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«A la Negra la asesinaron, pero no lograron matarla»: Macarena Valdés, presente hoy más que nunca

Por: Sebastián Reyes | Publicado: 23.08.2019
«A la Negra la asesinaron, pero no lograron matarla»: Macarena Valdés, presente hoy más que nunca IMG_1154 |
El día 22 de agosto de 2016 a Macarena Valdés, dicen sus familiares, amigos y compañeros, la asesinaron en su hogar en Tranguil, en la Región de Los Ríos. A tres años de su muerte, su familia aún no tiene justicia, y ayer, miles de personas se juntaron en el Museo de la Memoria para conmemorar a esta mujer mapuche. La figura de Macarena une diversas causas y luchas, y a cientos de pueblos a lo largo del país que reclaman soberanía sobre los territorios y recursos naturales que Chile les quitó.

«La vida no es color de rosa, la vida es multicolor
La vida es hermosa.
Solo que nos hicieron pasar por la parte más oscura
Y ahí hemos vivido todo este tiempo.
Lo que nunca se imaginaron, es que las cosas más bellas
Se dan en la oscuridad.
Los besos más profundos, se dan con los ojos cerrados.
Y la tranquilidad más profunda, que es el útero materno
También es una oscuridad.
Entonces hoy, hoy desde la oscuridad
Nos levantamos con más fuerza.
¡Marichiweu!»

Rubén Collío

El Museo fue más de la Memoria que nunca este jueves, pues esta no solo estaba colgada en las paredes, ni escrita en la piedra. Ayer, la memoria estaba viva, y unió lo que la codicia y la ambición de poder separaron hace mucho tiempo. Ayer, Macarena Valdés estuvo presente, y tanto mapuche como no mapuche corearon al unísono un grito de guerra que se escuchó hasta las entrañas de la tierra. Ayer fue la conmemoración de los tres años de la muerte de una mujer que ahora se convierte en un símbolo de la lucha contra el capitalismo, por la reivindicación de los derechos de los pueblos y la pelea por recuperar sus territorios, su vida y su cultura. A la Negra, decían los manifestantes, la mataron, y ayer, efectivamente, cien mil más se levantaron.

Eran las seis de la tarde y el sol ya bajaba en Santiago, indicando la partida de lo que prácticamente fue un festival en el Museo de la Memoria. Las gradas de piedra se fueron llenando lentas pero seguras, con gente que ya sabía lo que pasaba y también con personas curiosas, a las que les entregaron un volante a la salida del metro Quinta Normal. «Justicia para Macarena Valdés», rezaba el pequeño panfleto que invitaba a la actividad, para recordar que un día 22 de agosto hace tres años, una mujer fue encontrada muerta en su casa, colgada de una viga mientras su pequeño hijo miraba la escena sin entender lo que pasaba. Pese a las evidencias medicas y científicas que ha presentado la familia, y que indican que Macarena fue asesinada, la Fiscalía no ha querido investigar este crimen. De hecho, ha tratado de cerrar la causa en dos ocasiones, sin éxito gracias a la resistencia de quien fuera su pareja, Rubén Collío.

Cuando las personas entraban a la explanada del museo, lo primero que se veía era un gran escenario, con una pantalla que alternaba la bandera de la nación mapuche y una imagen de Macarena. Abajo, lienzos con rostros como el de Camilo Catrillanca y otras víctimas de la violencia en La Araucanía adornaban un espacio que al rato después estaría repleto de gente con vestimentas, símbolos e instrumentos mapuche. Así también, frente a esta tarima y separada por la multitud, había una pequeña hilera de puestos, que conformaban una feria de arte, joyería y manualidades de esta cultura. Allí, todo lo que se recaudara iría a beneficio de los presos políticos de las distintas comunidades. Incluso en uno, la orfebrería ofrecida era confeccionada desde la cárcel por José y Luis Tralcal, quienes fueron condenados a 18 años de prisión por la muerte del matrimonio Luchsinger Mackay, en un proceso judicial irregular, por decir lo menos, que estuvo marcado por testimonios bajo tortura y amenazas de muerte.

