Avisos Legales
Tendencias & redes

Avicii, cerca de las estrellas

Por: César Tudela | Publicado: 15.06.2019
Avicii, cerca de las estrellas Avicii |
El pasado 6 de junio salió a la venta “Tim”, el disco póstumo de Avicii, quien sorprendió al mundo a mediados de abril de 2018 con su repentina muerte. Si bien, el DJ sueco se había retirado dos años antes de los escenarios a causa de diversos problemas de salud (relacionados a trastornos emocionales y mentales), prometía a través de su Instagram que volvería a la música con el «mejor maldito álbum de su carrera». Tim Bergling, su verdadero nombre, quien tuvo al mundo a sus pies gracias a su interesante propuesta arraigada en la EDM, es otro de los talentos musicales cuya inconclusa vida remite a la de tantos otros jóvenes en la historia de la música pop. Tenía solo 28 años cuando –según los reportes de TMZ– decidió cortarse cuello y brazos con una botella rota de vino en la capital asiática de Omán. Para muchos, Avicii era el futuro del pop.

En 1969, el año en que se acabó The Beatles y la cultura rock comenzaba su auge, el icónico Jim Morrison daba una de sus mejores entrevistas al periodista Jerry Hopkins de la revista Rolling Stone. Lúcido y entendiendo a cabalidad los procesos de cambios culturales que se estaban produciendo, Morrison habla sobre los orígenes de la música popular estadounidense, con el country y el blues como «grandes pozos de información e ideas». Pero también, da una intrigante visión sobre cómo veía el futuro de la música pop: «puedo ver a un artista solitario con muchas cintas y montajes electrónicos, como una extensión del sintetizador Moog, un teclado con la complejidad y la riqueza de una orquesta completa. Debe haber alguien por ahí, trabajando en un sótano, simplemente inventando una forma musical completamente nueva. Lo escucharemos en un par de años». Sí, el Rey Lagarto estaba prediciendo el fenómeno de la música electrónica.

Conceptualmente, desde antes de las palabras del líder de The Doors, las manifestaciones electrónicas ya existían. Desde principios del siglo XX, diversas investigaciones científicas en el campo de la física dieron paso a diversos artefactos que emitían ruidos digitales, lo que conllevó a la creación de aparatos como el theramin. Años más tarde, la música concreta y sobre todo los estudios y experimentaciones del compositor alemán Karlheinz Stockhausen, abrirán las puertas de la electrónica a la música popular, de la mano de otra invención fundamental: el sintetizador.

La profecía de Morrison se fue cumpliendo, e incluso alcanzó otros límites. La música electrónica comenzó abrirse espacio y ganar popularidad gracias a sus notables adelantos en materia de audio y sonido, como la creación de nuevos instrumentos (Hammond, Minimoog, MIDI, Vocoder, Sampler), y también gracias a apuestas vanguardistas que comenzaron a brotar desde la música pop (Tangerine Dreams, Kraftwerk, Vangelis, Jean-Michel Jarre, Delia Derbyshire). La música electrónica, con el paso del tiempo y el avance tecnológico, permeó sin disimulo a algunos de los músicos modernos más brillantes y respetados, incluso cambiando los estándares de la que se considera como “buena música”. Nombres como Radiohead, Nine Inch Nails, Portishead, The Chemical Brothers, Björk o St. Vincent, solo por nombrar algunos, se han hecho un nombre gracias a las posibilidades que les fue entregando la electrónica y la maestría para fusionarlas con estilos menos resistidos.

La síntesis salvaje

Los DJ se han convertido en los nuevos profetas, y sub-estilos primales como el synthpop, el eurodance, el techno, el house, el trance y el drum and bass, han dado paso a la creación de otras manifestaciones como el R&B moderno, el dubstep, la new-rave, la dubtronica, el dance-punk, el reggaetón, y hasta el trap. Todas, formas musicales que están re-dirigiendo el timón de la gran industria discográfica, apuntándose no sólo como fenómenos pasajeros de masas, sino como verdaderas fuentes de donde una nueva generación de músicos están sacando ideas. Esto, a pesar que varios especialistas sigan insistiendo que esto no es música porque “no se toca”, obviando que si bien no se hace de la manera tradicional, sí se ensambla con computadoras. Así, un riff se puede “escribir” de a una nota por vez en un secuenciador, configurando patrones para crear una melodía. Y desde ahí, todo un estilo. La EDM (electronic dance music) se caracteriza por sus ritmos marcados, repetitivos y su sonido sintético, que pareciese conducida por la búsqueda de las posibilidades más radicales de la tecnología. Así nació, “Discovery” de Daft Punk en 2001, el álbum más importante de la EDM para la cultura de la electrónica moderna.

Nombres para dar hay muchos, pero el último gran promotor de la EDM y genio del pop fue el joven sueco Tim Bergling, Avicii. Su mejor antecedente en la electrónica –y su latente vigencia como motor de cambios y tensiones– es la canción ‘Wake me up’ de 2013, donde juntó a los músicos Mike Einziger (guitarrista de Incubus) y Aloe Blacc (cantante de soul, jazz y rap) para componerla y producirla. ‘Wake me up’ es un innovador crossover dentro de la EDM, que realizó lo que nadie se había atrevido a explorar en la electrónica: usar el country como base con una voz muy R&B para acompañar. Algo poco convencional e improbablemente contagioso. Pero la canción cruzó las barreras más inhóspitas de la industria y los medios (como décadas antes lo hizo ‘Just can’t get enough’ de Depeche Mode, o más atrás ‘Hound Dog’ de Big “Mama” Thornton).

