Avisos Legales
Opinión

La nueva miseria de la filosofía

Por: Danilo Billiard | Publicado: 23.06.2019
La nueva miseria de la filosofía vane |
El problema es otro: el fascismo inconfesado de Vanessa Kaiser que se evidencia cuando se relaciona de un modo casi canónico con el texto al que hace alusión. Su explicación es una exégesis mecánica. No se le pida mucha creatividad al fascismo cuando se trata de enfrentarse a las herencias teóricas, porque es profundamente dogmático (como lo fue el nazismo con la biomedicina).

En una desafortunada columna publicada por El Mercurio, Vanessa Kaiser (Doctora en Ciencia Política, UC) se identifica como Directora de la “Cátedra Hannah Arendt” de la Universidad Autónoma. En ella, hace alusión al jurista y filósofo alemán Carl Schmitt y a una de sus obras más notables: “El Concepto de lo Político”.

Su estrategia argumentativa se orientaba a esclarecer la sintonía entre las ideas del fascismo y los actuales grupos radicales vinculados a la izquierda, apuntando especialmente al feminismo. Sus planteamientos se pueden enumerar de la siguiente forma esquemática:

  1. Carl Schmitt es fascista.
  2. Carl Schmitt escribió “El Concepto de lo Político”.
  3. El Concepto de lo Político (que define la política a partir de la relación amigo-enemigo), sintetiza los fundamentos del fascismo.
  4. A la luz de esos fundamentos, se pueden comparar los discursos del marxismo y de los grupos feministas radicales con las ideas fascistas.
  5. Habría un último elemento menos nítido en su columna: realizar una defensa ideológica del Partido Republicano.

¿Qué se puede concluir de esta explicación poco docta, un tanto amateur y sobre todo ramplona? Por ejemplo, y en esa misma línea, que si citamos a Heidegger, estaríamos reivindicando el nazismo. La misma suerte correría Nietzsche, con el cual nos convertiríamos en machistas (por decir algo). Incluso una lectura de “Sobre la cuestión judía” de Marx nos conduce inexorablemente al terreno del antisemitismo. Y así la lista podría seguir extendiéndose.

Pero por sobre las ironías, hay una explicación teórica que está contenida en el nombre de la cátedra que Vanessa Kaiser dice dirigir: Hannah Arendt. Sólo en el pensamiento de la filósofa podrían hallarse algunos de los motivos que llevan a Kaiser a este tipo de interpretaciones (además de su poca prolijidad argumentativa). Para Arendt, la experiencia nazi-fascista y comunista, pueden ser explicadas como parte de una corriente totalitaria que se consuma en la primera mitad del siglo XX. Esa clave de lectura, sin embargo, contiene algunas insuficiencias que obstaculizan una comprensión genuina del racismo nazi de inspiración fascista, que fue sobre todo una biología aplicada y no una filosofía de la historia, lo cual impide hacerlo del todo equivalente al comunismo, más allá de que sea posible comparar sus rasgos homicidas.

De ahí que no resulte similar el antagonismo frente a la burguesía propugnado por el marxismo, respecto al desprecio por los judíos de la “ideología biológica nazi” (si es que es posible usar este término). El judío era considerado un cuerpo enfermo (una  enfermedad que la medicina alemana debía extirpar a través de la muerte), una vida inferior que amenaza la salud pública del verdadero pueblo alemán. Esa lectura biopolítica del nazismo (tomando como referencias a Foucault, Agamben, Esposito, entre otros), es la que permite adentrarse en los motivos de su deriva tanatológica criminal.

Es en ese sentido que el libro de Schmitt puede resultar poco apropiado para formular una crítica respecto a aquellos que transformarían todas las diferencias sociales en un antagonismo amigo-enemigo (guiados por el odio que desemboca en la violencia), porque el fascismo de nuestro tiempo justamente realiza lo contrario: transforma las desigualdades sociales de donde nacen los antagonismos, en meras diferencias ontológicas. Ello se traduce en la creencia de una forma de vida superior que actúa como norma trascendente y prescriptiva, y otras formas de vida inferiores que deben someterse, estando disponibles para ser empleadas sobre la base de criterios fundamentalmente económico.

¿No es ese el discurso que resuena tras la expulsión de las y los haitianos? Que nosotros, en tanto que grupo civilizado, tenemos el legítimo derecho a decidir sobre el destino y la permanencia en nuestro país (nuestro “espacio vital”) de un grupo humano ubicado una jerarquía descendente, considerado lisa y llanamente inferior. Las huellas del racismo no dejan de guiar nuestra comprensión de los fenómenos contemporáneos, y riesgosamente se proyectan en la actual política migratoria.

Si se trata de Schmitt, y a propósito de la noción de democracia a la que través de Arendt se puede acceder, habría que, por un lado, prestar atención a las contribuciones de Chantal Mouffe y Ernesto Laclau en relación a la lógica del antagonismo en política (los conflictos no siempre son destructivos, también pueden actuar como factor de integración), pero además la definición que el propio Schmitt propone de la igualdad democrática tensa aún más la lógica de los consensos que reivindica el liberalismo: si la democracia es la identidad de un pueblo consigo mismo, los no idénticos pueden ser apartados si resultan una amenaza para el orden.

El problema es otro: el fascismo inconfesado de Vanessa Kaiser que se evidencia cuando se relaciona de un modo casi canónico con el texto al que hace alusión. Su explicación es una exégesis mecánica. No se le pida mucha creatividad al fascismo cuando se trata de enfrentarse a las herencias teóricas, porque es profundamente dogmático (como lo fue el nazismo con la biomedicina).

Entonces, y por último ¿qué decir de los mitos de los que se nutre el fascismo? Son los mitos su rasgo más característico, por lo que es legítimo preguntarnos ¿Son las feministas las que van en búsqueda de la esencia de la mujer? ¿Acaso alguna organización feminista defiende los roles de género en nombre de una ficticia naturaleza humana o de la voluntad de Dios? ¿Alguna organización marxista en Chile organiza su discurso a partir de la defensa de las tradiciones de la patria, de proteger los fundamentos de la sociedad o acusa a los inmigrantes de contaminar nuestra cultura nacional y de colapsar los servicios públicos?

El fascismo es hipócrita, pero nos enseña algo: no sólo hace de la miseria su filosofía, sino que siempre lleva la filosofía a la miseria.

Danilo Billiard