían de no hacerlo? Claro, porque hasta hoy no estaban dadas las condiciones, pero siempre las lesbianas que han optado por ese camino (porque valga la redundancia, es una opción de vida), se las han arreglado de una u otra forma para criar. Podían ser las eternas tías, “la que se quedó soltera” decían cuando la orientación sexual debía ocultarse mucho más o la mejor hermana, con esa característica típica de las mujeres que nos toca ser cuidadoras de los otros.

Antes las maternidades eran mucho más impuestas. Muchas mujeres veían que ese era el único destino que les tocaba solo por el hecho de ser mujeres. Cedían a la gran presión familiar e incluso cultural, que dictaba que no seguir ese camino las enfrentaba a una condena social. Lo mismo con el matrimonio y la soltería, “se te va a pasar el tren”, “serás la tía de los gatos”, “vas a terminar vieja y sola” son algunos de los comentarios que seguimos escuchando.

Con una nueva ola feminista más fortalecida, una nueva generación que comprende que es su cuerpo y su decisión, el único que no se renueva es el Estado. Y frente a esto también nos encontramos con las maternidades disidentes. Las mujeres lesbianas que optan por la maternidad ¿Por qué habrían de no hacerlo? Claro, porque hasta hoy no estaban dadas las condiciones, pero siempre las lesbianas que han optado por ese camino (porque valga la redundancia, es una opción de vida), se las han arreglado de una u otra forma para criar. Podían ser las eternas tías, “la que se quedó soltera” decían cuando la orientación sexual debía ocultarse mucho más o la mejor hermana, con esa característica típica de las mujeres que nos toca ser cuidadoras de los otros. Hoy, las maternidades lésbicas puedan acceder a los tratamientos de fertilización asistida sin problema, eso si en el sistema privado, pagando altos costos, porque las instituciones de salud pública aún ponen obstáculos a las mujeres que optan porque quieren hacerlo, no por infertilidad, que es en lo único que el Estado apoya. Nuevamente: Mujer, tú no puedes decidir por ti misma.

Pese a eso, muchas lesbianas están conformando familias desde hace mucho tiempo, pero sin el reconocimiento legal de parte del Estado. Es decir, los hijos que están criando tan amorosamente junto a su pareja, no tienen la misma protección que todos, violando un gran principio de igualdad y derecho humano. Solo se reconoce a una, la que parió, pero ¿y la otra? La otra, y duele decirlo, es nadie. Si lo va a inscribir al Registro Civil, no puede, aunque haya firmado el Acuerdo de Unión Civil, porque ese negociado proyecto dejó fuera los intereses de las madres lesbianas. Como siempre.

No obstante, eso puede cambiar. Actualmente en el Congreso, se tramitan dos Proyectos de Ley que hablan sobre lo mismo, aunque con diferencias. Uno, fue ingresado el 2016 en el Senado por organizaciones lésbicas feministas, como Agrupación Lésbica Rompiendo el Silencio y este mes se retoma su discusión. El segundo, fue presentado hace poco en la Cámara de diputados por el diputado Pepe Auth, la diputada Natalia Castillo, entre otros. Este proyecto tiene grandes vacíos que deben ser perfeccionados, como por ejemplo el que se exija inscribir a los hijos de madres lesbianas después de 6 meses de concebidos ¿Por qué esa diferencia garrafal con las familias heterosexuales? ¿Acaso nuevamente seremos consideradas ciudadanas de segunda categoría?

Las maternidades libres y disidentes, deben ser reconocidas y resguardadas también en su más amplia diversidad. Cambiar la mirada heterosexual y centrista de nuestras familias, ayuda a esto, a brindar apoyo a aquellas mujeres que libremente optan por este camino. No es mi caso, pero también es una decisión libre.

Érika Montecinos Urrea