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LGBTIfobia y censura: Las complicadas denuncias que rondan al director del Colegio Santa María de Santiago

Por: Christopher Jerez Pinto | Publicado: 28.05.2019
LGBTIfobia y censura: Las complicadas denuncias que rondan al director del Colegio Santa María de Santiago colegio santa maria de santiago | Foto: colegiosantamariadesantiago.cl
La destrucción de una serie de afiches que tocaban temas como el feminismo o los derechos LGBTI, y los supuestos amedrentamientos contra la profesora encargada de la actividad, son parte de las denuncias que parte de la comunidad educativa busca visibilizar. En este reportaje de El Desconcierto se reconstruye la historia de los presuntos malos tratos a los que están expuestos alumnos y profesores.

En marzo de 2017, Javiera Santana (32) llegó a trabajar al Colegio Santa María de Santiago, un céntrico establecimiento particular de orientación católica. La profesora de Lenguaje, que se identifica como bisexual, buscaba en ese espacio educativo formar jóvenes críticos y desarrollarse profesionalmente. Pero después de su paso por ese establecimiento, Santana ya no quiere volver a pisar un colegio.

Los episodios de discriminación que habría vivido en el Santa María de Santiago la hicieron tomar esa decisión. En específico, Santana acusa persecución y trato homofóbico de parte del director del establecimiento, José Parissi. Estudiantes y apoderados respaldan la versión de la profesora.

El primer año de Santana estuvo marcado por ciertos roces con el equipo directivo, pero nada tan preocupante como lo que se vendría. Los supuestos malos tratos en su contra habrían comenzado a fines del 2018, a raíz de una actividad académica realizada por la docente que no habría sido del gusto del director Parissi.

Dicho trabajo estuvo enmarcado en los contenidos de la Unidad 5 “Literatura y Contexto” del texto del estudiante, entregado por el Ministerio de Educación. En específico, la profesora encomendó a los jóvenes la tarea de realizar afiches de propaganda. El único requisito es que estos encarnaran causas contingentes, tales como la homosexualidad, la identidad de género, la Ley Aula Segura, el lucro en la educación, el maltrato animal, la violencia de género, entre otras temáticas.

A pesar de lo amplio del abanico de temas que los estudiantes podían escoger, muchos de ellos inclinaron hacia tópicos que tenían que ver con el feminismo y la diversidad sexual. De esa forma, imágenes de hombres besándose y/o consignas por la igualdad llenaron el espacio de las coloridas cartulinas. La propaganda que citaba la frase «Somos esclavas de la gillette», acompañada de una fotografía de una mujer con abundantes vellos corporales, habría sido el contenido que más molestó a la dirección.

Cabe destacar que esta actividad siempre formó parte del programa de la profesora, cuyo contenido debe pasar por la revisión de la jefa de la Unidad Técnico Pedagógica (UTP) del establecimiento, quien incluso habría estado presente en sala en el momento en que los afiches se confeccionaron.

«Como ya estábamos cerrando el año, la idea era que fuera algo liviano y creativo, y así poder pegarlos en algunas partes del colegio», cuenta Santana.

Eso fue precisamente lo que hicieron los estudiantes y la profesora: colgaron los trabajos en el frontis del establecimiento, generando el descontento de Parissi.

Los afiches de la discordia

Según cuenta Santana y algunos estudiantes consultados por El Desconcierto, los afiches no alcanzaron a estar más de un recreo pegados en la parte delantera del colegio. De acuerdo a lo que denuncian, Parissi habría encargado que fueran removidos.

Ni la profesora encargada de la actividad ni los estudiantes dueños de los proyectos recibieron en ese momento una explicación de por qué las propagandas habían sido retiradas. Es más, algunas de ellas fueron encontradas rotas y tiradas en los basureros cercanos.

«Luego del episodio de los trabajos yo sufrí una serie de hostigamientos. Una vez el director me llamó -porque yo se lo pedí- y me dijo un montón de cosas. Hizo alusión a que yo era una cabra chica, que tenía poca experiencia. Me trató de anarquista. Dijo que yo adoctrinaba a los estudiantes. Me señaló que siempre me estaba observando en todo lo que hacía. Me dijo que no porque tuviera mis ideologías, tenía que ir a planteárselas a los estudiantes. Me cantó hasta una canción de burla que decía algo así como que ‘veía en mis ojos brillar la rabia’. Una estupidez de ese nivel», relata Santana.

