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«Tres almas»: Película en rodaje en Atacama dialoga con la historia de las hermanas Quispe

Por: Vanessa Vargas Rojas | Publicado: 30.05.2019
«Tres almas»: Película en rodaje en Atacama dialoga con la historia de las hermanas Quispe FOTO 14 TA |
El director José Guerrero Urzúa cuenta los detalles de «Tres Almas», una cinta grabada en la Alta Cordillera que examina la historia de tres pirquineros que presenciaron el mismo acontecimiento sin saberlo. Desde sus puntos de vista, la historia entrega su propia mirada sobre lo ocurrido con las hermanas Quispe en diciembre de 1974.

El director José Guerrero Urzúa rodaba un documental sobre el pueblo colla cuando se enteró del caso de las hermanas Quispe, las pastoras Justa, Luciana y Lucía, quienes fueron encontradas sin vida, colgadas y junto a sus animales muertos el 3 de diciembre de 1974, a inicios de la dictadura.

El cineasta se encontró con la cultura de los pueblos andinos originarios y empezó a investigar. El tema lo obsesionó a tal punto, dice, que estuvo a nada de desviar el foco del documental que grababa en el año 2000. Ese sería el comienzo de «Tres almas».

«Este es un proyecto, una idea que se fue desarrollando a lo largo de los años. Con el tiempo hice una película de ficción, que se llama Supay (2012), que es del género fantástico y raya con el terror, pero no dejaba de atraerme esta historia. Hace tres o cuatro años me enteré que un colega ya estaba rodando Las Niñas Quispe, una película que se estrenó y dice relación directa con la obra de Juan Radrigán, ‘Las Brutas'», relata Guerrero.

La filmación de Las Niñas Quispe no lo desmotivó: entendió que podían haber más historias paralelas a partir de esa trama. Cuando producía Supay ya había escrito el argumento de su nuevo proyecto, comenzando por el guión. Con el tiempo siguió investigando y resolviendo algunos enigmas.

Guerrero terminó el guión a fines de 2018. Aunque tenía cuatro finales posibles para su historia, decidió quedarse con el que más le atrajo a todos: fue una decisión colectiva. «Yo soy desprendido de las decisiones, me gusta hacerle consultas a la gente, busco esas opiniones. Sin embargo, vamos a grabar dos finales porque siempre, como decía Raúl Ruiz, en el montaje se termina escribiendo la historia definitiva. Entonces prefiero no arrepentirme», detalla.

El director aclara que la película que comenzó a filmarse en marzo de este año no tiene nada que ver con la historia de las hermanas Quispe. El foco no está puesto en la muerte de las tres mujeres, ni en por qué ocurrió. Más bien, el argumento central de la cinta se basa en tres personajes pirquineros que van montados a caballo. La historia arranca en el amanecer y termina en otro, el relato se vuelve coral: los tres habrían asistido al mismo acontecimiento en el pasado, pero no lo saben.

«Ellos son testigos del amedrentamiento que sufren las hermanas Quispe, pero ellos no saben que están ahí, no se conocen. El espectador luego resuelve esa complejidad», explica José.

En «Tres almas» son los tres pirquineros quienes permiten un recorrido por el pasado, con un diálogo permanente hacia el presente. Los tres sujetos habrían tenido algún vínculo con el pasado de las hermanas pastoras en el año 74. «Ahí está puesto el foco. La película sobrepasa los límites del tiempo como si fuera natural. El diálogo es permanente entre presente, pasado y presente y en cada personaje gravita una verdad», añade.

Elenco local y sin auspicios de mineras

Aunque el relato está marcado por la ficción, no deja de sugerir una lectura política. Cada uno de los pirquineros adopta un punto de vista para el espectador: el mayor la habría conocido, otro habría sido un militar que amedrentó a una de las pastoras y el menor habría estado presente en la escena observando todo desde una roca. Aunque los tres tienen el mismo recuerdo, sólo el espectador sabe que lo comparten.

La cinta tiene la particularidad de ser filmada con la participación de gente de Tierra Amarilla y Copiapó. «Decidimos la cordillera porque ellas habitaban ese lugar, eran reconocidas como lobas entre los propios lugareños, porque eran muy aislada, casi no bajaban de la Alta Cordillera. Ellas solo bajaban a hacer trueques o para cosas puntuales», señaló.

El director añade que «consideré que uno de los actores debía ser uno de mis amigos, quien nació en la cordillera y pertenece a una de las comunidades. Más de la mitad del elenco son de acá, sólo hay dos actores profesionales. No quise trabajar con gente más conocida, pero finalmente decidí trabajar con gente que había hecho cine y teatro fuera de Chile. No era relevante para mi película que los actores fueran conocidos, sino que cumplieran con las necesidades de los personajes».

El rodaje sigue por estos días y se espera que la postproducción esté lista a fines de noviembre. Guerrero cuenta que tienen planeado proyectar primero en Atacama, como señal de cariño y agradecimiento hacia la gente. Luego iniciarán un periplo por diversos festivales de cine, entre los que esperan asistir a Venecia, Guadalajara, Sundance, Brooklyn, Cannes y otros en Chile, como el Festival de Cine de Valdivia.

«No queremos quemarlo acá, queremos hacer el circuito por allá primero y luego mostrarlo acá. Nuestra prioridad está puesta fuera. La mayoría de los recursos se consiguieron fuera de Chile, principalmente en México. El resto ha sido gestión y privados. No quisimos pedir plata y ser consecuentes, no podemos hacer una película en donde de alguna manera se pone en juego la difusión identitaria de un pueblo originario y contrariarla con empresas que han explotado o a costa de ellos han tratado de limpiar su imagen«, argumenta el director.

Guerrero confiesa que quiso despojar la expresión que se tiene de las hermanas Quispe como mujeres mártires, consumidas por la soledad o tristeza. «Quise dotarlas de alegría, no reducirlas a ese canon tan decadente. Eso se refleja en varias escenas de la película, donde ocurren cosas muy imaginistas y emocionantes. No todo el rato es desolación. Hay ratos en que también aparecen riéndose a carcajadas, mirando el cielo acostadas en el suelo», detalla.

Como discípulo de la escuela de Raúl Ruiz, el director se declara un cineasta imaginista: «Tuve la suerte de conocerlo e inevitablemente está su impronta, pero no a martillazos. Por eso, aun cuando esta historia tiene que ver con las hermanas Quispe, no se parece en nada a Las Niñas Quispe, ni en el ritmo, ni el tratamiento, ni en la historia», cierra.

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