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Opinión

Cristóbal Piñera Morel: El asqueroso poder

Por: Richard Sandoval | Publicado: 13.05.2019
Es el asqueroso poder burlándose en tu cara, pobre y triste ciudadano que creyó en tiempos mejores que a ti te tienen igual o peor, mientras esos tiempos mejores sacan carcajadas en las billeteras de los que se conocen desde el colegio, los que de niños salieron juntos a vacacionar, los amigos llenos de sueños de Cristóbal Piñera Morel.

Cristóbal Piñera Morel, el mismo que hace dos semanas viajó a China en un avión pagado por ti y por mí; el mismo que se defendió diciendo que las críticas a su viaje privilegiado para tomar nota de negocios privilegiados eran sólo parte de una guerrilla política; el mismo que dijo que todo lo que tiene no lo tiene por ser “hijo de”, sino por su esfuerzo personal, porque “nunca me han ayudado”; ganó con sus amigos el último año, con la empresa que fundó él y sus amigos y de la que dice que se salió a mitad del año pasado, $250 millones en contratos con el Estado administrado por su padre, el padre que lo llevó a China en lugar de un emprendedor Pérez o una emprendedora González. Su padre, el Presidente de todos los chilenos, el que nos prometió tiempos mejores, más y mejores empleos; el que hoy nos tiene con el peor crecimiento en el primer trimestre desde 2017, pero que a la empresa de su hijo y sus amigos -José Tomás Daire y Andrés Godoy- tiene con el mejor crecimiento en contratos con el Estado de su historia.

Gracias Cristóbal Piñera Morel por mostrarnos, otra vez, como devela el medio Interferencia, cómo funciona en realidad el poder en este país que en realidad es una aldea con Metro y teléfono, como dicen los más antiguos. Es el asqueroso poder, como hoy lo deben estar sintiendo los trabajadores que no crecen como quieren, los emprendedores que no han firmado ningún contrato con el gobierno, los asalariados a quienes el jefe les dice que no les puede dar un aumento porque la economía no ha mejorado tanto como prometió el Presidente; porque esta economía sólo ha mejorado para algunos, los que vienen con vuelito, los “hijos de”, los Piñera Morel y los privilegiados amigos de esos hijos que vale la pena preguntarse cuántas veces han compartido con el Presidente por ahí, con los líderes que después tienen que decidir con qué empresa firman contrato.

Aunque Cristóbal diga que desde julio del año pasado cedió su participación en la empresa -lo que es contrastado por Interferencia, que asegura que el hijo del Presidente aún aparece en el registro de la firma matriz Hopin Inc alojada en Estados Unidos-, lo cierto es que ocupe o no ocupe lo que ha ganado -que sí lo ha ganado, por ser parte de la empresa hasta julio como dice él, hasta hoy como dice el reportaje de investigación-, sí ha sido beneficiado por los tiempos mejores de su padre. Incluso aceptando que se retiró completamente en julio, sí alcanzó a ser parte de la bonanza privilegiada. Si toma o no toma la plata es otra cosa, que no nos interesa, que no hay que agradecer ni cuestionar, es su plata, de su empresa, de su propiedad, de él y de sus amigos, y punto.

El poder en Chile funciona así: para los de abajo promesas, creación de expectativas y esperanzas en lugar de que los tiempos mejores sean políticas públicas reales y concretas, nuevos negocios firmados; para el hijo del Presidente y sus amigos llenos de sueños, órdenes por contrato directo, millonarios negocios a través de convenios marco, efectivos tiempos mejores que en lugar de las ilusiones para la clase media y la clase pobre son billetes, plata en el bolsillo, transferencias electrónicas con muchos ceros, casas nuevas que se pueden comprar, consumo en restaurantes, fiestas, vestuario y entretenimientos sin mirar la cuenta, sin pensar en que esto no lo puedo comprar porque no voy a llegar a fin de mes, porque no le podré pagar a los tres empleados de mi pyme.

