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Plastic Jesus, el artista que enfrenta a Trump, sobre los últimos tiroteos en E.E.U.U: «Este país está teniendo una batalla consigo mismo»

Por: Diego Alonso Bravo C. | Publicado: 10.08.2019
Plastic Jesus, el artista que enfrenta a Trump, sobre los últimos tiroteos en E.E.U.U: «Este país está teniendo una batalla consigo mismo» Parte de su obra fue construir un muro de concreto alrededor de la estrella de Donald Trump en el paseo de la fama. | Parte de su obra fue construir un muro de concreto alrededor de la estrella de Donald Trump en el paseo de la fama.
Dueño de una obra considerada polémica, atrevida y disruptiva, el londinense radicado en Los Angeles, California, analiza acá los últimos tiroteos en masa y teoriza sobre esta validación institucional de la violencia. «Son tiempos horribles», resume.

Durante los últimos años, diferentes espacios públicos de uso cotidiano en Estados Unidos han sido intervenidos por un artista londinense que, valiéndose de una mirada aguda y una sencillez creativa, ha logrado representar lo más oscuro del comportamiento del país norteamericano. En 2018 captó las miradas de los medios cuando, días antes de la vorágine por los premios Oscar, instaló una estatua gigante que representaba a Harvey Weinstein, el productor acusado de acoso y abuso sexual. En la mano derecha de la figura, y muy cerca de la ingle, estaba la estatuilla de la premiación; y abajo, simulando el motivo del premio, rezaba: Casting Couch (entendido como el rol que actores o actrices pudieran tener en películas, a cambio de favores sexuales).

Uno de los creadores de la intervención fue Plastic Jesus. Su trabajo como artista callejero –con base en Los Angeles, California, donde reside hace ya algunos años- va desde los stencils en los muros (los más icónicos: la frase «STOP MAKING STUPID PEOPLE FAMOUS» y una variación del rostro del fallecido actor Robin Williams), hasta la colocación de objetos pequeños a gran escala, como un dólar y una tarjeta de crédito, separados por polvo blanco que simula ser cocaína.

La cultura de las armas y sus consecuencias fatales, tan arraigada en el país del norte, también ha sido parte de los temas que han motivado su obra. Puso a la venta la «Baddie mass shooter», dos muñecos de juguete que ironizan con los icónicos Barbie y Ken, cada uno equipado con rifles de asalto. También intervino una tienda de ropa infantil, en época de regreso a clases, exhibiendo chalecos antibalas como productos a la venta, dejándolos en colgadores y maniquíes. Fue él, también, quien levantó un muro de concreto alrededor de la estrella de Donald Trump en el paseo de la fama.

Prefiere mantener el anonimato y la libertad que ello otorga. En un intercambio de correos electrónicos, analizó para El Desconcierto los últimos acontecimientos de tiroteos masivos ocurridos a principios de agosto en El Paso, Texas, y Dayton, Ohio; cada uno con 22 y 9 muertos respectivamente, y una veintena de heridos.

 

-¿Por qué ocurre este aumento explosivo de este tipo de tiroteos?

-Si miras la frecuencia actual de los tiroteos en masa, no han tenido un incremento significativo. Sin embargo, se han vuelto más fatales (con más muertes). Evidentemente los rifles de asalto han jugado un rol significativo en esto. Es mucho más fácil matar gente con un rifle de estilo militar que con una pistola de mano. Creo que un elemento que destaca de los recientes tiroteos en masa es que están claramente dirigidos: el atacante está apuntando a cierto tipo de persona, ya sea por su origen étnico, religioso, etcétera. Eso es algo que se ha desarrollado recientemente. Existe esta idea en la que alguien cree que está «peleando una guerra ideológica» dentro de los Estados Unidos, para enviar un mensaje o responder a un sentimiento de odio profundo, que es difundido por los políticos y su retórica.

-¿Qué papel ha cumplido el arte en general frente a este tipo de comportamiento? ¿Lo están combatiendo, validando, criticando?

-Creo que el arte cumple un rol en ambos lados dentro de esta mortal tendencia. El arte es siempre un buen medio para cuestionar la sociedad y la cultura, y los artistas han puesto el foco en la violencia por armas. Son muchos los que han intentado resaltar la locura de esta cultura. En los Estados Unidos parecieran ser incapaces de dar marcha atrás en esto de estar al borde del precipicio y reconocer que más armas significan más personas muertas.

