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Opinión

Anuncios laborales en discurso presidencial: No todo lo que brilla es oro

Por: Bárbara Figueroa | Publicado: 21.06.2019
Anuncios laborales en discurso presidencial: No todo lo que brilla es oro laboral | Foto: Agencia Uno
¿Será posible que un trabajador que para poder trabajar ocupa más de 12 horas al día, física y mentalmente pueda compatibilizar su trabajo con deporte, vida familiar y ocio?, ¿No es necesario dar un debate previo sobre los niveles de salarios en Chile para que esta nueva regulación no se transforme en una ventana abierta al pluriempleo?, ¿No estaremos privando a los trabajadores y trabajadoras de su ocio y vida familiar diarios al extender de tal forma las jornadas en estos días?. Todas esas preguntas quedaron sin responder en el discurso del presidente.

El 1° de junio recién pasado, el Presidente Piñera entregó al país la cuenta pública de su primer año y medio de Gobierno y definió sus prioridades en diversas áreas. De entrada y con palabras cuasi mesiánicas, el presidente decretaba ante el Congreso Pleno que su Gobierno, el Congreso y todos los chilenos y chilenas debíamos ponernos al servicio de una “Nueva Transición”, que en sus palabras, “nos permita conquistar el desarrollo, derrotar la pobreza y hacer de Chile un país con principios y valores solidos (…), en que todos despleguemos nuestros talentos y seguridad para vivir nuestras vidas con la dignidad que todo ser humano merece”.

De entrada, el presidente fijaba “la misión” de nuestro país en estos tiempos y colocaba ciertos objetivos y principios (el desarrollo, la superación de la pobreza, la dignidad del ser humano, etc.), respecto de los cuales indiscutiblemente nadie puede estar en contra. Cual coach manager, Piñera terminaba su alocución haciéndonos el llamado a “poner nuestros corazones en esos valores y principios”.

Sin embargo, tal como nos recuerda la sabiduría popular, NO TODO LO QUE BRILLA ES ORO, y a menos de la mitad del discurso del Presidente, las promesas de desarrollo y de dignidad comenzaban a tambalear y las propuestas (para salir de la crisis de empleabilidad y para enfrentar los retos de futuro del trabajo que desafían a nuestro país), terminaron siendo una reproducción del eslogan característico de la derecha empresarial y política: más crecimiento, menos regulación y más flexibilidad. “¡¡¡No hay mejor política laboral que el pleno empleo, no hay mejor política de desarrollo que el crecimiento económico!!!”, enfatizaba entusiastamente el Presidente esa tarde en Valparaíso.

Piñera volvía nuevamente a trazar la clásica hoja de ruta gubernamental de la derecha, sacando de su sombrero el “Chorreo Económico” y la “Flexibilidad Laboral” como las únicas respuestas posibles a todos los desafíos del mundo del trabajo, obviando tozudamente lo que ya es un secreto a voces en nuestro país: El agotamiento del modelo de desarrollo y la incapacidad de éste para generar más y mejor empleo decente. Así las cosas, los “grandes” anuncios que en materia de “modernización laboral” el Presidente le proponía al país eran flexibilizar las jornadas de trabajo, (des) regular las nuevas formas de empleo y nuevas reglas sobre negociaciones colectivas y grupos negociadores.

Por ello, una vez terminado el discurso presidencial la pregunta que rondaba en los pasillos del Congreso Nacional era: ¿dónde encontramos lo laboral y lo moderno en las propuestas del presidente?.

En efecto, en lo que respecta a la propuesta de flexibilidad laboral (que ya se encuentra presentada como iniciativa legislativa), que en el papel y comunicacionalmente puede resultar atractiva bajo el eslogan de que prolongará los tiempos de descanso, ella omite una serie de factores que la hacen ser un peligroso engaño sobre el descanso prolongado.

Sabemos que Chile es uno de los países con mayor jornada laboral y menores salarios en relación tiempo/trabajo. Asimismo, es de público conocimiento el tiempo de traslado que en promedio ocupan día a día los trabajadores y trabajadoras para llegar a sus lugares de trabajo y la necesidad, producto de bajos salarios, de realizar más de un empleo para mejorar ingresos.

