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Opinión

La crisis del PS y los “hijos de Carlos Lorca”

Por: Paulina Morales Aguilera | Publicado: 26.06.2019
La crisis del PS y los “hijos de Carlos Lorca” lorca |
Frente a la deplorable situación que atraviesa el Partido Socialista en estas horas, la figura de Carlos Lorca se agranda y emerge como faro donde buscar no solo refugio, sino también respuestas políticas sobre cómo salir de esta crisis y cómo retomar la senda de un partido que fue durante décadas intérprete y defensor inequívoco de las demandas de los trabajadores y trabajadoras de Chile. Hoy tiene sentido preguntarse dónde estaría Carlos Lorca en estos momentos y qué ruta estaría señalando a la militancia.

Una de las estrofas de La Marsellesa, el icónico himno del Partido Socialista de Chile, reza así: “militantes puros y sinceros prometamos jamás desertar, reafirmemos la fe socialista”. Ciertamente, son versos hoy entonados con un dejo de nostalgia, ingenuidad y desaliento. La profunda crisis que vive actualmente este partido ha remecido sus cimientos en relación con diversas aristas, una de las cuales es su militancia. En estas horas aciagas, las bases históricas del socialismo deploran y padecen ser objeto de un espectáculo televisado de rencillas internas, oscurantismo en el reciente proceso eleccionario y, por sobre todo, vinculación con el narcotráfico en niveles hasta ahora desconocidos en Chile en términos de la convivencia entre narco y política. En este contexto, bien vale la pena desplegar un ejercicio de memoria que permita, entre otras cosas, contribuir a la comprensión de la situación actual de este partido desde la perspectiva de lo que implica(ba) la militancia socialista.

Ello, pues uno de los elementos de esta crisis remite al abultado padrón electoral del PS en la comuna de San Ramón, en donde la compraventa de militantes ha quedado en evidencia. En efecto, el proceso de refichaje que debieron realizar todos los partidos políticos en 2017 por instrucción del Servel fue desarrollado, en el caso de este partido y en esta comuna, desde la perspectiva clientelar de obtener nuevos inscritos mediante promesas de favores y/o regalías diversas (puestos de trabajo, patentes, ayuda material, licencias de conducir, etc.), todo ello ligado a la gestión municipal del alcalde Miguel Ángel Aguilera, en ese entonces militante de pleno derecho del PS. Se trata, por cierto, de un perfil de militante completamente ajeno al militante histórico que debía ganarse el derecho a ser socialista y, como ocurría con las generaciones mayores, a portar con orgullo un carnet que así lo acreditaba.

El camino se iniciaba con la etapa de la premilitancia, en donde los aspirantes eran formados políticamente en tópicos como la historia del partido (indefectiblemente unida a las luchas obreras del siglo XIX e inicios del XX), las bases teóricas del marxismo, los análisis coyunturales, entre otros. En esos espacios, desplegados en poblaciones, liceos, universidades o sindicatos, se encarnaba el ideario de un militante educado y comprometido con la doctrina partidista. Tras la premilitancia, de ser exitosamente solventada, venía la ceremonia de juramento e ingreso a la Juventud Socialista (JS), iniciándose así la militancia propiamente tal. Esta última incluía la participación en un núcleo, en donde se hacía vida partidaria orgánica, y la participación en lo que en ese entonces se denominaba frente de masas, o sea, la incorporación a alguna instancia comunitaria, estudiantil o sindical no partidaria, pero en donde se debía realizar también trabajo político.