Obviamente sonó en todas las radios fórmula y juveniles. Pero también –y lo más llamativo de todo– es que lo hizo en las radios de rock alternativo y en las emisoras de country de EE.UU. Un triple combo. Y al tumbar las paredes de dos contundentes formatos editoriales de radio, ‘Wake me up’ se convirtió en una de las canciones más virales del 2013, alcanzando a final de año cifras millonarias para sellos, distribuidores, y principalmente, para los servicios de streaming: más de 230 millones de reproducciones en Spotify y similar cifra en YouTube, números sin precedentes –hasta ese momento– en la historia del streaming, en el mismo año que las luces deslumbrantes de Daft Punk y Pharrell Williams hacían también de las suyas en las playlist y pistas de baile con ‘Get Lucky’, otro antecedente igual de gigantesco pero con una respuesta al fenómeno más predecible (revisitando el impacto dance del funk y la música disco) como lo realizado por Avicii.

El fenómeno logrado con ‘Wake me up’ no fue azaroso. Avicii comprendió dos años antes, con el single ‘Levels’, el poder que lo vintage ejerce en el pop. Utilizó el sample del comienzo de ‘Something’s got a hold on me’ (1962) de Etta James –una idea original de DJ Pretty Lights, que la había usado cinco años antes en ‘Finally moving’–, logrando una conexión con el R&B, el gospel y el house progresivo, que empujó inesperadamente los límites de la electrónica hacia tarimas y multitudes enormes. Y como es de esperarse con todo fenómeno pop, hacia grandes cheques, facturaciones y éxito comercial. ‘Levels’ se hizo famosa por sí sola, y tuvo un repunte con la llegada de ‘Good feeling’ de Flo Rida –que samplea a ‘Levels’ a través del mashup como técnica principal– y a través de centenares de versiones y de remezclas (como se dice en internet, “everything is a remix”). Fue un éxito rotundo, un himno como ‘Smells like teen spirit’ para la generación millennial adeptos a la EDM. Una gran canción, ineludible, omnipresente, o como se diría vulgarmente: un éxito comercial.

Tanta fue la popularidad alcanzada, que entre 2012 y 2016 realizó cerca de 400 fechas alrededor del mundo, visitando escenarios desde Bahrain a Inglaterra, de Ibiza a Rock in Rio, de Las Vegas a Dubai. De Corea del Sur a Chile. Según los datos, Avicii solo en esa temporada acumuló más de un millón de kilómetros viajados, que en una loca analogía, equivalen a tres viajes –ida y vuelta– a la Luna. Y, según reportó Google, más de 780 mil fans tenían encendidas las alertas en su calendario para saber cuándo Avicii tocaría en su ciudad. Sorpresivamente, en marzo de 2016 anunció su retiro de los shows, a meses de alcanzar los 27 años, esa edad maldita que ha marcado a los genios musicales (como Jim Morrison, Kurt Cobain o Amy Winehouse). Y es que, al igual que ellos, el problema fue que Avicii se convirtió en un negocio muy lucrativo, y cuando una persona se vuelve un negocio, cosas malas pasan. Bergling dio cuenta de eso. «Mis decisiones y mi carrera nunca han sido en búsqueda de lo material, aunque estoy agradecido por todas las oportunidades y comodidades que mi éxito me ha otorgado. Sé que he sido bendecido con la oportunidad de viajar por el mundo y tocar, pero le queda muy poco tiempo a la vida de la persona de verdad detrás del artista», escribió en su perfil de Facebook. Unas líneas que causan escalofríos, más aún si se le da una inspección detallada de la letra de ‘Wake me up’, que plantea el mismo temor e inquietud: «Así que despiértame cuando todo haya terminado / Cuando sea más sabio y sea mayor / Todo este tiempo me he estado encontrando / Pues no sabía que estaba perdido».

Avicii, luego de su retiro sobrevivió unos meses más, alejado de todos, pero aún siendo un ícono de la electrónica moderna y testimonio de la inclemencia de la industria. En estos días, su talento regresó de forma póstuma, y muy bajo perfil, con un disco cuyas canciones no han logrado el impacto de sus trabajos anteriores. Los singles ‘SOS’, ‘Tough love’ y ‘Heaven’, que cuentan con las colaboraciones de Aloe Blacc, Agnes y Vargas & Lagola, y Chris Martin, respectivamente, alcanzan tímidas cifras en comparación a sus anteriores hits.

En su música, en su arte, y en su salud, los niveles de explotación a los que Avicii estuvo expuesto en esta era de los grandes datos son evidentes. «Nuestro querido Tim era un buscador, un alma artística frágil que buscaba respuestas a preguntas existenciales. Un perfeccionista superado que viajaba y trabajaba duro a un ritmo que conducía al estrés extremo», decía el comunicado de su familia luego de su suicidio. La industria de la música es inclemente. Y a Avicii lo vimos pasar de ser una sensación del pop, un ícono de la cultura electrónica moderna y un adinerado y poderoso DJ, a un vulnerable ser humano a merced de promotores inescrupulosos. Al igual que a Cobain o a Winehouse, a Avicii lo mató su destellante éxito, silenciosamente y con la coartada perfecta.

Déjanos tus comentarios
La sección de comentarios está abierta a la reflexión y el intercambio de opiniones las cuales no representan precisamente la línea editorial del diario ElDesconcierto.cl.