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Opinión

Réplica a Eduardo Bitrán: Adaptabilidad, precariedad y el futuro del trabajo en Chile

Por: Dasten Julián Vejar | Publicado: 24.05.2019
Réplica a Eduardo Bitrán: Adaptabilidad, precariedad y el futuro del trabajo en Chile bitran | Foto: Agencia Uno
La revolución tecnológica no puede convertirse en un nuevo foco de demagogia neoliberal por capturar este debate sin capacidad de presentar información y datos científicos para la toma seria y organizada de decisiones de una sociedad sobre su futuro. Especialmente cuando no se considera un sistema solidario de pensiones y se firman acuerdos de ley en función de su mercantilización.

Eduardo Bitrán señaló el día jueves 16 de mayo en una columna en el Diario Financiero, que oponerse a «la idea de legislar en materia de adaptabilidad laboral significa desconocer los efectos de la revolución tecnológica en el mercado de trabajo a nivel global y los riesgos que implica el empleo en Chile”. La pregunta que emerge a partir de esta sentencia es ¿Quién conoce realmente los efectos de la revolución tecnológica en el mercado de trabajo chileno? Bitrán tomando prestados datos de la OCDE señala referencias que se alejan de la realidad de la sociedad y economía chilena, pensando en que los riesgos que enfrenta la fuerza de trabajo en su remplazo son iguales a los de sociedades desarrolladas, los cuales obviamente están vinculados a aparatos y políticas institucionales de estado, que no implican necesariamente los mismos promedios de la realidad de países de la OCDE tales como Dinamarca, Noruega, Finlandia, etc.

La OCDE puede ser un interesante marco de comparación para las políticas públicas, las cuales no seguimos ni en materias de pensiones, ni en salud, ni educación, etc., lo cual habla de una morfología y estructura completamente distinta de las relaciones sociales, del aparato productivo y de las posibilidades de homologación de dichas cifras al precario mundo del trabajo chileno. Bitrán, señala que es de esperar que se consideren las experiencias de adaptabilidad de países de “economías de bienestar”, lo cual nuevamente demuestra un ejercicio de normalización del neoliberalismo y de estrechez de comprensión de los cambios globales, ya que obvia convenientemente los efectos del paradigma de mercantilización del bienestar en Chile y la profunda diferencia en materia de relaciones laborales entre nuestro país y los países de la OCDE.

Por su parte, pese a algunos estudios sobre teletrabajo y trabajo informático, en Chile no existen investigaciones científicas acabadas que sistematicen y den cuenta del impacto de la digitalización, automatización y robotización del trabajo. Este desconocimiento respecto a los tres principales procesos en curso de la revolución tecnológica en el mundo del trabajo, considerando las complejas y desiguales adaptaciones y expresiones que les son propias, hacen difícil señalar que se pueda y deba legislar en una materia tan compleja e importante como el cambio tecnológico para introducir flexibilidad y adaptabilidad. Operar desde esta ignorancia sobre el problema y/o el fenómeno de la transformación socio-tecnológica sólo puede ser entendido como una falta de sentido de realidad y más bien como una devoción de una manifestación religiosa y ciega por la innovación.

La misma OCDE señala en su informe titulado “La nueva Estrategia de Empleo”, cuales son los principales elementos a corregir en el mundo del trabajo chileno, y de los cuales si tenemos conocimiento científico en Chile. Para el caso del trabajo en Chile se destaca la gran magnitud del empleo precario, la relación con el seguro de desempleo, la flaqueza del modelo de protección social, bajos ingresos, las brechas salariales de género, las brechas de empleo (jóvenes, mujeres con hijos, no nativos, trabajadores de edad más avanzada y personas con discapacidades) y elevados niveles de desigualdad social.

Sin embargo, sobre estas materias de las cuales, si sabemos y conocemos sus efectos, no se pretende legislar más que de manera compartimentada y segmentada, sin entender que todos estos fenómenos se encuentran en interdependencia e interrelación. La revolución tecnológica no puede convertirse en un nuevo foco de demagogia neoliberal por capturar este debate sin capacidad de presentar información y datos científicos para la toma seria y organizada de decisiones de una sociedad sobre su futuro. Especialmente cuando no se considera un sistema solidario de pensiones y se firman acuerdos de ley en función de su mercantilización.

Creemos necesario reconocer el cúmulo de conocimiento que ha generado la comunidad científica respecto al trabajo en Chile, y proponer soluciones fundadas en debates centrados en el saber, y no en suposiciones y charlatanería. De no ser así se hace necesario interrogarse sobre ¿Para qué investigar científica y metódicamente la realidad del trabajo si serán operadores políticos quienes, desde interés creados, promoverán la discusión sobre el futuro de nuestra sociedad? Hoy está en juego el bienestar de la sociedad chilena, especialmente de los trabajadores y trabajadoras que viven en regímenes de extensa precariedad, y es necesario generar respuestas políticas que apunten hacia la protección, el bienestar y un buen vivir de la mayoría de la población.

Considerar esta necesidad hubiese sido interesante en la generación, promoción y desarrollo de una industria del Litio en Chile, o a la hora de permitir a los hermanos Ponce Lerou ser asesores de CORFO ¿no señor Bitrán?

Dasten Julián Vejar