Tras el golpe de Estado de 1973 el proceso de preparación de nuevos cuadros políticos adopta el nombre de Contingentes Carlos Lorca, los famosos CCL, en honor a quien fuera Secretario General de la Juventud Socialista en aquel entonces, y que formó parte de la dirección clandestina del partido una vez desintegrado éste por los efectos de la represión de la que fueron objeto sus principales dirigentes. Ya en la clandestinidad, el joven doctor egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile continuó con su actividad política intentando -junto a un grupo de camaradas- rearticular al partido y oponer resistencia a la dictadura. En estas tareas fue detenido el 25 de junio de 1975, hace exactamente 44 años, en una casa de seguridad del sector centro-sur de Santiago. Fue posteriormente visto en Villa Grimaldi, desde donde se pierde su rastro hasta hoy, pues permanece en calidad de detenido desaparecido.

A partir de allí, la figura de Carlos Lorca será probablemente la más influyente en la militancia socialista tras la de Salvador Allende, especialmente para los jóvenes militantes. Durante la dictadura el grito de guerra de la JS que se escuchaba en las calles se iniciaba con un significativo llamado: “Atención hijos de Carlos Lorca”… Como se ha señalado, los espacios de formación política adoptaron su nombre en honor de este militante puro y sincero que -tal como prometió- nunca desertó, sino que, por el contrario, entregó su vida por los ideales del socialismo revolucionario.

Frente a la deplorable situación que atraviesa el Partido Socialista en estas horas, la figura de Carlos Lorca se agranda y emerge como faro donde buscar no solo refugio, sino también respuestas políticas sobre cómo salir de esta crisis y cómo retomar la senda de un partido que fue durante décadas intérprete y defensor inequívoco de las demandas de los trabajadores y trabajadoras de Chile. Hoy tiene sentido preguntarse dónde estaría Carlos Lorca en estos momentos y qué ruta estaría señalando a la militancia.

La necesidad de mirar a esos referentes se vuelve así más urgente que nunca, sobre todo ante la despolitización del PS, aunque suene esto una aporía en toda regla. La despolitización de este partido se ha dado, entre otros, por la irrelevancia en que ha ido cayendo paulatinamente, especialmente en el terreno de las luchas sindicales; por las componendas y cesiones que ha realizado en estos años concertacionistas y nuevamayoristas; también por decisiones como operar en bolsa a través de acciones bursátiles espurias; o por la admisión de militantes-ficha que luego, como se sabe, cobrarán su firma al precio pactado. La dirigencia socialista descuidó el trabajo político con la militancia, flexibilizó las barreras de ingreso y volvió la mirada a sus bases utilitaria y únicamente ante cada nueva elección, una vez recuperada la democracia. Este fue terreno fértil para situaciones como la de San Ramón. Tristemente, hoy en día los actos tanto de ingreso como de egreso a y del Partido Socialista han dejado de ser procesos, justamente, para convertirse en meros trámites que -al igual que ocurre en otros partidos- pueden incluso ser desarrollados on line, reduciéndose prácticamente al acto de llenar una ficha, tal como se llena un formulario para solicitar un servicio de telefonía móvil, de internet domiciliario o para afiliarse a una Isapre.

Frente a ello, la emotiva semblanza que realiza sobre Lorca el actual rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi, hace justicia tanto a él como a toda una estirpe de militantes socialistas, de cuyo temple queda tanto aún por aprender y por rescatar. Dice Vivaldi: “Como tantos jóvenes Carlos Lorca se identificó con el proceso de transformación social de Chile. Su compromiso fue también excepcional. Se mantuvo incólume tras el golpe de estado e instauración de la dictadura, años en que Chile se hacía irreconocible. La realidad se transfiguraba en un delirio onírico, como delirantes fueron los apremios y torturas. La constatación de los excesos inimaginables pudiera ser interpretada como un reconocimiento al coraje y a la convicción a la vez inalcanzables que poseían los perseguidos. Se podría sugerir que la ferocidad desplegada por los torturadores preservará el legado ejemplar de los torturados para las nuevas generaciones y para siempre.” (Extracto del libro Lorca: vida de un socialista ejemplar, de Juan Azócar, editado en 2015 por Radio Universidad de Chile Ediciones).

Paulina Morales Aguilera