Una serie de documentos presentados por la profesora ante la Inspección del Trabajo son respaldo de esa conversación. Uno de los informes presenta la transcripción de los diálogos entre Parissi y Santana, donde el primero le manifiesta a la profesora su molestia por un letrero que califica de «penca, picante, feo», realizado en su clase y que había sido pegado por uno de los alumnos afuera de la dirección.

«Yo he evaluado rebien tu trabajo, pero tú tienes un problemita poh, chiquilla. Tú eres un poquito anarquista, y usas las técnicas que usábamos nosotros hace muchos años atrás cuando vivíamos en dictadura. Muchas veces nos aprovechábamos de los alumnos… porque los estudiantes en un momento determinado endiosan mucho a los profes«, le dijo el director a la docente, en referencia a las temáticas de los trabajos.

Minutos más tarde, Parissi agregó: «La gente no tiene porque ver en un cartel una mina cortándose el vello. Ese es el tema. No es otro (…) Estaba la imagen, al lado había un argumento. Está bien, pero no pongas una mujer peluda ahí poh… a lo mejor puedes decirlo de otra forma».

Según la profesora y los alumnos, el argumento formal que se les dio para retirar los trabajos fue que no tenían un buen nivel para ser presentados en la parte delantera del colegio. «Eso es una ridiculez, porque los trabajos eran correctos y estaban hechos con un montón de dedicación. Pero este tipo tiene algo particular y es que es homofóbico. Le molestaba mi forma de ser y que tuviera la parte izquierda de mi cabeza rapada y mis tatuajes también. A él no le agradaba mi imagen y esta fue su forma de expresar su descontento hacia mi», explica Santana.

Otros episodios

Luego del bullado conflicto de los afiches, la profesora realizó la misma actividad en otros dos cursos. Esta vez planeaba no devolver los trabajos a los estudiantes, para así evitarse cualquier problema. Sin embargo, los jóvenes le exigieron que les devolviera sus propagandas evaluadas. Santana lo hizo, pero les pidió que se atuvieran a las consecuencias de sus actos.

«Ellos fueron y los pegaron en la parte delantera del colegio una vez más, como un síntoma de rebeldía, obviamente. Ahí los trabajos los volvieron a romper y ya era una cosa fuera de todo criterio», relata la profesora.

Ante el reclamo de los estudiantes, un alumno cuenta que les respondieron que el director Parissi había mandado a sacarlos, porque los consideraba «ordinarios». Cabe aclarar que estos afiches abordaban los mismos temas que la primera actividad.

Pero los mencionados episodios no son los únicos en el historial de violencia LGBTI en el Colegio Santa María de Santiago. Según relata otro estudiante del establecimiento, en 2017 dos alumnas fueron reprendidas y amenazadas con ser suspendidas luego de ser sorprendidas de la mano a las afueras del colegio.

«El director y su esposa las vieron. Ella las atacó de una forma súper peyorativa y hasta se consideró la opción de suspender a las compañeras. Una de las chicas llegó a la sala llorando -lo sé, porque era compañera mía- y dijo que la iban a suspender, porque la señora de Parissi las había visto de la mano y las agredió verbalmente. Por miedo no hizo la denuncia», recuerda el joven.

Santana agrega que una de las estudiantes luego fue enviada a módulos de orientación debido a ese conflicto. Desde la dirección, en ese momento, se apeló a la diferencia de edad entre las jóvenes, dado que una iba en octavo y la otra en segundo medio. Sin embargo, sólo tenían un año de diferencia.

Otro caso tuvo como protagonista a un alumno de tercero medio, quien solía usar un aro al asistir al colegio. Santana detalla que el estudiante llegó bastante afectado a una de sus clases tras un altercado con el director. En específico, dice Santana, Parissi le habría pedido que se quitara el piercing, y ante la negativa de este, le habría dicho: «Todavía no está la ley trans para que te cortes el pico». Anteriormente, el director habría tratado de «maricón» al mismo alumno, recuerda la profesora.

Estos supuestos ataques LGBTIfóbicos fueron acusados por la docente ante la Superintendencia de Educación mediante una denuncia que aborda el episodio de los afiches. «Yo decidí denunciar porque este tipo es un homofóbico y ya se estaba sobrepasando de todos los límites. Sobre todo si trabaja con adolescentes«, agrega Santana.

Finalmente, la denuncia fue cerrada, determinándose que el colegio habría actuado de acuerdo a sus protocolos. «Se orienta al establecimiento a reforzar sus mecanismos de comunicación y coordinación entre estamentos, con el fin de que no se vuelvan a producir este tipo de situaciones y que las actividades académicas se desarrollen de acuerdo a las estructuras y orden determinado con anterioridad y planificación», cita la respuesta de la Superintendencia.