En ese contexto, cabe preguntarse ¿Será posible que un trabajador que para poder trabajar ocupa más de 12 horas al día, física y mentalmente pueda compatibilizar su trabajo con deporte, vida familiar y ocio?, ¿No es necesario dar un debate previo sobre los niveles de salarios en Chile para que esta nueva regulación no se transforme en una ventana abierta al pluriempleo?, ¿No estaremos privando a los trabajadores y trabajadoras de su ocio y vida familiar diarios al extender de tal forma las jornadas en estos días?. Todas esas preguntas quedaron sin responder en el discurso del presidente.

Por otro lado, en lo referente a la regulación de las nuevas formas de trabajo, el Gobierno de Sebastián Piñera ha presentado una iniciativa legal que, más allá de ser una definición tremendamente relevante para el futuro de nuestro país y que se adopta sin debate y diálogo social alguno, invierte toda la lógica de protección del Código del Trabajo al establecer un nuevo artículo 8 bis que sigue promoviendo la informalidad laboral, al crear un principio contrario al establecido en el actual artículo 8 del Código del Trabajo, esto es, el de la presunción de laboralidad en el marco de la subordinación y dependencia.

¿Acaso no existen componentes de subordinación y dependencia entre las Apps y los trabajadores “usuarios”? ¿No seleccionan a la entrada (establecen requisitos de ingreso a plataforma)? ¿No fijan vestuario y forma de trabajo (incluso con la marca de empresa)? ¿No fijan el precio del producto (tipos de tarifa)? ¿No sancionan ante lo que consideran incumplimiento (no asignan pedidos)? ¿No tienen la facultad de desvincular (despedir) a los “usuarios” por vía de desconexión? ¿No pueden incluso exigir que el trabajador no hable mientras presta el Servicio?. Pues bien, todas estas preguntas parecen no haber aparecido ante el Presidente a la hora de proponer dejar sin derechos laborales a los trabajadores y trabajadoras de Apps.

Junto a lo anterior, el Presidente además nos anunció que enviará un proyecto de Ley para regular la negociación colectiva y los grupos negociadores. En este sentido, si bien aún no se conocen los alcances de esta propuesta, sospechamos que ella apuntará nuevamente a debilitar el rol del actor sindical y el sentido colectivo en el mundo del trabajo, tal como lo ha realizado en todos los proyectos de Flexibilidad Laboral enviados al Congreso Nacional.

Lo anterior, con una lógica evidente: dar de baja al Sindicato y que solamente exista, por un lado, el empleador, con todo su poder de contratar y despedir y por el otro, el solo e individual trabajador o trabajadora, quien en este ámbito no tiene más que su necesidad de trabajar. Obviamente, como es de suponer, en esta relación desequilibrada, toda decisión que se adopte en el ámbito de las relaciones laborales ira en beneficio único y exclusivo de quien tiene el poder, es decir, el empleador, sin que exista consideración alguna por el ingreso, la salud, integridad y vida familiar de la parte más débil, el trabajador/a.

Por ello, luego de escuchar los escuetos anuncios (y percibir las grandes omisiones) que en materia laboral nos hiciera el Presidente, llega la hora de hacerle un llamado urgente y apremiante: Dar consistencia y sustancia a aquello que tanto reitera en sus alocuciones, el Desarrollo de Chile. Esto, pues es ingenuo pensar que Chile alcanzará el desarrollo sin hacerse cargo de los desafíos estructurales del mundo del trabajo, los que dicen relación con una economía que no está generando empleo, que no está permitiendo superar la pobreza a través de los salarios, que concentra cada vez más la riqueza en unas pocas manos y que en las condiciones actuales es incapaz de afrontar los desafíos que impone la introducción de la tecnología en el mundo del trabajo.

Y cabe aclarar que tal llamado no sólo lo hacemos nosotros, sino que también el 40% de quienes no les alcanza para vivir y que sienten que el principal problema en el país es la falta de trabajo y los bajos salarios (Barómetro de Política, Mori, Mayo 2019).

Bárbara Figueroa