Por otra parte, el arte también está adhiriendo a esta «tendencia cultural» de validarse por medio de la posesión de armas. Si empiezo a recordar películas y programas de televisión de los años 70, siempre había un villano con un arma en la mano o escondido en el pantalón, que casualmente mostraba para asustar a sus «víctimas»; sin embargo, hoy en día los villanos son representados con armas del tipo «ametralladoras». El derecho a portar armas es un componente que genera mucha división en la sociedad estadounidense, y tan pronto como un artista muestra el lado en el que está dentro del debate, cae en una etiqueta.

No tengo dudas en mostrar que estoy en contra de las armas. Viniendo del Reino Unido (de donde soy originario), donde tienen una prohibición total respecto al porte de armas de fuego y menos de 20 muertes al año vinculadas a eso, que en los Estados Unidos tengan 350 millones de armas (¡para alrededor de 300 millones de personas!) no es de sorprender que existan 50 mil muertes relacionadas a armas por año. Sin embargo, son muchos los que afirman que más armas harán de los Estados Unidos un lugar más seguro. ¡Es una puta locura!

-¿Cómo describirías el estado en el que está la gente y sus reacciones, ya después de los hechos recientes, pero con ese factor de haber sido ambos con poca diferencia temporal?

-Ambos han tenido diversas reacciones. Algunos son como: «Oh no, no de nuevo» y «es momento de que las cosas cambien»; y desde ahí van al otro extremo: «Necesitamos más civiles con armas para que puedan matar a los atacantes». He vivido aquí desde 2007 y he escuchado de este tema por más de 12 años. Sin embargo, son tantos los políticos que están en los bolsillos de la Asociación Nacional de Rifles y de las fábricas manufactureras de armas, que se necesitaría mucho para cambiar algo. Además, son muchos los americanos que sienten que si un gobierno los llegara a quitar las armas, sería un gobierno que les quita sus derechos constitucionales y deben ser detenidos a toda costa, incluso por medio de una guerra civil. ¿Si las cosas no cambiaron después del asesinato de niños en su sala de clase, por qué cambiaría ahora? ¿O la próxima vez? ¿O después de la vez siguiente?

-¿Se ve afectada la popularidad de Donald Trump con estas situaciones, considerando que él forma parte, de alguna manera, esta violencia? ¿Crees que pueda ser reelecto?

-Trump es muy bueno para atraer a la derecha de base. En general, son esos americanos blancos que sienten que sus vidas y sus sustentos se ven amenazados por personas que no son como ellos: los inmigrantes, las personas de color o simplemente aquellos que ven una alternativa política más liberal. Ellos (esa derecha de base) son casi como un culto. Ciertamente puede ser electo para un segundo periodo. Trump afirma que el país está bien y sus seguidores le creen. Durante los últimos cinco años la política se ha vuelto más extrema para ambos lados. Hoy en día es difícil pelear ese espacio de en medio, donde se debatía y se definían las elecciones. Espero que no solo pierda la próxima elección, sino que pierda por un gran margen. Eso, de alguna manera, me haría recuperar la fe en la humanidad.

-¿Desde que el presidente Donald Trump asumió haz visto un tratamiento diferente hacia esas personas consideradas «diferentes»? Pensando en una validación institucional.

-Vivo en Los Angeles, que es una ciudad muy diversa, con inmigrantes de todas partes del mundo, además de una gran población LGBTI. Generalmente la gente en Los Angeles es mucho más liberal y tolerante, lo que lo hace una suerte de burbuja. No es como el resto de los Estados Unidos. Constantemente escuchas historias en los medios sobre acoso, ataques, asaltos e incluso asesinatos de minorías. Es algo realmente angustiante. El acoso respaldado por esa retórica proveniente de Trump, más las redadas ICE (búsqueda masiva de indocumentados), los arrestos y las deportaciones se han convertido en pan de cada día que han validado a aquellos que se sienten con el derecho de abusar y atacar. Son tiempos horribles.

-¿Cómo dialogan estos dos Estados Unidos, el que proyecta la industria cultural (vanguardista, de gran ciudad) y el de la zona profunda?

-Desde que estoy aquí he podido visitar alrededor de 40 estados diferentes. El país es muy vasto y varía demasiado la cultura, incluso en los estados vecinos. La vanguardia «educada» y de «elite» en ciudades como New York, Los Angeles y Washington es diametralmente opuesta al sur profundo o a los estados más rurales. Visto así, no debiese sorprender que este país esté teniendo una batalla consigo mismo y no por primera vez. Lo irónico es que muchos de los que se muestran racistas u homofóbicos son los que tienen menos contacto con la que gente de origen migrante o del mundo LGBTI. Estadísticamente esta población minoritaria elige las ciudades para vivir, no las zonas rurales. Sin embargo, son aquellos de las áreas rurales los que parecen más involucrados en esta agenda separatista de Trump.

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