Otra denuncia, ante el mismo organismo, fue presentada por los apoderados del primer curso al que le destruyeron los mensajes. «Todo lo que pasó bajo cualquier punto fue algo homofóbico y machista», aseguró la madre de uno de los jóvenes afectados a El Desconcierto. Al igual que la acción impulsada por Santana, este proceso tampoco falló a favor de los denunciantes.

En paralelo, la profesora denunció los hechos ante la Inspección de Trabajo, pero tampoco llegó a buen puerto. «Analizados los hechos y antecedentes acompañados, se informa que los hechos relatados son insuficientes para dar inicio a la investigación de los mismos, por vulneración de derechos fundamentales«, indicó el organismo.

Cabe destacar que los antecedentes incluyen una serie de licencias y diagnósticos de Asociación Chilena de Seguridad (ACHS) que dan cuenta de que luego de las presuntas agresiones en su contra, Santana desarrolló una fuerte ansiedad, que ha debido tratar con tranquilizantes y antidepresivos.

La respuesta estudiantil

Previo a la resolución del organismo fiscalizador, el rechazo de los estudiantes a los presuntos actos del director se había manifestado de distintas formas. La primera protesta correspondió a un «paro de lápices», donde participaron casi todos los segundos medios. Sin embargo, la acción no se realizó un día cualquiera, sino cuando estaba fijado un SIMCE experimental en el establecimiento.

A pocos minutos de haber comenzado la prueba, los jóvenes dejaron caer sus lápices al mismo tiempo. El 2do medio D fue el curso que comenzó y rápidamente le siguieron las salas aledañas, quedando decenas de exámenes sin responder.

«Consideramos que un SIMCE era algo súper importante para el colegio. Era una oportunidad de hacernos ver, porque antes no nos habían escuchado. Sabíamos que esas pruebas las iban a leer y que el director lo iba a considerar grave. También golpeamos las mesas y algunos escribimos mensajes en las pruebas. Varios profes nos sacaron en cara que hiciéramos eso y nos dijeron que pensaban que éramos más inteligentes», relata uno de los estudiantes participantes de la acción.

Luego de dicha manifestación, el alumno cuenta que los implicados salieron de la prueba y se reunieron para ver qué más hacer. El mismo joven explica que «era un tema grave para dejarlo pasar».

Ahí fue cuando un grupo de estudiantes comenzó una marcha al interior del colegio, sosteniendo un lienzo de decía «Basta de censura, tu educación parece dicatadura». En ese momento comenzaron a unírseles varios alumnos, llegando a ser unos 80 adolescentes protestando. «Era gente que hace rato quería exigir sus derechos, pero no se atrevían a hacerlo. Ahí dijimos los antecedentes de la convocatoria y como vimos que nadie respondía, decidimos ir a la oficina del director. Allí el no hizo nada más que echar una mirada para afuera y seguir pegado en el computador», cuenta un estudiante.

En medio de la manifestación y con una posible intención de disuadir el movimiento, el director Parissi decidió despachar a todos los estudiantes a sus casas al mediodía, provocando que la protesta finalmente se disolviera. «Fue muy contradictorio, porque a veces estábamos sin agua a las 14 de la tarde y no nos mandaban a la casa», expone otro alumno.

«Después nos enteramos de que a varios le citaron apoderado o los suspendieron, con el argumento de que le habían faltado el respeto al director. En ningún momento se habló de que estábamos exigiendo derechos, haciéndonos ver. Ellos nos vulneraron y nos echaron la culpa a nosotros. Por estos castigos de Parissi a algunos les dio miedo seguir participando, porque finalmente él tiene el poder«, añade el adolescente.

A causa del conflicto entre el director y los estudiantes, Santana acusa que indirectamente trataron de culparla por el levantamiento de los alumnos. «El director me trató pésimo y en ese momento me empezó a agredir también la jefa de UTP y la inspectora general. Eran tres autoridades contra mi. Yo ahí quedé súper mal», cuenta la profesora, quien luego de aquel incidente dejó de impartir abruptamente sus clases en el establecimiento.

El Desconcierto trató de contactarse con las autoridades del Colegio Santa María de Santiago a través de las tres formas de contacto que informan su página web. Sin embargo, este medio no recibió respuesta a las consultas realizadas.

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