Hoy Cristóbal Piñera Morel -el mismo al que le pagamos su expedición empresarial a China hace unas semanas- y sus amigos, a través de la empresa que juntos fundaron, son más ricos gracias al gobierno del padre Sebastián, les guste o no, lo justifiquen o no, se desliguen de la empresa o no. Son más ricos gracias a los empleados políticos del padre, del «Tío Sebastián», gracias a los alcaldes de la coalición del padre y el «tío», gracias a los amigos y conocidos que el padre y «tío» puso en puestos de poder y que les asignaron nuevos y mejores contratos; aunque diga que no administraba la empresa, aunque Cristóbal diga que disfrutó de la pertenencia a la empresa sólo hasta julio del año pasado. Lo quiera o no, la ganancia se le dio. Le guste o no, hoy la diferencia entre lo que tiene Cristóbal y tú es mayor a la que existía antes de que comenzara el nuevo gobierno de su padre; mientras los que validan la democracia creyendo en las promesas de campaña siguen poniéndole un poco más de empeño, para ver si Gardel canta mejor el otro año, por el simple hecho de no llevar el apellido Piñera, por consecuencia del pecado original de no llevar la sangre del poder en las venas emprendedoras y llenas de sueños, por no pertenecer a los círculos que llevan a que te soben el lomo y te asignen contratos por el puro respeto y temor que genera la pertenencia o cercanía a una familia. ¿O Cristóbal pensará que la gente es tan tonta como para creer que cuando un organismo público, una autoridad política, decide asignar contratos no se fija en que la empresa tal está ligada o no al hijo del Presidente y sus amigos? ¿Pensará que la gente es tan tonta como para pensar que esas cosas no influyen? Es el asqueroso poder siendo hoy más asqueroso que de costumbre.

Gracias Cristóbal Piñera Morel por abrirnos los ojos con tu historia de falsa meritocracia, por las ganancias históricas de Hopin -la empresa que tú y tus amigos fundaron- coincidentes con la presencia de tu papá; gracias por ayudarnos a despertar -aunque sea un poquito- con esas mayores utilidades, esas que desconoces y de las que te quieres sacudir ahora que son públicas. Gracias por enseñarnos de la manera más gráfica y grotesca posible qué son en realidad los tiempos mejores, esos que tienen a tu padre, nuestro Presidente, con cien millones de dólares más en la cuenta según el recién conocido nuevo ránking de la revista Forbes. Los tiempos mejores, promesa que simbólicamente decía que con Piñera sí seremos todos ricos y con el otro sí seremos todos pobres, hoy se han convertido definitivamente en un trapero sucio, uno infectado de la más cruda realidad: los tiempos mejores en un país fracturado de desigualdad como Chile son -más allá de toda discusión tributaria, previsional, laboral- contactos directos para los privados multimillonarios en el gobierno y el Estado, para que esos privados, amigos, familiares, primos, hijos, y vecinos de los que gobiernan se hagan más ricos, sin asco a que un medio los devele, como ha pasado hoy, porque después se nos va a olvidar, porque en Chile -país fundado desde la injusticia y el abuso- soportamos todo, nos compramos todas las explicaciones, piensan; porque si quiero desacredito al periodismo justificando el escándalo con datos y subjetividades que no anulan la gravedad del beneficio obtenido para una empresa y su entorno, beneficio privilegiado por cercanías y pertenencias a la palabra Piñera. Mientras tú, hijo de trabajadora de casa particular; mientras usted señor obrero de la contru, sigue dependiendo de los avatares de la bolsa, de las ganas o no que tenga de invertir el amigo de Piñera, del corazón «bondadoso» de los ricos, de las migajas que decida repartir el Estado, como ha sido siempre en esta patria desindustrializada, abierta al mundo, dependiente de los peces gordos del otro lado del océano.

Es el asqueroso poder burlándose en tu cara, pobre y triste ciudadano que creyó en tiempos mejores que a ti te tienen igual o peor, mientras esos tiempos mejores sacan carcajadas en las billeteras de los que se conocen desde el colegio, los que de niños salieron juntos a vacacionar, los amigos llenos de sueños de Cristóbal Piñera Morel. Gracias Cristóbal Piñera Morel, el nuevo Dávalos, para algunos, el que se beneficia con fondos públicos -a diferencia del beneficiado hijo de Bachelet, que hizo escándalo por un caso entre privados-, de la llegada al poder de su padre, con viajes a China, con reuniones exclusivas, y con recursos frescos para la empresa que fundó con sus amigos y a la que durante el gobierno de su padre siguió perteneciendo, lo quiera o no; el que nos ratifica que Chile sigue avanzando hacia atrás, que con tiempos mejores o peores seguimos pelando mal el chancho, y justificando esa desigualdad echando la culpa a los pesados y malintencionados que son los medios y los periodistas. Hágase cargo del conflicto de interés, Cristóbal, porque se ve feo e indigna, más allá de toda legalidad. Y porque enfrentando con altura esta gravedad de relaciones hasta le haría un bien a su padre.

Richard Sandoval