Avisos Legales
Opinión

El que nada hace, nada teme

Por: Benjamín Sobarzo Bascuñan | Publicado: 03.06.2019
El que nada hace, nada teme Andres Chadwick Senado |
Resulta absurdo y lamentable que en casos en los que se coarta la libertad personal y la seguridad individual de las personas, la justificación responda -en palabras del propio ministro del Interior, Andrés Chadwick- al viejo refrán, “el que nada hace, nada teme”.

Parece ser un lugar común dentro del gobierno y de una gran parte de los sectores políticos de derecha la idea de que los problemas sociales pueden ser paliados por la vía de ampliar las atribuciones de las policías y agentes del Estado, además de introducir proyectos de ley con un contenido sumamente parcelado que viene generalmente asociado a un aumento en las penas y sanciones de distinta naturaleza.

¿Existen ataques y episodios de violencia en liceos? Que las fuerzas especiales de Carabineros revisen mochilas. ¿Existe violencia en las salas de clases no solo entre estudiantes sino también con profesores? ¿Existe vandalismo en los colegios? Ingresemos un proyecto de ley titulado “Aula Segura” y otorguemos mayores facultades a los directivos para suspender/expulsar “alumnos problemáticos”. ¿Existe un aumento de la percepción de la delincuencia? Instauremos un sistema de control de identidad a fin de “prevenir” delitos. Sin lugar a dudas, soluciones rápidas y fáciles a problemas en demasía complejos que no buscan atacar el fondo sino solo dar la apariencia de que (en algo) se está trabajando, legislando y avanzando.

Cada acto de autoridad política, por un mínimo de respeto a la comunidad y sus integrantes dentro de los márgenes de una sociedad democrática, merece una justificación racional que se condiga con el ordenamiento jurídico en el que esta se desenvuelve. De lo contrario, las medidas que se adopten o bien son redundantes, colisionan con otras leyes, derechos y libertades -volviéndose de esta manera en normas inaplicables-, o son tiránicas y, por ende, inútiles. Es por esto que resulta absurdo y lamentable que en estos casos donde evidentemente se coarta la libertad personal y la seguridad individual de las personas, por lo demás consagrada en el Art. 19 nº7 de la Constitución Política de la República, la justificación responda -en palabras del propio ministro del Interior, Andrés Chadwick- al viejo refrán, “el que nada hace, nada teme”.

La consagración constitucional de la libertad personal y la seguridad individual tiene una relevancia mayúscula en tanto comprende -entre otras cosas- mecanismos, garantías procesales y recursos que posibilitan el ejercicio de la libertad personal entendiéndose como libertad negativa en tanto se manifiesta en la ausencia de coacción por parte de un tercero (en este caso, el Estado) para que cada cual pueda realizar el curso de acción que estime conveniente, siendo fundamento de este derecho la seguridad jurídica, la libertad y la igualdad. Ahora bien, cabe mencionar que estos derechos pueden ser limitados siempre y cuando exista un interés superior por parte del Estado.

No obstante, la pregunta que habría que hacer a este respecto al gobierno y a los sectores de derecha es cuál es ese interés que se busca proteger o cautelar y que, al mismo tiempo, sea digno de merecer una fuerte intervención y represión por parte de sus agentes como es, de manera arbitraria, revisar pertenencias de las personas, controlar la identidad de estas e incluso postular (como ya han hecho algunos alcaldes y el candidato presidencial de ultraderecha, José Antonio Kast) el establecimiento de “toques de queda” como lucha contra la delincuencia. ¿La justificación de lo anteriormente mencionado? Nuevamente, “el que nada hace, nada teme”.

Hoy, en Chile, se están vulnerando derechos y libertades bajo la premisa de que, si de hecho la persona no se ve involucrada en actos ilícitos, no debería molestarle algunos “sacrificios” en pos de lograr una “mayor seguridad” en la población. Coartar libertades, reprimir, ampliar facultades de las policías sin criterios objetivos y sin una justificación jurídico-política racional, es sencillamente contrario a cualquier sistema democrático que se tome en serio a sus ciudadanos y ciudadanas y sus derechos. Con todo, no es raro que la derecha responda otorgando mayores atribuciones a las fuerzas policiales e introduciendo proyectos de ley que muestren un espíritu represivo: el mostrar una posición meramente reaccionaria ante los problemas sociales ya se ha hecho costumbre.

Benjamín Sobarzo Bascuñan