El conjunto de danza «Tun» fue el primero en salir a escena. Mostraron una coreografía en la que se enfrentaban los pueblos representados por mujeres de azul, contra un hombre de capa negra, que simbolizaba el capitalismo, las transnacionales y el Estado de Chile. De esta lucha emergía una lamgen (gentilicio mapuche para denominar a una mujer) junto a su hija, ambas levantando un cuadro con la fotografía de la homenajeada. «Macarena Valdés Muñoz. Wallmapu libre», se leía en la dedicatoria que aplaudieron cientos de adultos y niños que se encontraban en el lugar.

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La mujer y la defensa de la tierra

Luego de esta y de otras intervenciones artísticas, como la presentación musical del grupo «Kurakeo ka Aillapan», comenzaron a salir distintas representantes de las diversas causas que ayer se personificaron en la figura de Macarena. Las primeras en presentarse fueron Camila Zarate y Francisca Fernández, quienes son parte del Movimiento por el Agua y los Territorios.

«Macarena Valdés hoy es un ícono, muy importante por lo demás», expresó Fernández a El Desconcierto. «Ella representa la lucha por la recuperación territorial, pero también esta articulación plurinacional. Macarena y Rubén retornan a Wallmapu, construyendo un proyecto político en una comunidad mapuche, por lo que representa lo mismo que Berta Cáceres y Marielle Franco, la lucha por el reconocimiento de los derechos y las diferencias. Por eso es tan importante para las feministas, tanto que se transformó en un ícono», estableció quien también es participante de la Coordinadora 8M.

«Es justamente la lucha territorial y la lucha por un buen vivir, la que esta permitiendo que nos encontremos entre los pueblos (…) hoy fue un hito, se hicieron movilizaciones desde Arica a Chiloé por lo menos. Y acá en el Museo de la Memoria podemos ver la gran confluencia de distintas personas y organizaciones, que estamos todas en pro de la reconstrucción de una memoria tan importante como lo es la memoria actual» concluyó Fernández.

Lucía Sepúlveda, quien les siguió en el escenario, lucha desde hace casi 15 años por la reivindicación de los derechos territoriales, mediante la educación ambiental. Hoy, es parte de la Coordinadora Justicia para Macarena Valdés, pues para ella la mujer mapuche se ha vuelto un emblema, una personificación de sus ideales. «En este caso hay una colusión, un entorpecimiento. A los fiscales los cambian a cada rato, se pierden los papeles, los documentos más importantes. El análisis de los tejidos, por ejemplo», señaló Sepúlveda. «No vamos a permitir esta colusión de la justicia con la empresa. Esto no pasa por casualidad, sino que responde a un patrón de criminalización que esta ocurriendo en toda Latinoamérica, y que ahora se repite acá en Chile».

«Macarena representa un símbolo de la vida que muchas soñamos vivir. Es recuperar la semilla, es tener el agua libre a tus pies, es criar a tus hijos de una manera diferente. Entonces este crimen es alevoso (…) al golpear a una mujer en el corazón de un territorio, están mandando un mensaje a todas las demás mujeres, porque en una comunidad esta juega un rol central. Que ella sea objeto de un crimen brutal, con su hijo ahí presente – uno que la encuentra y el otro que es una güagüa, que está ahí cuando se producen los hechos – es como un mensaje que dice no te metas nunca en nada. Y eso es inaceptable», sentenció Sepúlveda.

