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Mistral, la obra, y las «patadas en los ovarios» a las feministas

Por: Elisa Montesinos | Publicado: 29.05.2019
Mistral, la obra, y las «patadas en los ovarios» a las feministas mistral |
No solo me parece un tono desafortunado para una reseña sobre una gran y compleja obra de teatro en torno a la gran y compleja premio Nobel nacional, sino que mediante esta desacertada analogía  (¿cómo cree exactamente el autor que se pegan patadas en los ovarios?, los ovarios no cuelgan expuestos como los testículos, quizás debería reflexionar el señor Hidalgo que el cuerpo anatómicamente masculino no es siempre el arquetipo desde donde se pueden construir todas las analogías) promueve la violencia.

Nunca he tomado contacto con medios de comunicación. Sin embargo, después de leer una reseña publicada en su diario, me sentí conminada a hacerlo, sin ningún otro objetivo más que compartir mi inquietud.

Se trata de «Apuntes de teatro: Mistral, no me sacarán de ningún clóset», de Rodrigo Hidalgo, donde comenta la obra Mistral, Gabriela de Andrés Kalawski. Hidalgo, después de una seguidilla de atinadas descripciones, finaliza un párrafo del siguiente modo: «Patada en los ovarios a las feministas que desearían haber tenido en ella a un referente más jugado. Doble patada en los ovarios si el texto de la obra fue escrito por un varón».

No solo me parece un tono desafortunado para una reseña sobre una gran y compleja obra de teatro en torno a la gran y compleja premio Nobel nacional, sino que mediante esta desacertada analogía  (¿cómo cree exactamente el autor que se pegan patadas en los ovarios?, los ovarios no cuelgan expuestos como los testículos, quizás debería reflexionar el señor Hidalgo que el cuerpo anatómicamente masculino no es siempre el arquetipo desde donde se pueden construir todas las analogías) promueve la violencia, como si dijera: «Los argumentos ideológicos/políticos/de género se resuelven mediante una patada en algún genital» (sí, está bien, es una analogía, seguramente el autor no quiere pegarle una patada a nadie, pero en estos tiempos deberíamos saber ya que el lenguaje no es inocuo, que construye realidades…). Y promueve, sobre todo, la violencia contra las feministas (¿nos callarán con «una patada en los ovarios»?).

Imagínese, usted, la versión opuesta: «Patada en los testículos a los machistas que desearían haber tenido en él a un referente más jugado. Doble patada en los testículos si el texto de la obra fue escrito por una dama». Sería considerado inaceptable. Sinceramente, dudo que una mujer se hubiese permitido una salida escatológica como esta en un contexto como este. Y si lo hubiese hecho, rápidamente habrían surgido los epítetos clásicos: «Ay, estas feminazis, tan malhabladas, tan violentas, tan poco femeninas…».

Recuerdo haber leído en El Desconcierto más de alguna crítica soterrada a Sebastián «Cuchillo» Eyzaguirre debido al lenguaje misógino que ha empleado, me parece que la cita de la reseña no dista mucho en naturaleza. Y me sorprende mucho, dada la línea editorial de El Desconcierto, uno de los pocos medios de comunicación en Chile que se ha caracterizado por apoyar la diversidad y la inclusión siempre mediante el respeto y la no violencia.

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