«Cobardes de mierda»

Reproduce este audio – canción «Cobardes de mierda» de Kurakeo ka Aillapan – y continúa con la lectura:

Para cuando la representante de la Coordinadora terminó de hablar y luego el rapero Waikil cerró una emotiva presentación, en la que musicalizó el poema que se lee al comienzo de esta crónica -alrededor de las 19.40-, ya habían más de 5.000 personas que colmaban el museo. Y el conteo seguía aumentando con el correr de los minutos. Sin embargo, hubo un momento en el que el tiempo pareció detenerse y la animada multitud quedó en un respetuoso silencio. Subieron al escenario la lamgen Ada Huentecol, madre de Brandon Hernández Huentecol -joven mapuche baleado en la espalda por Carabineros cuando tenía 17 años- y el peñi Hugo Melinao, hermano de Rodrigo Melinao, un dirigente mapuche de la comunidad Rayen Mapu (que hoy lleva su nombre) asesinado en 2013. Melinao había sido perseguido y condenado por un supuesto incendio y perjuicio a una empresa forestal, delito del que fue absuelto seis meses después de su muerte, cuando ya nada se podía hacer.

Con la voz cortada del peñi y las lágrimas de la lamgen, todo se volvió más real esa noche en Santiago. A cientos de kilómetros del Wallmapu, la lucha y el sufrimiento de un pueblo llegaron a la capital. Esto ya no era solo para exigir justicia para Macarena, sino para acabar con la criminalización y destrucción de una cultura, por parte del Estado y de sus agentes represores.

«Mapuche y no mapuche tenemos que empezar a tomar consciencia y recuperar lo que es de nosotros», dijo Hugo Melinao. «Lo de mi hermano fue un asesinato financiado, porque a él lo acusaron de haber quemado 60 hectáreas de eucalipto. Se le condenó y él escapó, y lo buscaron hasta que lograron asesinarlo. Una vez muerto, la Corte Suprema lo absolvió de esa acusación, pero ya no había nada más que hacer. Hasta hoy no ha habido justicia».

«Esto es una reivindicación a la memoria de cada uno de nuestros hermanos que han sido asesinados, y un reclamo por nuestros territorios, que siempre han sido nuestros. Sabemos que acá en Chile nunca vamos a conseguir justicia, porque acá están todos los corruptos que se defienden, entonces nos queda apelar a alguna vía internacional, pero confiamos que al final va a haber justicia. Esto es por todos los guerreros del pasado y también por las generaciones que han llevado su legado hasta hoy», sostuvo Melinao.

Mientras, Ada Huentecol, reclamó por la impunidad tanto para los asesinos de Macarena como para los agentes del Estado que balearon a su hijo. «Todos estamos aquí apoyando y denunciando este atropello contra la lamgen, en el que la justicia no ha hecho su trabajo», estableció la comunera. «Una mujer mapuche es doblemente discriminada, donde actúa una justicia racista y clasista, entonces actividades como esta son muy importantes, para que la gente pueda entender que los terroristas son el Estado mismo, no los mapuche. Qué más evidencia que los disparos a nuestros hijos y los asesinatos a nuestra gente. En el caso de mi hijo presentamos pruebas contundentes y no logramos nada. El juez que estuvo ahí presente en esa audiencia también había condenado a los Tralcal, entonces claramente no íbamos a conseguir nada. La condena que se obtuvo fue burlesca para mis hijos y para mi familia. A quien disparó le dieron tres años en libertad vigilada. Me fui con un dolor tremendo a mi casa», explicó la werken (portavoz y autoridad mapuche) de la comunidad Newen Ñuke Mapu.

Newen significa fuerza. Ñuke significa madre. Y mapu significa tierra. «Aún tengo la fuerza de una madre que sigue luchando por su hijo, y le entrego mi fuerza a la tierra, que el hombre por su codicia ha destruido. Gracias a las forestales, en el verano ya no tenemos ni siquiera agua para proveerle a nuestras familias o para regar las plantas que consumimos», reclamó con impotencia la lamgen Huentecol

Hugo Melinao y Ada Huentecol

El Estado muestra su verdadera cara

Hubo dos presentaciones musicales más durante la jornada, de la mano del grupo de hip hop mapuche, Wechekeche Ñi Trawün, seguidos por Daniela Millaleo. Mientras el conjunto que rapea en mapuzungun hizo bailar y saltar a los espectadores -familias y personas de todas las edades- con su tema «Fuck tha police a lo mapuche», la cantante Millaleo salió con su guitarra acústica a emocionar con su armoniosa voz. Luego, y para finalizar, agarró un pequeño kultrun y pidió que la gente la acompañara desde el público con los diversos instrumentos mapuche que ya resonaban desde el comienzo por separado, pero que ahora apoyaban a la artista, uniendo sus sonidos en una sola gran canción.

Reproduce este audio para escuchar ese momento:

Finalmente, luego de la intervención de Esteban Silva -quien se refirió al TPP11 y a la disputa por los derechos que quita este tratado- llegó el turno de Marcelino Collío, padre de Rubén y suegro de Macarena, quien con un potente discurso unió a las voces que colmaban el Museo de la Memoria en un grito de lucha. «Cuando yo diga: a Macarena la mataron, ustedes dirán: ¡Y cien mil más se levantaron!». Si bien en ese momento había entre 6.000 y 8.000 personas en la conmemoración organizada en esa comuna de la Región Metropolitana, el grito parecía el de un batallón como el que buscó invocar Collío en ese lugar.

Marcelino Collío

«A Macarena la asesinaron, pero no lograron matarla. Aquí está, en esta gente que ha tomado consciencia de que tiene que organizarse y luchar por un cambio profundo. Que no puede seguir dejando que destruyan su forma de vida», decía Marcelino Collío a este medio cerca de las 21.00 horas, cuando comenzaron a escucharse los primeros disturbios, arriba en una de las graderías que daba a la calle Matucana, lugar por donde el pasacalle que se llevaba paralelo a la conmemoración, debía ingresar al museo. Sin embargo, Carabineros no permitió esto y comenzó a tirar bombas lacrimógenas, cuyo humo comenzó a verse en ese momento desde el escenario.

«Mira, ahí está Carabineros, reprimiéndonos de nuevo. Pero bueno, nosotros vamos a continuar con esta lucha», declaraba Collío entre las pifias de la multitud a la policía. «Anoche cuando acompañé a mi hijo al terminal para que viajara al Temuco – lugar donde lo detuvo Carabineros también cuando se dirigía a la marcha – recibimos diversas muestras de apoyo de la gente que estaba ahí, y lo agradecemos mucho», concluyó el suegro de Macarena mientras en el escenario se presentaba al grupo que cerraría la conmemoración: la Banda Conmoción.

Alcanzaron a tocar un cuarto de una canción antes de que el gas se hiciera insufrible. Ya sin poder ver nada ni respirar, la gente comenzó a dispersarse y quienes estaban más cerca del escenario y del grupo de música se refugiaron junto a los artistas en un pequeño auditorio del museo, que por suerte pudo resguardar del humo tóxico a varios niños que se encontraban en el sector. Sin embargo, no todos corrieron la misma suerte. De acuerdo a Yasna Huerta, organizadora del evento, más de 50 menores y lactantes tuvieron que ser evacuados en ambulancia del lugar, entre ellos un pequeño en silla de ruedas.

Dentro del auditorio donde se refugiaba parte de los asistentes y artistas, Carlos Flores, de la Banda Conmoción, se lamentaba por lo ocurrido. «Afuera está lleno de niños y familia, estoy preocupadísimo. Lo de ahora fue demasiado fuerte, no hubo ningún momento o instante para salir», expresó el músico.

«Estamos acá por el apoyo, por la causa y por la justicia. Queríamos ayudar pero no alcanzamos a tocar ni un temita. Sin embargo, esto se va a seguir replicando y nosotros vamos a estar ahí, hasta que la compañera pueda descansar en paz», concluyó Flores entre lágrimas, mientras una niña vestida de negro, preocupada, se acercó a compartirle de su pequeño gajo de limón.

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